¡HUYE!
Hace pocos días hice la selectividad y espero
ansioso el silbido de mi I Phone 6 donde me diga la nota que he sacado,
sinceramente, no sé de dónde emana mi nerviosismo ya que mi madre se lleva
especialmente bien con el rector de la universidad privada y no quiere que vaya
a la pública, dice que hay gente muy rara, también dice que si voy a la privada
ampliaré sustancialmente mi círculo de contactos, la verdad es que tiene razón.
Sinceramente, solo me interesa saber mi nota para
ver si he sacado más que mis compañeros, porque en eso consiste todo, en ser
mejor que el resto ¿no?(…)Por fin, el silbido, pero este correo no dice nada de
mi nota, dice…¿huye? Seguramente sea uno de estos correos virales que tanta
cultura proporcionan, voy a leerlo:
Nací un 16 de septiembre de 1965, en una familia
acomodada del Barrio Salamanca, mis padres me dieron una educación espléndida,
me llevaban a los mejores colegios, y yo, correspondía sacando la mejor nota de
la clase.
Todo el mundo me decía que era un buen chico: sacaba
buenas notas, no me metía en lios, era un buen cristiano y acataba mansamente
las órdenes que mis educadores me decían, los lunes tenía dos horas extra de matemáticas,
los martes y jueves entrenaba al tenis, y los miércoles y viernes clases de
chino y alemán respectivamente. Y te preguntarás, ¿y el inglés?, no os
preocupéis, todos los veranos me iba con una familia anglosajona, y mis
queridos padres me mandaron 2 años al extranjero.
La universidad fue una época maravillosa, muchas
fiestas pero también mucho estudio. Cuando salí de ella mi padre me ayudo a
encontrar trabajo y me metió en su empresa, cuando ya tuve la suficientemente
experiencia, entré a trabajar en IBM. Al mismo tiempo que crecía en el ámbito
laboral, conocí a Carmen, la hija de unos amigos de mis padres, poco a poco nos
fuimos conociendo y acabamos saliendo. A los 4 años de estar con ella nos
casamos.
Mi vida empezaba a tener sentido, tenía dinero, una
casa, una mujer que amaba y un puesto de trabajo, además Carmen se había
quedado embarazada, formar una familia sería la culminación de mi existencia,
para lo que había sido creado. Sin embargo, poco a poco las cosas fueron
empeorando, las peleas en casa empezaron a formar parte de la rutina y el
trabajo empezó a ocupar el 90% de mi tiempo. Por tener hipotecado, tenía hasta
los zapatos.
En fin, necesitaba trabajar más y dormir menos, así
que me di a la cocaína, el primer año estuvo bien, mi rendimiento aumentó y las
cosas volvieron a ir mejor, sin embargo mi adicción iba de mal en peor, antes
de vender todos los bienes que tenía me fui de casa, no quería que Carmen
siguiera sufriendo, además ella me estaba engañando con un rector de no sé qué
universidad. Conseguí salir de la droga y me fui a vivir a un pequeño pueblo de
Australia.
Te preguntarás por qué te cuento todo esto, tampoco
es muy difícil adivinarlo, tu madre se llama Carmen y probablemente todavía
siga en contacto con el rector del que he hablado antes.
Hijo mío, la vida no tiene un único camino, no te
creas lo que te dice todo el mundo y empieza a pensar por ti mismo, si haces lo
que todos hacen, conseguirás lo que todos consiguen. Y si preguntas por la
calle, el 95 % de las personas no sabrán decirte si son felices, yo si lo soy,
y no necesito ni una televisión, ni un coche, ni una gran casa para serlo, es
más vivo en una caravana y este correo te lo estoy enviando desde la casa de un
vecino mío, no te preguntes como lo he conseguido porque ni yo lo sé.
Espero que hayas entendido la moraleja de este
mensaje. Te quiere, tu padre.
Después de leer la carta me quede pensativo unos
minutos, pensé sobre todo lo que ese señor me había dicho, igual hasta tiene
razón… ¡NO! Espera un momento, seguro que es uno de esos ¨perroflautas¨ que no
saben qué hacer con su vida. Que arruinara su vida no es culpa mía.
Me quedo con mi I Phone y con mi universidad
privada.
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