CARTA SIN
DESTINATARIO
¿Quién me iba a decir que el motivo de
mis alegrías iba a ser hoy el causante de mis desvelos?
La vida da demasiadas vueltas como para
poder pararnos a pensar en la respuesta ya que en breve nos habrán cambiado la
pregunta.
Mi nombre es Adam Smith y aquí me
encuentro, en este camerino, uno de tantos. Camerinos que al principio estaban
llenos de sueños y en los que ahora sólo habitan los cigarros y el alcohol.
Estamos a punto de salir a uno de los últimos
conciertos de nuestra carrera musical, pero esto es sólo una sombra de lo que
un día fuimos. Esta ya será la última vez que gritemos sobre un escenario,
aunque eso ya lo dijimos la anterior, y la anterior, y la anterior… Al final es
una manera de autoconvencernos de que seguimos teniendo ideas geniales, sin
embargo esto es sólo la pensión que nos están pasando aquellas que nos
surgieron en nuestra tierna juventud.
Han sido tantas las personas y cosas
realmente importantes las que se han ido desvaneciendo en el camino que ya ni
siquiera soy capaz de distinguir entre el bien y el mal.
Antes lo único que realmente era valioso
eran aquellas tardes de verano cuando todo comenzó.
Mis mejores amigos y yo nos pasábamos
horas tocando temas de nuestros grupos favoritos, una y otra vez. Creamos
nuestro propio grupo. Johnny, mi mejor amigo, era el cantante, Fred el batería,
Rob el bajo, y yo la guitarra. Lo que empezó siendo un hobbie acabo por ser
nuestro objetivo. Queríamos que todo el mundo nos conociera e idolatrara. Al
fin y al cabo, ese es el sueño de cualquier persona, ¿no es así?
Un buen día se nos presentó un productor
interesado en nuestro talento y en un abrir y cerrar de ojos, con un solo tema,
estábamos en lo más alto de las listas nacionales. Creíamos estar viviendo un
sueño, y pusimos todo nuestro empeño en crear temas que llegaran a la gente y
nos colocaran en lo más alto a nivel mundial. Poco a poco nuestra fama fue
creciendo y según crecía, el ritmo era cada vez mayor, llegando a ser insoportable.
Todos los días eran un no parar, apenas dormía. Lo peor eran las giras, yo
siempre me he considerado un tipo hogareño, pero siempre pensé que las giras
eran algo mágico y apenas se echa de menos el hogar.
Así fueron las dos primeras. Cada nuevo álbum
requería salir a patear el mundo, pero no de la manera que me hubiera gustado.
De ciudad en ciudad, de país en país, la gente gritaba al vernos y apenas
podíamos dar dos pasos sin que nadie se abalanzara sobre nosotros. Era algo
agotador y las disputas entre los componentes del grupo no cesaban. Al final,
lo único que nos aliviaba y nos daba la energía necesaria para sobrellevar
nuestro acelerado ritmo de vida eran las drogas. Cuando te das cuenta, estás
enganchado y te es imposible dejarlo. Tras unos largos años de música, alcohol
y drogas mi mundo parecía derruido por mí mismo. El grupo se separaba y volvía,
así hasta dos veces. Nuestros fans se emocionaban al vernos juntos de nuevo y
lloraban al separarnos.
Ahora, aquí estamos, tras treinta años
de carrera, los adultos que veo en el espejo, me recuerdan a aquellos
chiquillos que encontraron la fama
demasiado pronto. El mundo de la música es un lugar maravilloso si tienes la
mente suficientemente concienciada y sabes jugar tus cartas. Sin embargo, este
mundo no está hecho para todo el mundo. Pero no todo fue malo, para alguien que
adora la música no hay nada más grande que oír a millones de personas cantar a
tu lado tus canciones en un concierto. Tras un tiempo pensándolo, he decidido marcharme. Ya es hora de que empiece a vivir
como alguien anónimo, normal. En este tiempo he pasado mis peores momentos pero
también mis mejores y creo que nunca estaré suficientemente agradecido a Dios
por todo lo que me ha dado.
Muy pronto me despediré de mis compañeros
y me iré. Esta carta no se la enviaré a nadie, porque realmente no tengo a
nadie a quien enviársela. El primero que la encuentre, ya sea el señor de la
limpieza, mi representante o cualquiera de mis tres amigos, sepa que jamás
olvidare lo vivido y que aquí les dejo las memorias de un no tan famoso, Adam
Smith.
María Vega Marín
Nº30
1ºA
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