Luis Sobremazas (Triste Navidad)





Triste Navidad

Llevaba caminando más de media hora, sin rumbo ni dirección alguna. Había atravesado la calle Serrano, casi entera. Su nariz y sus mejillas habían adquirido un tono rojizo, y notaba sus ojos algo húmedos. En la calle se respiraba felicidad, era 30 de diciembre, y el color de la Navidad inundaba Madrid. Él, se iba haciendo hueco entre la multitud, cabizbajo y, con un sentimiento completamente opuesto al de la gente. Para él, esas Navidades no iban a ser lo mismo. Se quedó parado al llegar al final de la calle.

- ¿Y ahora qué?- se preguntó.

Sus piernas temblaban, el frío aumentaba, y la noche cada vez era más cerrada. En frente, se hallaba la puerta de Alcalá.  Decidió cruzar la calzada, y llegar hasta la rotonda donde se hallaba el monumento. Se colocó debajo, y se dejó caer. Se preguntaba por qué todo lo malo le pasa a la gente buena.
Esa misma mañana, se había levantado con una pésima noticia. Su tío acababa de fallecer. Al oír esto, un nudo en el estómago y una lágrima derramándose por su mejilla, habían sido sus únicas formas de expresión frente a la noticia. Supo que esas nochevieja no iban a ser lo mismo sin él. Había pasado todo el día en su habitación, sin hablar, ni escuchar nada. Solo pensaba en eso que se había llevado a su tío. Eso de lo que todos hablaban mal, que todos odiaban, y que nadie sabía como hacerlo desaparecer ni acabar con ello. Por eso decidió salir, y caminar por las frías calles de Madrid.

Decidió volver a su casa, donde su madre le esperaba preocupada, le preparó una taza de leche caliente, la cual él ni probó, si no que directamente, se fue a dormir.
Comenzado el día 31, un rayo de sol invernal, atravesó su ventana, lo que le hizo levantarse. Estaba bastante desanimado y desganado. Su sensación no era la misma que cada año en esa misma fecha. Notaba un vacío, notaba que algo faltaba. Los nervios previos al 2014 ni se asemejaban a los vividos años anteriores. Su forma de anudarse la corbata antes de la cena no era la misma, ni su forma de cuidar cada detalle previo a la cena. La pérdida de uno de sus seres más queridos le había arrebatado la ilusión para aquella noche, la misma ilusión con la que desde niño, llevaba afrontando aquel día, compartiendo con su familia, y sobre todo, con su tío, con el que tantas veces había llorado de la risa al atragantarse con ese despistado pipo de las uvas...

Ahora lloraba de tristeza, ¿ qué irónico, verdad?. Todo aquello se había ido sin más... Y... ¿qué pasaría ahora?

-Maldito cáncer- Pensó.

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