BUSCANDO LA JUSTICIA
Millones de almas nos
encontramos en La Gran Manzana de Nueva York, la oscuridad nos circunda por
doquier, hermanos, primos e incluso aquellos que son sólo compatriotas nos
movemos en busca de esa libertad que haga que escapemos de la crueldad que
percibimos día a día en este país. Yo
apenas soy un mero hombre que vaga en esta vida pasajera, y creo que, si no
cambiamos las cosas hoy, el mundo se va a pudrir y va a acabar en el vacío.
Como humanidad hemos podido crecer a lo largo de estos años, sin embargo, el
ser humano no se conforma con lo que tiene, sino que sigue buscando, y como
decía Luther King: “yo tengo un sueño, que mis cuatro hijos vivirán en una
nación donde no se les juzgará por el color de la piel sino por sus
cualidades”.
Me llamo Walter Frederick
y soy senador por el bando demócrata y sirvo al señor Joe Biden. Mi familia se
ha visto perjudicada en estos días, pues nuestro hijo Matt ha muerto en un
tiroteo, llevado a cabo por la policía estadounidense. El tan sólo estaba
jugando al baloncesto, con sus amigos, después de clase. La policía estaba
buscando a los sujetos del reciente robo al banco, cuando se pararon a
preguntar a mi hijo de tan sólo 17 años, al ver que no contestaba, le pegaron
varios puñetazos en el estómago, y numerosas patadas en la pierna. Sollozando,
brotando sangre por todos lados, yacía en el suelo dejando escapar los últimos
minutos de su vida. Creéis que me lo merezco como padre. El dolor que tengo es
inexplicable. Mi hijo era un gran deportista, de hecho, acababa de conseguir
una beca deportiva para estudiar en Harvard. Quería estudiar Derecho, para
defender a las personas en situaciones precarias y de abandono.
Cuando mi corazón muere
de la vida y del cansancio, no sólo por perder a un hijo, sino un futuro
abogado que podría haber cambiado la Justica de este país. Pero mi cabeza, aún
vive con la esperanza de transformar las cosas. Somos una sociedad de
prejuicios, por naturaleza no nos vemos igual que el de al lado, y eso es bueno
hasta un punto. Ser diferentes, nos hace crear una Sociedad diversa, que tiene
distintas perspectivas, con las que puede mejorar el mundo. Pero si devaluamos
la capacidad de nuestro prójimo, sin tener ningún motivo, las injusticias
afloran y provocan que la sociedad se corrompa. Todas las personas que lucháis
por cambiar el rumbo del mundo, no paréis, y cuando las situaciones se pongan
más complicadas, gritar aún más fuerte. Necesitamos mentes inquietas, que
busquen más allá.
En
estos días estoy recibiendo, insultos, y amenazas de muerte por los grupos
ultraderechistas, pero no me pienso callar, da igual lo que me hagan. El
discurso, que he preparado para la Asamblea, va a quedar para la historia.
Gracias por apoyarme todos estos años, os prometo que no os defraudaré.
-Míster Trump, hay un
gran número de personas que están intentando saltar la verja de la Casa Blanca,
la policía no puede pararles.
-Llama al CSI para que
investigue al promulgador de esta protesta, Estados Unidos debe estar libre de
sucios negros, que viven sin vida.
-Así haré señor.
-Las elecciones, las vamos a perder si no
paramos esto, así que matar al culpable, sin que queden evidencias de que hemos
sido nosotros.
Aquel día, en el que
aparentemente parecía que se acababa todo, pero sin embargo no cesó nada, me encontraba
paseando con mi mujer por el lugar dónde lamentablemente falleció mi amado
hijo, a pesar del dolor que me suponía, lo hice para que me diera fuerzas para
el discurso de mañana, y la pelea futura que teníamos que librar yo y los
demócratas. Mi corazón al aproximarse al lugar, palpitaba con más fuerza, se
sentía pesado, y emitía un sonido desgarrador. El viento frío de Brooklyn que
corría por mi cara, lo notaba caliente, sentía como la sangre se desprendía de
mis venas, sabía que mi alma en un momento dado, iba a desprenderse de mi
cuerpo, para volar a otra vida, en la que pudiera, abrazar a mi hijo, y
quererlo como si nunca se hubiera ido. En ese preciso instante, un coche aparcó
enfrente de nosotros. El tipo que lo conducía, escupió a mi mujer en la cara,
burlándose de ella. Me sentí entonces, con una impotencia, por qué me había
tocado vivir esto, por qué tengo un color diferente al resto. Yo pensaba que
eso me hacía diferente, y por tanto único en el mundo, pero ya he aprendido que
el mundo tan sólo quiere gente monótona e igual.
Tras segundos de dilema
interior, mi cuerpo se desplomó con violencia en el suelo. Cuando me desperté,
veía la cara del hijo esperado, al final del túnel.
Ya no estoy en la vida
terrenal de este mundo, pero sigo esperando, la voz que establezca la Justicia
en este mundo.
Javier
Rodríguez Sanz 1º A
6
de noviembre 2020 1ª Evaluación.
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