Julieta Crespo (Querido Papá)


 

QUERIDO PAPÁ


Querido papá, hoy es mi cumpleaños, cumplo 8 años. Han pasado solo 5 días desde que te fuiste, pero te echo mucho de menos. Mamá me ha dicho que tenías este viaje planeado desde hace mucho tiempo, aunque me pone un poco triste que sea justo en estas fechas, porque todo está cambiando mucho y me gustaría que estuvieras aquí en casa con nosotros. El día que te fuiste, recuerdo bajar contigo al cole, como lo solíamos hacer todos los días. Te despediste de mí, más cariñoso de lo normal, yo ahí ya sospechaba algo. Luego estuve durante el día un poco nervioso, me preguntaba qué te inquietaba y me estresé, tanto que me enfadé con mi amigo Nico, y tuvimos una pelea muy grande. Volviendo del cole, me sorprendí cuando en vez de venir tú a buscarme, vino mamá, me dijo que te habías ido de viaje, podrías haber avisado. Ahí me di cuenta de por qué estabas tan triste esa mañana. Luego le conté a mamá la pelea con Nico, pero ella estaba distraída, pensando en otras cosas. No me hizo mucho caso. Ahora entiendo por qué. Al llegar a casa, quería ver una serie como de costumbre. Encendí la tele y no estaban poniendo nada entretenido. Así que fui a las noticias, pero cuando mamá me vio, apagó la tele. Me dijo “hoy no, hoy mejor no hay tele. Es lo mejor para ti.” Todo me parecía muy raro, ¿qué es eso que mamá no quería que supiera? Llamé a Nico por teléfono para pedirle perdón, pero no me cogió. Supuse que seguía enfadado conmigo. Cené con mamá, pero ella seguía distante así que me fui a dormir pronto porque había tenido un día un poco raro y cansado. Me desperté. El sonido. La primera vez que lo oí ¿una sirena? Fue como despertarse en una pesadilla. Ahora cada vez que lo oigo, me pongo a llorar. Esa primera vez me pareció raro, diferente. Pensaba que incluso divertido. Pero no. Todo lo contrario. Mamá seguía sin querer ponerme al corriente de lo que estaba pasando. No me quería contar nada. De repente me dijo que estaría una temporada si ir al cole, las cosas se ponían cada vez más raras, aunque pensé “bueno, al menos tengo vacaciones, tiempo para jugar con Nico y reconciliarnos” Pero no es lo que está pasando. Ojalá.

 

Hoy es 25 de febrero de 2022, ya llevas un día fuera, y se me están pasado como mil años. Hoy he tenido un día muy largo y extraño. Todo es tan raro, mamá esta tan rara, no sé qué está pasando, pero no es nada bueno. He llamado a Nico para ver si me cogía el teléfono, pero no me ha cogido. Además, mamá no me ha dejado salir a la calle, igual hoy estaba cansada y no quería estar pendiente de mí. Fue ahí cuando empezaron a sonar los primeros estallidos. Parecían bombas. Mamá dice que no, que son fuegos artificiales. Pero el suelo temblaba. Se veía humo por la ventana, la gente gritaba. Ahí empezó la pesadilla. Yo aún no era consciente, pero lo que se venía era aún peor. Mamá ha decidido que nos vamos, según ella, a una mansión comunitaria. A vivir con más gente de nuestra zona. Todos juntos para así hacernos compañía durante estas largas vacaciones. Yo estaba empezando a olerme que esto era algo malo, muy malo. Cuando llegamos a esta supuesta mansión comunitaria, en realidad era un búnker, mamá se pensaba que me había engañado, pero yo después de tantas películas sabía dónde estábamos y me empezaba a dar cuenta de lo que estaba pasando. Cuando llegamos, no encontraba a Nico. No sé muy bien qué le pasa, tampoco habia sido para tanto como para seguir evitándome.

