UN
ADIÓS INESPERADO
¿Sabéis esas personas que no son de
tu familia, pero es como si formasen parte de ella? Ese era Juan Carlos.
28 de abril de 2018, ¡mi comunión!,
no podría explicar lo emocionaba que estaba ese día que tanto tiempo había esperado.
Me levanté después de no haber dormido en toda la noche ansiosa por que
amanezca ya y pudiera poner a prepararme. Todos estábamos nerviosos, mamá
peinándome y ayudándome con el vestido, papá diciendo que si llegábamos tarde y
los chicos quejándose de lo incómodos que eran los zapatos.
Llegamos al colegio y allí estaban
todos mis amigos igual de nerviosos que yo, nos hicimos algunas fotos y al fin,
entramos en la iglesia. Todo fue genial y ahora tocaba irse a celebrarlo,
fuimos todos a casa de la abuela como es tradición y nos reunimos allí casi 70
personas, bailando, riendo, comiendo, en fin, que más podía pedir.
Llegó el momento de dar los
regalos, y allí estaban Juan Carlos y Cris, con su regalo en las manos, al
verlo no lo entendí muy bien ya que no estaba envuelto ni nada, era una simple
cartulina. Pero al abrirlo… di un salto de la emoción y abrace a los dos con todas
mis fuerzas, me habían regalado un viaje a Mallorca para irnos mis dos hermanos
y ellos, igual que habíamos ido 3 años atrás a Valencia y donde había pasado
unos de los mejores días de mi vida, nunca olvidaré cuando a Cris se le cayeron
las gafas al agua y Juanqui tuvo que meterse con la ropa para cogérselas…
El día había llegado, 4 de mayo de
2018 nos dirigíamos al aeropuerto mis hermanos y yo donde nos estarían
esperando Cris y Juan Carlos más emocionados que nunca. Nos subimos al avión y
volamos hasta Mallorca. Llegamos al hotel, fuimos a ver las habitaciones, la
piscina, todo era genial. Nos duchamos y fuimos a cenar a un restaurante donde
pasamos un rato increíble, todo fueron risas. Siempre me acordaré de la canción
que Juanqui le cantaba a la camarera y con la que todos acabamos hasta con
dolor de tripa de tanto reír. En conclusión, una noche para recordar.
Al día siguiente nos despertamos y
fuimos corriendo al buffet a desayunar. Después, nos cambiamos, cogimos el
coche y nos fuimos a una cala a pasar el día donde los chicos se fueron a
bucear y ver peces mientras Cris y yo nos quedamos jugando en la orilla con la
pelota y haciendo fotos. Comimos en un restaurante que había allí y luego nos
fuimos de vuelta al hotel, mis hermanos y yo íbamos a ir a la piscina cuando de
repente a Juan Carlos le empezó a sangrar la nariz, todos ayudamos porque no
sabíamos por qué, pero estuvo sangrando un buen rato, hasta que al final paró y
nos fuimos.
Ese mismo día, por la noche nos
fuimos a dar un paseo por Mallorca y a cenar en algún restaurante y finalmente
fuimos a una heladería donde compramos 2 litros de helado para tomarnos esa
noche todos juntos en la habitación viendo Eurovisión. Sin duda, esa noche de todas
risas viendo el programa, fue uno de los mejores momentos del viaje donde una
vez más acabamos todos llorando de la risa. Al recordar esto, me doy cuenta de
que a veces los mejores momentos son los que surgen de la nada, sin planearlos.
Nos despertamos al día siguiente,
yo un poco mas triste ya que era nuestro último día allí, fuimos a desayunar y
al volver, a Juan Carlos le volvió a sangrar la nariz, seguíamos sin entender por
qué, pero continuamos el día con normalidad. Fuimos a una playa distinta, ese
día hacía mucho viento y tuvimos que irnos antes a comer y preparar todo para
ir al aeropuerto. Hicimos la maleta y con mucha pena nos despedimos del hotel
donde habíamos pasado un fin de semana inolvidable.
Llegamos al aeropuerto, esperamos
un buen rato en el que aprovechamos para comprar ensaimadas y otros souvenirs a
nuestros padres y ya al fin, nos subimos al avión. El vuelvo fue corto aun que
recuerdo que lo pasé llorando por el dolor de oídos tan fuerte que tuve.
Aterrizamos en Madrid, allí estaban mamá y papá esperándonos con los brazos
abiertos y emocionados porque les contásemos con detalle todo nuestro viaje.
Sin embargo, Juan Carlos se empezó a marear un poco y de nuevo le empezó a
sangrar la nariz así que mamá y cris decidieron llevarle al hospital. Mientras,
nosotros nos fuimos a casa y le contamos nuestro increíble viaje a papá.
Los días pasaron y yo ya me había
acostumbrado de nuevo a la rutina de Madrid, colegio, baloncesto, estudiar…
Llegó julio, el mes mas caluroso del año en el que papá solía llevarnos a los
chicos y a mí al club a la piscina a pasar las tardes. Todo era genial y encima
todo mejoró cuando llegó el 15 de julio y tocaba hacer la maleta para irme con
mis amigas al campamento de Tagaste con el cole al que también iba Kike. Allí
pasamos unos días estupendos y llenos de buenos momentos y risas.
Hasta que llegó el 31 de julio y
tocó volver de vuelta a Madrid después de esos increíbles días de campamento.
Aunque bueno, eso tampoco era una mala noticia porque al día siguiente nos
íbamos los 5 juntos a Plentzia, el pueblo donde llevo veraneando desde que
tengo uso de razón y donde he pasado los mejores veranos de mi vida.
Llegamos a Plentzia un 31 de julio,
subimos a casa y allí estaba, como todos los años, la abuela Bego esperándonos
con los brazos abiertos y con muchas ganas de estar con nosotros. Sin embargo,
ese año fue algo diferente ya que nada mas llegar, antes de deshacer las
maletas y todo, papá y mamá nos dijeron que si podíamos ir un momento los 3 al
salón ya que tenían algo importante que decirnos. Mis hermanos y yo nos
quejamos al principio ya que lo único que queríamos era ir a ver a nuestros
amigos a los que llevábamos un año sin ver, pero fuimos, nos sentamos los tres
juntos y papá y mamá nos dieron la noticia menos esperada y más dolorosa que
jamás habíamos oído. “Juan Carlos se ha ido al cielo”, nos dijeron. Había fallecido
ese 21 de julio de 2018 de cáncer de páncreas. No supe que pensar, que hacer ni
cómo reaccionar después de esa noticia, así que me puse a llorar y me fui a mi
habitación. Pasé un rato horrible pensando en cómo era posible que hacía a
penas 2 meses estaba con Juan Carlos en esas playas de Mallorca, las cenas, los
paseos y todos los momentos en los que siempre nos hacía reír, y ahí me di
cuenta de lo mucho que le iba a echar de menos
Hoy, 6 años después de que se fuera
una de las personas más especiales que he conocido, te sigo recordando igual,
con tus chistes, tus fotos, tus risas y todos esos momentos inolvidables que
nos regalaste.
Nunca te olvidaré.
Iciar Vial Elorza 25
1ºB 24/10/2024
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