Marta Gómez (El sueño que nos unió)


 

EL SUEÑO QUE NOS UNIÓ

 

Hoy, intentando relajarme antes de salir, me he acordado de aquel día, cuando solo tenía 5 años, que me cambió la vida.

 

Un lunes como cualquier otro, después de otro aburrido día de colegio, ya había cenado y estaba duchado. A punto de irme a dormir, fui al salón, como normalmente, ahí estaba mi padre, viendo otro partido de tenis. Cuando me vio entrar, me dijo que ya era hora de ir a la cama y yo, como siempre, me negué y conseguí que cediera, aunque en una condición, solo podía quedarme más si veía el partido de tenis con él. A mí siempre me había parecido aburrido, al fin y al cabo, solo son dos personas dando golpes a una pelota con su raqueta, o eso pensaba. No me costó nada decidir, porque, aunque odiaba el tenis, me gustaba más que ir a dormir pronto. Me senté con él y me empezó a explicar las normas, en ese momento me di cuenta de que a lo mejor nunca no me gustaba porque no había intentado entenderlo, ahora cada cosa me parecía mucho más interesante que la anterior. Ya que vio que no podía despegar los ojos de la pantalla, me contó quien era uno de los tenistas que estaba jugando, se llamaba Rafa, ese era uno de sus primeros partidos profesionales. Lo que más me sorprendió fue que solo tuviese quince años, como mi hermano mayor Lucas, que se pasaba todo el día en su habitación, mientras que chicos como Rafa salen en la tele. Ya se estaba haciendo tarde, solo quedábamos nosotros dos despiertos, a mí se me cerraban los ojos solos, aunque por fin ocurrió, Rafa ganó el partido. Esa noche soñé con ese deporte, algún día quería jugar contra él.

 

 

Esas semanas mi padre y yo nos unimos más que nunca, seguimos viendo partidos juntos. Como mi cumple se acercaba, me convenció para pedir una raqueta. No podía parar de pensar en ello, y por fin ese día llegó. Me regalaron una raqueta roja, mi color favorito; ropa de deporte, igual que la de Rafa, y la mejor parte, me dijeron que ese mismo finde empezarían clases de tenis. Yo ya me imaginaba a mí mismo en la tele, jugando contra Rafa, confiaba en que algún día lo lograría.

 

 

Tras unas semanas de ir clases de tenis todos los findes, estaba muy frustrado, no se me daba tan bien como yo esperaba, así nunca llegaría a nada. Le dije a mi padre que no quería seguir. Él me animó, dijo que me ayudaría y que iba a practicar conmigo. A partir de entonces, fuimos los dos a las pistas más cerca de la zona, como él jugó de pequeño, todavía se acordaba. Pasamos de ir a veces, a todas las semanas, y a todos los días, algunas veces, si él no podía, iba yo solo. Me apunté a clases más horas a la semana y me lo empecé a tomar en serio.

 

Cuando yo tenía 12, mi profesor favorito me animó a apuntarme a un torneo. Yo siempre decía que no quería, me daba miedo perder y decepcionar a mi padre, aunque él siempre dijera que eso nunca pasaría. Mi profesor me convenció, ya que sabía lo que quería lograr en el futuro, esa era la manera de empezar. El día del torneo, estaba muy nervioso. La primera ronda era contra Iván, un niño más mayor que yo. Antes de empezar a jugar yo ya estaba convencido de que perdería. Me ganó con mucha diferencia, salí llorando y enfadado, queriendo dejar mi sueño. En cuanto salí, vi a mi padre venir corriendo a abrazarme. Me recordó como Rafa, mi inspiración, por muchas derrotas que pasara, siempre volvía, sin perder el ánimo y confiando en que podía ganar. Cuando inició mi segundo partido, pensé en todo lo que me había dicho mi padre. Fue un partido difícil, pero no me derrumbé y lo gané. En ese primer torneo no me lleve la victoria, pero aprendí algo mucho más importante que lo que es ganar.

 

A los 15, por fin, gané mi primer torneo, con la misma edad que Nadal cuando le descubrí, me lo tomé como una señal. A partir de ahí, aunque con derrotas de por medio y esfuerzo, jugaba torneos casi todos los fines de semanas, y muchos los ganaba.

 

A mis 21 años, conseguí la invitación al primer torneo profesional de mi vida, tenía más ilusión que nunca, y confiaba en mí. Mi primer partido contra el #471 en el mundo, que para mí era increíble, empezó bien. Yo iba ganando, cuando al principio del segundo set, pisé mal y me hice un esguince. No pude evitar derrumbarme, como siempre, mi padre vino corriendo a animarme, esta vez no le escuche, sabía que sería el final de este sueño. Tras meses de recuperación, ya podía volver, pero yo no quería, me había rendido. Mi padre intentó convencerme, me dijo que él no quería nada más que verme cumplir mi sueño y que estaría ahí hasta conseguirlo. Aunque al principio seguí pensando lo mismo, me di cuenta de todo lo que llevaba haciendo por mí desde que me decidí por lo que quería conseguir. Fui a verle el día que le dije que iba a volver y le vi más feliz, pero, sobre todo, más orgulloso que nunca.

 

Volví a entrenar y pronto estaba listo para más torneos. Sabía que Rafa habría hecho lo mismo, una o las veces que hiciera falta, así que me propuse no volver pensar en abandonar. Desde ahí, con el apoyo de todos, sobre todo de mi padre, fui ganando torneos y mejorando.

 

A mis 24, cuando estaba en uno de los mejores momentos de mi carrera, detectaron cáncer a mi padre, estaba bastante avanzado. Cada vez le veía peor, gastaba todo el dinero que ganaba con el tenis en los mejores hospitales y tratamientos, aunque nada le ayudaba a mejorar. Yo seguía jugando, no podía dejarlo, él tenía que verme conseguirlo. Tras un tiempo, recibimos la noticia de que le quedaba poco tiempo. Me hizo prometerle que, aunque él no fuera a estar ahí para verlo, yo conseguiría mi sueño, nuestro sueño, jugaría contra Nadal, quien nos unió.

 

Ya ha llegado la hora de salir a jugar, después de años esperando a que llegara el momento, los últimos tres, los más difíciles, sin mi padre, lo he conseguido. Algo que lo hace todavía más especial, aunque también triste, es que hace unos días Rafa anunció su retirada. Le vi empezar, he crecido con él, me ha enseñado muchas cosas y por fin, ha llegado el día de enfrentarme a él, por primera y última vez. Cuando salgo y veo a Rafa esperándome, solo puedo pensar en que todo esto es gracias a mi padre, y en lo orgulloso que estaría de mí.

 

Marta Gómez Rodríguez

1º Bachillerato A

Octubre 2024

 

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