 

Hola, papá. Hoy es 3 de marzo. Ya han pasado otros 5 días desde que te escribí la última carta. El día a día en el búnker es muy raro. El miedo era algo que predominaba todo el rato, sobre todo cada vez que la sirena, ese sonido tan aterrador, volvía a sonar. Después del sonido, las bombas. Yo ya sabía que eran bombas, mamá no me podía engañar más. Eran sirenas, bomba, sirenas, bomba. Era una secuencia que no se alteraba, siempre era así, sirenas, bomba, sirenas, bomba. No paraba. Las madres durante el día nos cuidaban, se encargaban de que no nos pusiéramos enfermos, de que no saliéramos solos, y de que tuviéramos suficiente comida como para estar bien, pero siempre racionándola lo máximo posible. Cuanto menos tuvieran que salir al supermercado, mejor. A veces venían llorando, porque “alguien se había perdido por el camino” o eso decían ellas, pero los niños estábamos seguros de que volvería, de que todo acabaría rápido. Hablando todos juntos llegábamos a la misma conclusión:  todos nuestros padres estaban fuera, que suerte que todo esto os haya pillado fuera del país, aunques echamos todos mucho de menos.

 

Hola papá, ya van dos semanas desde que te fuiste. Las cosas han cambiado un poco. Los avisos de bomba, esas sirenas tan aterradoras que por fin hemos llegado a descubrir qué son, no paran de sonar y las bombas consecutivas, cada vez suenan más cerca. Presiento que se acerca el fin, por eso te escribo esta carta. Mamá ya me ha contado todo entre lágrimas, me ha contado lo valiente que eres. Papá, no hace falta que me engañes, sé que no estás de viaje. Sé que estás ahí afuera, luchando por todos los que estamos aquí. No sabes lo orgulloso que estoy de ti, arriesgando tu vida por nosotros, tus familiares y tus amigos. Hablando de amigos, esto me va a costar escribirlo. Pero Nico no estaba enfadado conmigo, no estaba evitándome, ojalá. No era un enfado tonto que yo pensaba que se le pasaría y volvería. No ha vuelto, todavía no ha vuelto. Y ayer me escapé del búnker. No se lo digas a mamá, pero me escapé. Fui a su casa, pensé, igual sus padres no han querido ir a la base comunitaria, nunca les ha gustado relacionarse con mucha gente. Pero, a mi sorpresa… y me está costando mucho decir esto… su casa ya no estaba. Había sido aplastada por una de esas grandes bombas. Una de esas bombas y una de esas sirenas que yo había escuchado, que en el momento me habían dado escalofríos, pero tampoco era del todo consciente de lo que suponía… habían matado a mi mejor amigo. No puedo parar de pensarlo y no soportaría que algo así te pasase a ti o a mamá, espero verte pronto. Un beso.

 

 Hola, papá, hoy es 5 de abril. Han pasado ya dos meses. La pesadilla no termina y me ayudaría mucho saber que estás ahí, que estás bien, que nos estás cuidando a lo lejos. Y que no te olvidas de nosotros. Hace días o semanas que no respondes. Mamá está desesperada, preocupada, piensa que te ha pasado algo, pero yo sé que no. Algunos padres de mis amigos han vuelto heridos, con una pierna menos, perdiendo el conocimiento, y desgraciadamente otros han vuelto… bueno, no han vuelto. Pero su vida ha llegado en una carta anunciando desde un papel que no iban a volver. Nunca. Habían muerto, pero habían muerto defendiendo a su familia y a su país. Así que los familiares debían estar orgullosos. Eso decía la carta y se notaba que era una carta escrita como muchas otras, sin ningún sentimiento. Seguro que habían escrito 1000 cartas así, solo que habían cambiado el nombre de la familia destinataria. Ha pasado ya mucho desde que te fuiste, pero a nosotros no nos ha llegado ninguna carta. Así que yo confío en que sigas vivo, que estés ahí fuera protegiendo a los demás. Te quiero. Un beso.

 

Hola, papá. Hoy es 4 de junio de 2022. La pesadilla no termina. Estas vacaciones se me están haciendo interminables. Esto es la pesadilla más grande que se me habría ocurrido tener nunca. Si esto fuera un sueño y me despertase ahora mismo, otra vez, ese día antes de que me llevaras al cole, de que te despidieras de mí con un abrazo y no volver a verte nunca, sería el mayor milagro que me podría pasar. Pero sé que eso es imposible. Ayer llegó. Llegó la carta. Te voy a echar mucho de menos, papá, pero te seguiré escribiendo, porque sé que allí donde estés me vas a seguir escuchando y cuidando, no desde un campo de batalla, pero desde el cielo.

 


Julieta Crespo, 1ºB, 20 octubre 2024


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