Inés Rodriguez Segura (Yo elijo vivir)


 

YO ELIJO VIVIR

 

Desde hace siglos que luchamos por nuestros derechos, por no ser discriminadas, por no ser maltratadas, acosadas, en fin, por una sociedad justa e igualitaria. Pero ¿dónde quedaron todos esos logros conseguidos?, ¿dónde quedaron mis derechos? Me presento, mi nombre es Husma, y hace tres años mi vida se convirtió en un infierno.

 

Hoy se cumplen treinta y seis meses desde la llegada de los talibanes a Kabul. Ellos arrasaron mi ciudad natal y ejecutaron a miles de personas inocentes que luchaba por sus vidas; también nos las arrebataron a nosotras. Mi país lleva décadas intentando hacer lo imposible para poder salvarnos de la expansión y represión del régimen talibán. Al final, el esfuerzo no sirvió para nada.

 

 Aun me acuerdo de aquel día. Desconocía que aquella mañana sería la última vez que iría a la escuela, y que, desde entonces, no iba a poder salir a la calle con tranquilidad. En ese momento no valoraba lo afortunada que era por gozar de esa libertad. Por esos tiempos trabajar, estudiar y hacer deportes no estaba prohibido, y salir a la calle sin un hombre, mostrando mi rostro, manos en público no atentaba contra la ley. Tampoco hablar, bostezar o suspirar. Por esos tiempos, llevar una vida normal no te conducía a ser detenida, aunque, esto solo fue el comienzo de una pesadilla mayor.

 

Pasadas unas semanas después de haber tenido que renunciar a mi educación, los talibanes también me obligaron a renunciar a mi familia. Al entrar me encontré a mis padres con un señor desconocido, al cual ya le pertenencia. Mis padres me habían casado con ese hombre ya que, según la ley, si no soy de la pertenencia de un individuo masculino, no estaba a salvo y no tenía derechos.

 

 Me marché de casa guardando en mi cabeza la cara de mis padres y todos los momentos felices que habíamos vivido como únicos recuerdos de la vida que tuve; sin poder decir ni un solo adiós u os quiero y viendo las lágrimas de mi madre, caminé hacia el desconocido. Desde ese momento pase a no ser considerada como mujer sino como un objeto, dedicado a servir y cumplir con todas las órdenes de mi nuevo esposo. Sin haber tenido la posibilidad de elegir con quién me casaba y si tenía hijos o no. Pero no pasa nada, sé que mis padres lo hacían para protegerme. Los talibanes están dispuestos a decidir sobre nuestras vidas también en estas cuestiones.

 

Meses después de comenzar mi nueva vida, veía como muchas de mis compañeras, amigas o vecinas pasaban por situaciones mucho peores que la mía. Se veía como eran maltratadas e humilladas por sus maridos. Ellas se me aparecían mientras rezaba, sobre todo por las noches, y me generaba una tristeza infinita. Entonces le pedía a Alá providencia para no verme yo en esa situación con mi marido; o con los motasabeen, es decir, la policía. Otras conocidas, en cambio, intentaban huir del país cruzando la frontera, pero si al cruzarla eran pilladas por la policía, como le ocurría a la mayoría, las ejecutaban. Las que han logrado huir se convertido en nuestra esperanza para poder salvarnos de la situación en la vivimos.

 

Con el paso de los meses la sociedad y los gobiernos se hicieron eco de nuestra historia y decidieron intentar ayudar ayudando a visibilizar la situación dada en nuestro país; cada vez más gente empatiza con nosotras. Pero al final, todo el mundo es muy valiente para opinar sobre el caso, pero no lo acaba siendo tanto para ayudar y aquí seguimos en nuestra cárcel talibán.

 

¿Dónde se quedaron todas esas familias?, ¿esos días de escuela?, ¿esas tardes de jugar a la pelota con tus amigos en la calle? ¿Dónde quedaron esos sueños a conseguir para poder ser médico, profesora, cantantes, escritoras...Donde quedo esa ambición por conocer el mundo y las culturas? ¿Dónde quedaron esos derechos, donde quedaron esas libertades? Nosotras también somos personas. Nosotras también queremos poder vivir.

 

Inés Rodríguez Segura, 22, 1B, octubre 2024.

 

 

 

 

 

 

 

 

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