LA
HISTORIA DE MARÍA DOLORES
Era un fin de semana muy calmado; yo
estaba de vacaciones en Villa Gesell con mi marido Federico. Cuando me desperté,
no tenía nada que hacer, así que decidí dar una vuelta por el paseo marítimo;
había sido una semana muy dura.
Durante nuestro paseo, decidimos
pararnos a desayunar en una cafetería. Estuvimos hablando de lo bien que nos lo
estábamos pasado de vacaciones juntos. Ese momento de felicidad nos llevó al
pasado, recordando cuando nos conocimos hace 50 años. Yo le dije lo rápido que
se me había pasado el tiempo al lado suyo, lo felices y orgullosos que estamos
de nuestros hijos; nuestros nietos, incluso sobre nuestros hermanos y hermanas
... cada uno con sus cosas. Resumidamente, hablamos sobre la familia que teníamos
juntos y habíamos creado. En ese momento, yo pensé en lo importante que era él
en mi vida y lo feliz que me hacía; no me podía imaginar vivir sin él. Sin duda
ese desayuno fue la mejor parte de mi día, ya que no me podía ni imaginar lo
que estaba por pasar.
Nada más terminar el desayuno,
pagamos y nos dirigimos hacia la finca en la que nos alojábamos. Esta está al
lado del Hotel Villa Gesell en Dubrovnik, el cual estaba en reformas. Federico y yo todos los días al verlo nos
quedábamos alucinando de lo bonito que era, y de las ganas que teníamos de que
acabarán las reformas para poder volver a este sitio mágico y alojarnos en
aquel Hotel.
Al llegar a la finca, Federico me
pidió que me arreglara porque tenía una sorpresa para darme. A mí esto me hizo
mucha ilusión, nunca había visto a Federico tan nervioso. Comencé a pensar en
la sorpresa y en lo que podía ser; llegué a la conclusión de que me iba a
llevar al mejor sitio de la ciudad a comer, donde hace 50 años me pidió
matrimonio, con un anillo precioso que sigo guardando. Sin duda unos de los
mejores días de mi vida. Entonces escogí mi mejor vestido y me arreglé lo
máximo posible.
En ese momento, mi mayor pesadilla se hizo realidad. Comenzó a temblar el suelo, la tierra rugía y todo se movía a mi alrededor. Entré en pánico, aunque tampoco entendía nada de lo que estaba sucediendo. Entonces miré por la ventana y vi como las ultimas plantas de Villa Gesell se derrumbaban, y yo sin poder moverme. Noté como partes del edificio se caían encima de la finca donde estábamos y como poco a poco se iba desmoronando todo encima nuestro. Yo en la única persona que podía pensar en ese momento era en Federico y en que todo iba a salir bien, que alguien nos iba a sacar de ahí. Pero con seguridad no sabía dónde estaba ya que le había perdido de vista después de irme a arreglar.
Perdió el conocimiento no sé cuánto
tiempo y, de repente, escuche un milagro. Era el sonido de la ambulancia y de
los bomberos. Ellos consiguieron sacarme de allí; cuando me levante estaba en
una habitación extraña, con dos hombres que me explicaron lo que me había
sucedido, pero yo solo podía pensar en Federico. Les pregunte a esos dos amables
hombres por él. Fue aquel momento, el momento más doloroso de mi vida. Ellos me
dijeron que no sabían nada, que no tenían ninguna noticia, pero que
desgraciadamente mucha genta había fallecido.
Nada más escuchar esas palabras se
me vinieron a cabeza diversas teorías, pero me negaba a pensar que él había
fallecido; ya que en mi cabeza no cabía la opción de vivir sin él.
Desgraciadamente fue así. Federico ya no estaba conmigo. En el hospital, horas
más tarde, el equipo médico me lo confirmó. Entonces pensé en quitarme la vida,
ya que para mí no tenía ningún sentido vivir sin él, pero de repente, me llegó
un mensaje. Era mi hija y entendí que había gente que me necesitaba y que Federico
querría que viviera a toda costa.
Nada más me dieron el alta, mi
familia voló hasta aquí, a Dubrovnik donde Federico y yo habíamos estado de vacaciones
y el lugar de mi gran pesadilla. Enterramos a Federico al lado de aquel querido
hotel donde sucedió todo. Yo, María Dolores, me mude a Dubrovnik a vivir para
estar cerca de él, y mi familia volvió a su hogar; no obstante, les visitaba
mucho y ellos a mí igual que a mi marido. Todos los domingos pasábamos por el
cementerio a dejarle rosas.
Pero hoy es un día diferente, hoy
día veintinueve de octubre del 2028, tres años después del accidente, por fin a
llegado el día en el que le he vuelto a ver. Ahora estaremos juntos para
siempre.
Reyes Rodríguez Segura 1ºA 30/10/2024
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