CON LAS MANOS BLANCAS:
Era la mañana del día 12
de julio de 1997, llegaban mi hermano y su novia en el tren de las 12:00 que
venía de Sevilla, fuimos a recogerles en coche a la estación. Dejamos las
maletas en casa y nos fuimos a hacer turismo por las calles de Madrid. Hacía
dos días que habíamos escuchado la noticia sobre el secuestro de Miguel Ángel
Blanco, un joven político español y concejal del Partido Popular de la
localidad de Ermua, por tres miembros de
ETA, los cuales pidieron como rescate la concentración de todos los presos de
la organización terrorista en cárceles vascas y dieron al gobierno de Aznar
hasta las 16:00 horas del día 12 para llevarlo a cabo. Los etarras amenazaron
con matarle si el gobierno no hacía lo que le pedían. El gobierno no podía
ceder a sus propuestas porque eso significaría someterse al chantaje de la
banda terrorista.
A pesar de dedicar toda
la mañana al turismo visitando sitios como el Museo del Prado, la Plaza Mayor,
el Palacio Real … todos teníamos presente que los minutos, convertidos en horas
iban consumiéndose. Aquel día toda España estaba pendiente del reloj.
Nos montamos en el
coche con destino al Valle de los Caídos. Pusimos la radio y cuando estábamos
llegando, escuchamos la fatídica noticia. Dos hombres, mientras paseaban, habían
encontrado el cuerpo de un chico con una bala en la cabeza, ese chico, era
Miguel Ángel Blanco. Todos nos quedamos en silencio, intentando asimilar la
noticia mientras una profunda tristeza nos invadía. Al bajarnos del coche, ya
en nuestro destino, había mucha gente haciendo cola y todo el mundo hablaba de
lo mismo, de la injusticia tan grande
cometida con ese chico tan joven. España entera se inmovilizó. Al día siguiente
se organizaron manifestaciones en muchas ciudades españolas.
Yo no podía quedarme en
casa, sentía la necesidad de salir y gritar con
ira en contra de este asesinato que habíamos presenciado todos los
españoles a cámara lenta. Yo asistí a la manifestación de Madrid, en la cual
participaron más de 1 millón de personas en total. Había personas de todas las
ideologías, de todas las edades, incluso niños, todos unidos por lo mismo. Con
nuestras manos pintadas de blanco, símbolo de la paz, decíamos BASTA, pedíamos
que hechos como el secuestro y asesinato del inocente Miguel Ángel Blanco no volvieran
a repetirse nunca más.
Él era un chico joven,
buena persona, le gustaba la música, tenía una novia, una familia, tenía planes
de futuro, todos rotos aquel 12 de julio. Todo el calvario sufrido por él hizo
que España entera se transformara y así, el espíritu de Ermua invadió todo el
país. Este fue el principio del fin de ETA.
Esperanza Marín
Fernández 1ºB
Febrero de 2017
Buena historia
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