Ana Díaz Tortuero (Secuelas de la guerra)



SECUELAS DE LA GUERRA
Me llamo Jerónimo Díaz de Santos y procedo de una familia modesta del Valle de Cabuerniga de Cantabria y nunca olvidare el  día del 18 de julio, el día que estalló la sublevación militar que encabezaba el General  Franco.
 No sabíamos nadie qué estaba pasando. Hay que pensar que en aquel tiempo, no había medios de comunicación. Toda la información que se iba teniendo, era por medio de alguna persona que saliera fuera o bien algún forastero que venía al pueblo.
Los vecinos del pueblo venían a mi casa a la hora que daban las noticias, para informarse de lo que estaba ocurriendo en España, que no era otra cosa que una guerra civil entre españoles.
Yo estaba a punto de licenciarme en la “mili” (por entonces duraba tres años) cuando estalló el mal llamado “alzamiento nacional” y a los tres años de servicio militar, le tuve que añadir los algo más de tres años de guerra. Yo nunca me había metido en política, por lo tanto, no tenía preferencias por ningún bando, aunque simpatizaba con la República y con el PSOE; para mí fue lo más natural hacer la guerra junto al régimen establecido y defender la legalidad vigente por entonces. Además no había otro remedio: era militar en la zona republicana.
En seguida me incorporé el ejército o más bien fueron llamados a fila, yo que pertenecía a la  parte republicana de Madrid tuve que poner rumbo a Rusia para aprender a volar aviones rusos, me encantaba volar mi avión caza ruso, se llamaba Polikarpov I-16. Nuestra base área estaba en San Javier (Murcia).
La etapa de la guerra fue para mí como a muchas tantas personas, fue unas de las situaciones más aterradoras de mi vida, era un tiempo en el que estábamos separados de nuestras familias, no sabíamos si podrían estar bien… Así fue transcurriendo el tiempo, meses de guerra, combates y más combates, en los que veías heridos por todas partes, la gente lo pasaba muy mal… Son estas  imágenes terribles que de tanto en tanto me vienen a la memoria como pesadillas que me persiguen.  Momentos de dolor, situaciones injustas, terribles muertes y lágrimas de impotencia mezcladas en un borroso recuerdo.
Tras pasada la guerra civil, con Franco y una dictadura, yo seguía viviendo en Madrid, hasta que un día me llamaran para que me presentará a una hora y día determinado en una comisaría de Policía de Madrid, pero imaginándome para que era, ya que había participado en la guerra por parte del bando republicano, entonces mande a un amigo para que se informará del porque estaban citando a la gente. Al final, mi amigo consiguió saber que estaban llamando a las personas del bando republicano para mandarles a trabajos forzados.
Cuando me enteré,  me alisté a la Legión y una vez alistado el gobierno de entonces no pudo evitar que me fuera a África con la Legión.  Africa, un continente como ningún otro en el que parece que es un mundo diferente, divisaba por primera vez la española ciudad de Ceuta. Tras once horas de viaje en el Tren Estrella desde Aranjuez, llegamos a Algeciras la primera tanda de reclutas que nos debíamos incorporar a filas para cumplir nuestro compromiso con la Patria. 
Bajamos del tren como una marea humana dirección al Puerto para embarcarnos en el ferry que nos llevaría a Ceuta. Nos enseñaban a manejar con destreza tanto el armamento individual como colectivo con el que contábamos, desmontábamos y montábamos las armas las con los ojos cerrados, defendíamos, hacíamos emboscadas, patrullas, sabíamos orientarnos por medios naturales y estábamos perfectamente capacitados en todo tipo de instrumentos de orientación y uso de mapas, ectera. Tres años después volví a Madrid y aunque seguía vigilado por la secreta y me hacían visitas de vez en cuando.
Empecé a trabajar de  empleado en la Librería Villegas. Pero esta librería cerró y me quede sin empleo, yo era un apasionado de los libros, me encantaba leer. Entonces decidí empezar a vender libros casa por  casa para conseguir dinero para sacar a mi familia adelante, hasta que finalmente decidí crear mi propio negocio de libreria con dos empleados en la calle Viriato, en torno a los años 50, me encantaba mi negocio, ponía mucha ilusión y empeño en él y gracias a eso mi empresa fue creciendo, al igual que mis hijos que ya empezaron a ayudarme en el trabajo y gracias a todo ese esfuerzo lo que empezó a ser un negocio de librería con dos personas se convirtió en una empresa de más de 100 personas con cinco librerías entre Madrid, Andalucía, Barcelona y Santiago a finales de la década pasada.
Yo cada vez, debido a mi edad fui dejando más el trabajo a mi hijos José Manuel y Joaquín para que ellos se ocuparan del negocio. A mis 80 años de edad mis hijos y yo decidimos fundar una editorial, la editorial Ediciones Díaz de Santos, al igual que la librería que se llamaba Diaz de Santos, especializada en libros técnicos y de ciencias. Yo poco a poco fui dejando mis responsabilidades al frente del negocio. Aunque teniendo 80 años seguía levantándome a las 6 de la mañana para ayudar en todo lo posible.

Ana Díaz Tortuero

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