Paula Soler (Buenas noches mamá)





BUENAS NOCHES MAMÁ
Todo se veía borroso desde debajo de la cama, el pequeño Alexander permanecía allí tal  y como su madre le había pedido antes de irse, no tenía que hacer ningún ruido o su padre descubriría el escondite, esas habían sido sus palabras. Después se retiró de su lado y le dio un último beso en su pequeña cabecita añadiendo a sus anteriores palabras:
-          Recuerda que pase lo que pase y oigas lo que oigas no puedes salir de aquí debajo Alexander, sino mami no te querrá, y tú no quieres eso, ¿verdad?
El niño ante el temor de que las palabras de su mamá fueran ciertas hizo caso y asintió dándole un último adiós lanzándole un beso con la mano. Su madre le dio una sonrisa triste y le indicó que se tapara con el dobladillo de la colcha. Después de un tiempo así, el niño empezó a aburrirse de aquello y decidió hablar.
-¿Mamá? – preguntó con la voz temblorosa -. Quiero salir,  ya no quiero jugar más.
Sacó una manita por debajo de la colcha que se arrastraba por los bordes, tocó la moqueta húmeda y se estremeció volviendo a su lugar, para momentos después picado por la curiosidad volviera a asomarse y viera que la habitación estaba en penumbras y solo un haz de luz se colaba por la ventana entre abierta. Era diciembre, el último mes del año, el más frío, y se notaba en el aire gélido y fuerte que soplaba moviendo las pesadas cortinas de la habitación. Para un niño de apenas tres años, aquel era el lugar perfecto de una película de terror, y eso lo asustaba. El juego le había parecido divertido en un primer momento cuando su madre se lo propuso, pero de eso hacía ya más de una hora, y la echaba de menos, quería volver a estar entre sus cálidos brazos rodeado de amor.
-¿Dónde está? – gritó una voz masculina desde el otro lado de la puerta, Alexander recordó las palabras de su madre y volvió a su pequeño escondrijo debajo de las sábanas.
-¡Te digo que no está en casa! – ni siquiera escuchando la voz de su madre se atrevió a salir de allí. Por instinto, cuando el hombre comenzó a soltar improperios, el pequeño se tapó los oídos y cerró fuerte los ojos, como si aquello le protegiese del mundo, pero en el fondo sabía que aquello no saldría tan fácilmente de su cabeza, quiso salir, estaba preparado para arriesgar el amor de su madre solo por comprobar que ella estaba bien, pero entonces algo lo detuvo.
 Un disparo retumbó en el pasillo y de repente todo se quedó en silencio. Después de un tiempo prudencial, el niño se arrastró hasta la puerta como desde un principio había querido hacer, pero detrás de está había un cuerpo bloqueándola. Sangre y más sangre se colaba hasta rozar la mano de Alex, él solo pudo mirarlas con horror y salió en busca de su madre cuando vio que era aquel cuerpo que le había impedido salir. El pequeño gateó hasta estar a su lado e intentó despertarla.
-¿Mamá? – susurró moviendo la mano de la mujer –. El suelo se ha manchado, no he sido yo – un momento de silencio -. Mamá, ¿estas enfadada? ¿Por que no te mueves? ¡Despierta, mamá! 

Alexander lloraba preguntándose si de verdad su mami ya no le quería por haber salido de allí, aún así hizo lo único que se le ocurrió a tan pequeño niño, cogió la mano de su madre y la pasó abrazando su cuerpecito y acurrucándolo contra el de ella.

- Buenas noches mamá - dijo el pequeño.

Después solo sintió esa sensación de calor que añoraba y se durmió.

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