LA
DURA VIDA DE UN NIÑO EN MITAD DE LA GUERRA
Amir un niño de 12 años, que vivía en una pequeña localidad
del sur de Israel. Amir era un niño entusiasta e inquieto. Antes del inicio del
conflicto, su vida estaba repleta de instantes de alegría: disfrutaba de sus
amigos en el parque, jugando al fútbol y podía pasar tiempo con su familia sin
que exista ninguna preocupación.
Sin
embargo, un día todo cambió. Las inevitables sirenas despertaron a Amir y su
familia, y su madre cogió su mano y se dirigió con su padre al refugio de su
familia. Amir abrió los ojos, temblando, y buscó respuestas en los rostros de
sus padres, pero solo encontró el mismo dolor que había experimentado. Durante
varios días apenas salieron de casa. Cuando sonó la alarma, corrieron a los
refugios e intentaron descansar en el silencio. Amir comienza a notar el miedo
en los rostros de sus familiares, lo que aumenta su propio miedo.
Las
primeras semanas resultaron particularmente complicadas. Ya no existía
posibilidad de asistir a la escuela, y las actividades con sus amigos en el
parque eran únicamente un recuerdo. Los días se combinaban en una rutina de
miedo y ansiedad. En ocasiones, percibían ruidos de explosiones a lo lejos, y
la tensión en el hogar se intensificaba. Amir se transformó de un niño
indiferente en un niño que comprendía el valor de lo que implicaba la guerra,
aunque no entendía completamente el conflicto que estaba experimentando.
Con
el paso de los días, la vida se transformó en otra. Su padre, que habitualmente
volvía del trabajo a las seis de la tarde, ahora apenas estaba a casa, ya que
dedicaba largas horas a asistir en labores de emergencia para proteger a su
país. Amir experimentaba la necesidad de una figura de protección, y se
empeñaba en ser sólido para su madre y su hermana menor, a pesar de que él
también se percibía desorientado.
Un
día, tras salir del refugio tras una alarma, Amir observó el cielo y encontró
algo que lo inundó de tristeza y alegría simultáneamente: un grupo de aves en
vuelo en formación. Se percató de que, pese a la guerra, la vida continuaba
avanzando, y en ese momento se dio cuenta que él también debía continuar. Con
el pasar de los días, comenzó a redactar en un papel de un cuaderno las
emociones que lo atormentaban. Su madre le había enseñado que en ocasiones
escribir ayudaba a desahogarse y sentirse mejor, y Amir halló en esas palabras
una gran ayuda.
Con
el paso del tiempo, la familia de Amir se vio obligada a trasladarse a una
ciudad menos afectada por la guerra a unos trescientos kilómetros de su antiguo
barrio. A pesar de que le gustaba su antigua casa. Amir se sintió paz al
observar que en su nuevo barrio los niños tenían la posibilidad de salir a
divertirse. A pesar de que el conflicto aún los perseguía, Amir se percató de
que, tras todo lo que experimento, había tenido un gran crecimiento física y
mentalmente y ahora comprendía la relevancia de apreciar cada día en paz y la
vulnerabilidad de la vida.
En
su nuevo hogar, Amir halló fuerzas para continuar avanzando, contando con la
ayuda de su familia. La esperanza de que en algún momento la paz vuelva y pueda
volver a su ciudad, al parque de su niñez. El conflicto le había quitado una parte
de su infancia, pero también le había enseñado la importancia de la esperanza y
como nuestras vidas pueden cambiar en poco tiempo.
Amir
descubrió que, a pesar de esta dura etapa que ha pasado, siempre hay una
solución que se puede encontrar, ya sea en la esperanza o el afecto familiar.
Aunque la guerra lo había cambiado por completo, él anhelaba un lugar donde
gozar de paz, donde él y sus amigos pudieran volver sin miedo a casa y donde
las sirenas solo fueran un recuerdo lejano.
Luis Duran, 1ºBachillerato, A, 6/11/2024
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