Jaime Cosin (Lo que nos deparará la mar)


 

LO QUE NOS DEPARARÁ LA MAR

     Esta es la historia de una familia que veraneaba en Galicia, concretamente San Román. Todos los días la familia iba a la playa y salía a pescar por la noche con su velero llamado “Drácula” por la ría.

 

     Eran las 6:00 de la mañana del año 1957, cuando se despertó el padre de la familia para hacer su rutina mañanera; desayuno y bajo al puerto con otros pescadores para pescar lubinas con una caña de pescar. Estuvo pescando durante un gran periodo de tiempo, pero no hubo suerte, al no conseguir pescar nada decidió volver a casa con su familia, a las 8:30 de la mañana entro por la puerta principal, su mujer estaba cocinando y los dos niños desayunando en el salón.

 

     Lo primero que hizo fue decir los buenos días a todos, a su mujer y los niños, el abuelo seguía durmiendo en su habitación como de costumbre. A continuación, se dio una ducha de agua fría y recogió la casa para prepararla para los invitados que llegarían una hora después. Venían desde Madrid, un largo viaje de seis horas, llegaron sobre las 10:00 y a pesar de ser Galicia, que no se caracteriza por su calor, esa mañana hacia un calor espantoso.

 

     Paso una hora y media en la que organizaron las maletas y se pusieron al día. Los invitados eran una mujer embarazada y su marido, acompañados de dos parejas. Todos eran familia, y respondían al apellido “García Valcárcel”.

 

     Sobre las 12:00 bajaron a la playa, los niños se dedicaron a pescar cangrejos a jugar con la arena y a bañarse, los adultos se quedaron hablando en las toallas con unas cervezas y coca colas, y mientras tanto el abuelo se quedó en casa porque no le gustaba la playa. Exactamente a las 15:01 salieron de la playa para ir a comer a casa las lubinas que habían pescado la noche anterior. Cuando estaban llegando a casa se encontraron a un grupo de pescadores que les contaron que esta noche iba a ser una gran noche de pesca. Al parecer un gran banco de peces se iba a introducir en la ría, por lo que decidieron ir todos a pescar por la noche para que algunos pudiesen experimentar la pesca desde un primer plano.

 

     Comieron tranquilamente todos juntos y luego los niños y los hombres se echaron la siesta y las mujeres se fueron a dar un paseo por el pueblo. Llegaron las seis y las siete, pero no les apetecía hacer nada, a las ocho de la tarde las mujeres se pusieron a preparar la cena y los hombres a preparar lo necesario para pescar en alta mar.

 

 

     Los niños se encargaron de poner la mesa mientras que hablaban con su abuelo el cual le contaba sus aventurillas de la infancia, a las 20:43 se sentaron en la mesa, la bendijeron y comieron felices. Nada más terminar el padre de los niños les dijo que no iban a poder ir a pescar con los adultos porque era muy tarde y tenían que dormir bien para mañana estar descansados, idea que a los niños no les agrado mucho, pero tuvieron que cumplir. Entonces al final el abuelo y los niños se quedaron en casa y los ocho adultos se fueron a navegar,

 

     Cuando llegaron al puerto cogieron la estaca, la vela mayor y menor y se pusieron a preparar todo. Exactamente a las 22:55 soltaron los cabos y partieron de la playa de Covas y comenzaron con la pesca a la primera media hora ya habían pescado el doble que en los últimos cuatro días. Todo iba perfecto, se lo estaban pasando en grande y estaban aprendiendo mucho, pero sobre las 00:00 las cosas cambiaron, la dirección del viento cambio y con el la potencia, no eran capaces de controlar el barco cada vez se alejaban más y más de la orilla y el tamaño de las olas aumentaba.

 

     Todos entraron en pánico excepto el marinero que trataba de salvarles, pero no fue posible. Una de todas las grandes olas tumbo el barco y la tripulación se dividió en dos, la mujer embarazada estaba condenada pero tres hombres se quedaron con ella para ayudarla a sobrevivir mientras que el hombre y las tres mujeres restantes nadaron durante tres horas para llegar a la orilla de la playa de San Román a las 03:30 aproximadamente. Estos cuatro lograron salvarse y dar aviso a los guardacostas para que tratasen de salvar al resto de la tripulación. Los guardacostas salieron con sus lanchas motoras de la playa a toda velocidad, pero cuando llegaron ya era demasiado tarde, solo había uno con vida, el resto había fallecido sacrificándose por la mujer embarazada.

 

     Al llegar a casa el abuelo y los niños se llevaron una gran sorpresa, pero los niños pudieron llegar a pensar posteriormente que su padre fallecido les había salvado la vida no dejándoles subir al velero.

 

     Este acontecimiento fue recordado y actualmente en la playa de San Román se puede encontrar una cruz en nombre de los fallecidos este día, construida por uno de los niños en el futuro.

 

Jaime Cosin de la Peña 4ºE Nº8 12/11/2021 1º evaluación.

 

    

 

 

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