PROMESAS EN SILENCIO
Hoy es 20 de septiembre, es el cumpleaños de mi madre,
siempre me acuerdo
de la fecha porque es justo un mes antes
del mío, este año cumplo diez años y estoy muy emocionada porque mis padres
me prometieron una fiesta con todos mis amigos del colegio y con una tarta de fresa, mi sabor favorito. Después del cole,
hemos ido al cine, mis padres, mi hermano y yo para celebrar el cumple de mi madre, me lo he pasado
genial, además, ella siempre ha sido una fanática de las películas románticas y hoy mi padre le ha sorprendido con este regalo.
Aparte, mi hermano
pequeño y yo le hemos regalado unos pendientes que le hicimos el otro
día con conchas de la playa, le han
encantado. Estoy muy feliz.
En el patio del colegio les he contado a mis amigas lo divertido que fue
el cumpleaños de mi madre ayer, me encanta
contarles cosas y estar con ellas. ¡Por cierto, mañana
es viernes! Todos
los viernes vamos a dormir a la casa de una de nosotras, cenamos pizza,
contamos historias de miedo, anécdotas y chistes. Es mi día favorito
de la
semana.
Es sábado, son las 9 de la mañana y mi familia y yo estamos en el coche
yendo a visitar a mi abuela a su
pueblo, que está a unas horas de la ciudad. Hemos aprovechado que el lunes es festivo para pasar más tiempo en la casa
de mi abuela, porque mis padres dicen que hay que aprovechar el tiempo que nos queda con ella, pero yo no lo
entiendo por qué dicen eso, mi abuela
siempre ha repetido que va a llegar a tener tataranietos. Yo estoy segura de
que es verdad. Mis abuelos se casaron
hace ya 54 años, pero mi abuela no ha podido verle desde sus bodas de oro; me acuerdo de cuando mi
madre me recogió del colegio, y en el coche me dijo que el abuelo no se pudo recuperar, pero que ahora está en un
sitio mejor. Me dio mucha pena no
haberme despedido de él, pero sé que me acompaña a todos lados y nos recuerda
todo lo que nos quiere todos los días.
Me lo he pasado súper bien en el pueblo, como siempre que voy. Me encanta
ir patinando a la plaza con mi
hermano y jugar con nuestros amigos que viven ahí, somos pocos, pero siempre que me voy les echo mucho de menos y no
puedo esperar a la próxima vez que les visite. El domingo estuvimos todos un rato rezando por mi abuelo y mi
abuela comenzó a llorar, sé que es
la que más le echa de menos. Aunque yo no crea en el destino, estoy segura de
que ellos eran almas gemelas.
Quedan justo dos semanas para mi cumpleaños, y no paro de recordárselo a
mi familia, creo que piensan que soy
pesada, pero espero que sepan que lo que más ilusión me hace es pasar el día con ellos y que me canten el
cumpleaños feliz como todos los años. Aunque tengo que confesar que también estoy muy emocionada porque, en mi casa, el
cumpleañero elige la cena del día y
hace tiempo que no como mi plato favorito, el knafeh, que tiene queso y miel, y
mi padre prepara el más rico
del mundo.
Ayer durante la cena, les dije a mis padres que mi profesora ha dicho que
no vamos a tener clases hasta dentro
de un tiempo, les pregunté si sabían algo y no me respondieron. No estoy muy preocupada porque
me encanta no ir al colegio, solo estoy un poco triste
porque no voy a
poder ver a mis amigas.
Pero mi hermano
y yo siempre nos lo pasamos genial.
Nos molestamos e inventamos juegos nuevos.
Han pasado tres días desde que no tengo colegio y me aburro un poco, sin
embargo, eso no es lo que me
importa ahora mismo. Últimamente mis padres están distantes y solo hablan de
las noticias. No consigo comprender
por qué no están sonriendo todo el día, como hacían hace unos días. Espero que no sea porque se van a separar, no se me
ocurre algo peor que eso. Y, aunque
mi hermano tiene cuatro años menos que yo, sé que él también se entera de que
algo no va bien.
Creo que ya sé porqué mis padres
están así, mi padre me dijo ayer que se va unos días de viaje por trabajo, me dijo que no me preocupara
porque mamá se va a quedar para cuidarnos y que en cuanto termine
volverá. Me acabo
de despedir y, pese a que se supone que todo va a mejorar,
siento que todo está cambiando muy rápido y lo que más me frustra es no saber
el porqué. Cada
día se me hace más largo que el anterior, y, además, desde hace unos
días me está costando dormir, no paro
de oír sonidos muy fuertes por la noche, y a veces, cuando se oye más alto, noto como
retumban las paredes. No sé si estamos
en peligro.
Quedan diez días para mi cumpleaños, pero en vez de pensar en eso todo el
rato, no puedo parar de preguntarme cuál será la razón por la que mi madre no para de llorar,
ella dice que no la puedo ayudar, eso me duele mucho
porque mi padre no ha vuelto todavía para consolarla. Igual le echa mucho
de menos.
Ya no estoy en casa. Hace unos días vinimos en tren a la casa de mis
tíos, porque los sonidos fuertes
empezaron a oírse durante todo el día y las calles de alrededor de casa estaban
muy sucias, o eso creo yo. Mamá sigue sin decirme nada, ni siquiera
de mi padre, ¿y si le ha pasado algo malo? Además,
mi hermano no para de llorar, pero por lo menos ahora puedo dormir
bien y salir a la plaza e
intentar hacer amigos, porque ha sido muy difícil irme sin despedirme de mis mejores amigas.
Estoy cansada de mis tíos, nunca me han caído
bien, pero aún menos si tengo que convivir con ellos
todo el rato. Echo mucho de menos a papá. Quiero volver a casa y reírnos los
cuatro juntos.
Es 21 de octubre, me he levantado a desayunar, y al ver el calendario de
la cocina y darme cuenta de que ayer
fue mi cumpleaños, he echado a llorar y he corrido a decírselo a mi madre, pero solo me he encontrado con mis tíos,
y me han dicho que mamá se fue ayer por la noche a casa para venir de vuelta con la abuela, porque no pudo venir
con nosotros. Ahora tengo diez años.
No me puedo creer que ayer no pasara el día entero con mi familia, ni tuviera
una fiesta con una tarta de fresa ni
cenar mi plato favorito. Tampoco me di cuenta. Ha pasado lo que temía que podría
ser lo peor. Y ahora
solo quiero volver
atrás para soplar
las velas y desear que todo vuelva
a ser como antes.
Finalmente, ya lo sé todo. Toda la verdad, lo que más me dolía, no
pensaba que pudiera hacerme más daño. La única razón por la que me quedo es mi hermano.
Todo lo demás se ha
roto y lo he perdido. Pero él sigue queriendo jugar conmigo y me hace
sonreír todos los días, sus ojos, a pesar de todo, aún confían en mí. Él me necesita, y yo a él más que nunca.
Ni siquiera he tenido el consuelo, ahora
convertido en agonía,
de decir adiós tres veces más.
Mencía
Redruello 1º Bachillerato A Octubre 2024
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