Victoria González (Pequeño, poco, escaso…)


 

PEQUEÑO, ESCASO, POCO…

 

Desde 2014 Venezuela sufre una dictadura que afecta a la economía y los servicios sociales básicos. Además, luego la pandemia de la COVID-19 en 2020 hizo que se agravara la situación. Según pasaban los años, los venezolanos se desesperaban y temían por sus vidas cada vez más, hasta que llegó 2025.

 

Era un martes tranquilo en el vecindario de El Barrio de Las Mercedes. Laura salía de su casa a las 7:45, un poco más tarde de lo normal pero tranquila porque sabía que llegaba a tiempo a primera clase. Lucas estaba a punto de llegar a clase. Mateo iba en el bus. Y a Sofía la llevaba en coche su padre. Estos cuatro chicos iban al mismo colegio desde que tenían 4 años pero se habían hecho amigos a raíz de la pandemia, ya que en ese momento todos vivían en la misma urbanización. Han pasado ya 4 años.

 

Laura, Lucas, Mateo y Sofía asisten ya a su último año en el colegio, el próximo año sus caminos se separan. Son muy distintos entre sí; Laura es muy habladora y valiente, quiere estudiar filología inglesa, Lucas es muy astuto e inteligente, estudiará derecho, Mateo es el más gracioso y alegre, su trabajo soñado es ser policía y por último Sofía, ella es tímida y muy sensata, va a hacer una ingeniería. Sin embargo, hay algo que les une a todos, la dictadura de Venezuela les ha arrebatado su libertad.

 

En esa mañana de instituto estos amigos estaban hablando de la injusticia que estaban viviendo. Cada uno desde su perspectiva pero llegando a una conclusión común: hay que hacer algo. Cada uno propuso una idea. Laura pensó en hacer un podcast internacional. A Lucas se le ocurrió mandar cartas a los diferentes políticos que estaban en contra de la situación actual del país para mostrarles apoyo y ayuda. Mateo había pensado en algo más , en ir a las protestas. Y Sofía, simplemente, propuso mezclar todas las ideas. Y tan sencillamente, ese martes, en ese instituto nació el movimiento SMALL. Que aunque sea una unión de sus iniciales, les representa bastante bien, un origen con pocos recursos, escasas facilidades, pequeños cambios…

 

El movimiento SMALL consistía en hacer campaña y propaganda de lo que estaba sucediendo actualmente en el país y el objetivo era intentar concienciar a la máxima población posible, recibir ayuda de todos los que están en contra e iniciar el cambio hacia algo mejor.

 

En primer lugar, crearon unas redes sociales donde publicarían todas sus propuestas y actividades. Que si ir a las manifestaciones, que si mandar cartas a diferentes países, que si grabar vídeos de apoyo a Marina Corina. Todo empezó así. Pero según iban ganando seguidores, la situación se empezó a descontrolar. Empezaron a montar ellos sus propias manifestaciones, su movimiento se estaba haciendo tan grande, que todo el mundo esperaba su llamada para actuar. El movimiento era tan grande, que el hasta dictador se había enterado.

 

Laura, Lucas, Mateo y Sofia. 4 niños. Solo 17 años. Eran perseguidos por la policía, por la guardia civil, por el ejército, por espías secretos. Ya no era seguro seguir con el movimiento. ¿Pero qué pasaría se no seguían adelante ahora? ¿qué pasaría con toda esa gente que tiene esperanza gracias a ellos?¿qué pasaría con su futuro? Y aunque ponía en riesgo su vida, siguieron adelante, porque estaban marcando una diferencia porque estaban logrando algo porque la dictadura estaba empezando a romperse y ahí es cuando más fuertes tenían que estar.

 

Otro día más en el que se disponían a hacer una manifestación. Laura se había maquillado con unas rayas horizontales en sus mofletes indicando que estaba preparada. Lucas llevaba la camiseta del movimiento SMALL. Mateo había cogido una bandera de Venezuela. Y Sofia estaba haciendo una pancarta. Cuando ya estaba los cuatro juntos, se dirigieron al punto de encuentro de la manifestación. Por primera vez, no hay un ambiente de jubileo, sino un ambiente cargado de rabia, furia y quejas. No se oía nada concreto, no se veía nada concreto. Los cuatro amigos intentaron entrar en aquel tumulto de gente, pero fue imposible: Laura, fue la primera en quedarse atrás, seguida por Sofía que se cayó y Lucas se quedó para levantarla, pero Mateo sí que llegó. Se estaba colando entre las personas para poder ver lo que pasaba, pero se estaba empezando a agobiar. Le llegaban golpes de todos lados, cada vez oía más gritos, se sentía una hormiga comparado con el resto de su alrededor. Estaba llegando al centro, un poquito más, estiraba sus piernas intentando no pisar a nadie pero su cuerpo no cabía por los mismos sitios sin empujar a los que tenía delante. Un poquito más. Un poquito más.

 

-Un poquito más- dijo el médico mientras le apretaba el pecho para que volviese a latir el corazón.

 

Mateo abrió sus ojos, ya no estaba en aquel alboroto, estaba en la ambulancia. Sentía un punzante dolor en el estómago: tenía un agujero de bala. Y ahí estaba Mateo,  luchando por su vida, de nuevo, pero ya no era Mateo de 6 años, ahora era Mateo de 17, un niño que había hecho un cambio en aquello que le había arrebatado su libertad, esta vez no sería así. Ya ha empezado el cambio, ya ha empezado el movimiento.

 

 

Victoria González Afonso 1B 10/2024

 

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