ACTA EST FABULA
21 de diciembre de 2112, me gustaría decir que es un día
como cualquier otro, mentiría. Como líder de mi pueblo he tomado muchas
decisiones y llevado a cabo muchas acciones, pero nada como lo que se me ha
presentado el día de hoy. A primera hora de la mañana me ha llegado la noticia.
Lo que parecía un pequeño altercado violento, algo ya generalizado, ha
desencadenado un hecho que podría cambiarlo todo. Es aún reciente, no saben muchos
detalles sobre lo ocurrido, pero parece que son los suficientes como para que
nuestro gobierno y agencias de inteligencia afirmen la posibilidad de que
nuestra potencia rival esté dispuesta a utilizarla: “el arma,” “la que acabaría
con todas las guerras.” Pero ellos no son los únicos con tal tecnología, no.
Cuando creía que ya era complicada la situación, recibo
una declaración que me corta la respiración: “Nuestros altos mandatarios han
llevado a cabo una amplia discusión sobre el cómo proceder ante estos hechos,
no hay unanimidad de opiniones. Por alguna razón la comunicación con el enemigo
no es posible, y no hay manera de saber realmente si atacarán o no. Señor, ahora
usted tiene la decisión final. "Hay un alboroto ruidoso a mi alrededor, la
gente está desesperada, no sabe qué hacer, siquiera saben que pensar, y todas
las miradas se fijan en mí. El mismo hombre que me informaba continúa aclarando
detalles, pero yo ya no le escucho, no escucho nada. Estoy sumido en un estado
que no había experimentado antes, no siento mi cuerpo y no puedo moverme, por
primera vez solo somos yo y mi pensamiento.
Ha pasado por tanto la humanidad, la historia se ha
caracterizado por el sufrimiento. Tras el último gran conflicto, que tantas
vidas se cobró, hubo un rayo de esperanza, un nuevo orden, una gran unificación
que, aunque no llego a completarse tuvo cierto éxito. Un nuevo mundo organizado
en dos super estados. Al fin y al cabo, menos naciones significarían menos guerras
¿no? Con los recursos correctos se podría lograr. Por supuesto que no, ya lo he
entendido, mientras haya hombres en la Tierra, habrá guerra. La maldad y la
estupidez son partes intrínsecas de nuestro ser.
Toda mi vida he estado al servicio del pueblo, he
garantizado el bienestar y la libertad. Ahora decidiré por ellos, sobre su
futuro, pero es mi libertad para decidir podría condicionar la libertad de
otros. ¿Y Si decido no dar la orden?, tal vez ha sido todo un malentendido y
nuestra contraparte decide de la misma manera, problema resuelto. ¿Pero y si no
es así, y ellos proceden?, nos destruirían. ¿Deberíamos entonces atacar, arriesgándonos
a derramar sangre en vano?
Todo lo que
sentía en un principio ha cambiado, el miedo, la angustia, el estrés, ya no
están. Ahora solo hay una emoción que me ronda la cabeza: duda. ¿Cómo? ¿Cómo es
posible que una sola persona tenga tanto poder, el poder sobre decidir sobre la
vida de los demás? Al final, ¿Qué es lo que me diferencia de cualquier otro? No
soy más especial que el resto de los billones que conviven en este planeta. Solo
soy uno más, cuyas circunstancias de la vida le han traído hasta donde está
hoy.
¿Por qué razones he actuado siempre?, ¿Por cuáles voy a
hacerlo ahora? ¿Será por la patria? ¿Es realmente correcta la idea de la
patria, o solo una justificación para encontrar un enemigo? ¿Será por los
valores que representamos? ¿Son los correctos o solo así lo creemos porque nos
representan? Somos tan egoístas que decidimos el significado de las cosas en
función de si nos benefician o no.
Sigo sin estar conectado con la realidad, pero sé que
estoy rodeado de los miembros de mi equipo, son mis camaradas, mis amigos, los
que me han acompañado en este largo viaje. No soy capaz de escucharlos aún.
Parecen desesperados y seguramente me instan a tomar una decisión. Confían en
mí, siempre lo han hecho. Siempre leales, son como perros. Necesitan que tome
la decisión, ellos no podrían por si solos.
La decisión de otra persona podría verse condicionada por
Dios, por el miedo de su castigo. La mía no, yo sé que no hay un Dios.
Simplemente no puede haberlo, si lo hubiera no nos permitiría jugar con él, porque
es eso lo que hacemos, jugamos a ser Dios. Tenemos la capacidad de crear vida,
así como tenemos la capacidad de exterminarla. Es curioso, hasta donde llegamos
las personas, nunca hemos llegado a erradicar las enfermedades que siempre nos
han acompañado. Sin embargo, hemos desarrollado la capacidad de acabar con
nuestra propia existencia en cuestión de minutos. ¿No seremos nosotros mismos
el propio cáncer de nuestro mundo?
Por fin vuelvo en mí, me invade un estado de serenidad.
“He tomado la decisión”, pienso para mis adentros. Pero mi recompostura no ha
venido sola, al fin y al cabo, un corazón anciano es frágil e impredecible. En
dos ocasiones había ocurrido ya y era cuestión de tiempo una tercera. Un ataque
al corazón, este no es como los otros, puedo sentirlo, no tendré tanta suerte
como antes. En mis últimos instantes solo siento vacío, no es paz ni conflicto,
solo es vacío. Ya no es mía la decisión.
Raúl del Río Escudero, 1ºB
(octubre de 2024)
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