VAMOS DE LA MANO
Mi nombre es Aurelia Brouwers, vivo en Denver, Holanda y
actualmente tengo veintinueve años y nunca he sido feliz, no conozco el
concepto de felicidad.
Cuando tenía doce años, un día, estando en el colegio, mi profesor
de educación física se acercó a mi y extendió mis brazos dejando ver mis
cicatrices y heridas. En ese momento no supe como reaccionar, era demasiado
pequeña para reconocer lo que estaba haciendo. Llamó a mis padres y les contó
lo que había pasado. No me di cuenta de lo que realmente les importaba a mis
padres hasta ese momento, pues sufro el trastorno de apego, lo que significa
que no he creado nunca un vínculo saludable con mis padres.
Al cabo de unos años, la cosa no mejoró, desarrollé depresión
crónica, seguido de muchos intentos suicidas, ansiedad, trastorno de estrés
post traumático, psicosis y escucho voces. Llevo media vida ingresada y
recetada con pasillas, fuertes, de prueba etc. Me echaron de dos centros
psiquiátrico y cuando me fui a vivir a un apartamento, la ambulancia y policía
acudían a mi casa una tres veces al mes por mis intentos de suicidio y por la
seguridad de mis vecinos, ya que caminaba por la calle dando gritos y a veces, hasta
con un cuchillo.
Si tuviera que describir lo que sufro todos los días sería así: Mis
pesadillas se repiten en las pocas horas de sueño que puedo conseguir, pero es
todavía peor cuando me levanto. Es como si tuviera pequeñas agujas
en la cabeza y un martillo las golpeara cada segundo. Se trata de
una lucha continua que se libra dentro de mí. Es algo tan malo que no puedo
entender como lo ha creado mi propia cabeza y ahora es parte de mí. Siento que
ha venido un demonio y se ha apoderado mi cabeza. Ya no veo el final, es una
batalla diaria que llevo perdiendo años, algo que va más allá de mis
enfermedades mentales.
Vivo cada día controlada por mis emociones, están fuera de mi
alcance poder controlarlas. A veces siento una ira y mi cuerpo me pide a gritos
hacer caso, pero al segundo puedo encontrarme con un sentimiento de vacío
interior muy profundo. El trastorno límite de personalidad me lleva ha actuar
de forma impulsiva e intentar realizar el auto suicidio.
Necesitaba que
escucharas mi historia, porque las cosas se pueden solucionar desde un
principio, por eso a mi no me dio tiempo. El primer paso es darte cuenta, y a
veces nosotros mismos no nos damos ni cuenta, por eso hay que saber llevar el
siguiente paso. Saber pedir ayuda y saber aceptarla, tendemos a ser muy
cabezotas y no queremos reconocer lo que pasa, nos da miedo el que van ha
pensar de mí, y por eso nos ponemos una coraza que refleja en un carácter
simpático y agradable, cuando realmente por dentro nos derrumbamos poco a poco.
La salud mental es igual de importante que nuestra salud física.
En un mundo en el que la presión y estrés pueden ser abrumadores, es muy
importante recordar que cada paso que damos hacia el autocuidado mental, nos
acerca a una vida más feliz y plena. Desde pedir ayuda hasta saber comprendernos
, cada decisión que hacemos ha favor de nuestra salud mental nos encamina hacia
una paz y equilibrio emocional.
Que el caso de Aurelia sea un recordatorio para que esta sociedad
sea mas comprensiva y carismática, donde el sufrimiento mental se tratado igual
que cualquier otra enfermedad.
FIN
Irene García Alcalá-Zamora
1ºB
Comentarios
Publicar un comentario