LA
IMPACTANTE VIDA DE JAMES FOLEY
Mi
nombre es James Foley. Por si no sabéis quién soy, voy contaros mi breve pero, a la vez, intensa
vida.
Nací
en Rochester, estado de New Hampshire en el año 1973. Tuve la suerte de nacer
en una familia católica que siempre quiso lo mejor para mí. Acabados mis
estudios en el colegio, decidí estudiar la carrera de periodismo en la
Universidad de Massachusetts, ya que era lo que realmente me apasionaba,
conseguir información de todo el mundo y ponerla en manos de la gente para así
poder disfrutarla ellos también. Un día, cuando tuve la suficiente confianza y
experiencia como periodista, decidí ampliar mis fronteras. En aquel tiempo
trabajaba para una empresa americana llamada GlobalPost.
Me ofrecieron ir a Libia para informarme de
los conflictos allí existentes, acompañado por mi gran amigo y compañero Anton
Hammerl. Ambos accedimos, muy ilusionados, teniendo en cuenta las advertencias
de nuestros familiares y amigos. Intentamos buscar información en los lugares
más enrevesados de la zona, lo que tuvo devastadoras consecuencias. Fuimos
secuestrados por el grupo terrorista Muammar Gadafi. Tuve la suerte y astucia
de ver mi oportunidad de oro para escaparme de aquella pesadilla. Tras cuarenta
y cuatro días volví a ver la luz debido al despiste de uno de los terroristas
que nos vigilaban a Anton y a mí. Conseguí escapar con un enorme vacío… Anton
fue visto y decapitado.
Cogí
un avión de vuelta a América. Viví una vida bastante tranquila hasta la
siguiente propuesta de GlobalPost un año después… Siria. Como el hombre
tropieza dos veces con la misma piedra, acepté la propuesta y fui secuestrado
de nuevo por una banda terrorista que atacaba en Siria. Me liberaron gracias a
un enorme pago por parte de mi empresa a los secuestradores.
Y aquí
viene el mayor error de mi vida. Yo soy un hombre aventurero, sin miedo a nada.
Acepté la siguiente propuesta; el Estado Islámico. Cuando ya llevaba allí dos
años secuestrado, como en anteriores ocasiones, Obama, presidente de mi país,
anunció intenciones de ataque de los Estados Unidos al Estado Islámico. La
fortuna me traicionó de nuevo al ser visto por un hombre islámico, y éste
reconocer mi nacionalidad americana. Él y su banda creyeron que la mejor manera
de contestar a las intenciones de Obama era actuar con violencia y amenazar a
un país entero con mi muerte. Decidieron grabar mi decapitación y darla a
conocer frente a los medios de comunicación. Era la vez que más miedo había
sentido en mis 41 años de vida. Esta vez no había salida… Me llevaron a una
explanada, y un hombre con un traje naranja que le cubría el cuerpo entero y
una máscara negra que le tapaba la cara, se situó junto a mí. El hombre sostenía
un enorme cuchillo, y yo ya me podía oler lo que iba a ocurrir. Los terroristas
me obligaron a dar falsas declaraciones sobre mi país y familia frente a una
cámara, siendo
amenazado de
que si no lo hacía, mi muerte sería más lenta y dolorosa. En el video acusé al
gobierno de Estados Unidos de ser mis verdaderos asesinos, y a mi hermano,
soldado americano, de haber firmado mi
muerte tras bombardear zonas islámicas. Después de mis dolorosas palabras el
hombre prosiguió diciendo cosas en contra de mi país. A continuación, el
verdugo me mató decapitándome con el cuchillo que sostenía. El video termina
con una fotografía de mi cuerpo ensangrentado con mi cabeza situada encima.
Podéis pensar que fui
un poco ingenuo al haber puesto mi vida en riesgo tantas veces, habiendo ido a
lugares tan peligrosos y habiendo sido secuestrado tres veces. Pero no me
arrepiento de haber ido a ninguno de esos viajes, ni siquiera del último. Yo
viví toda mi vida haciendo lo que me apasionaba, trabajar de periodista,
incluso en el momento de mi muerte. Gracias a mi muerte mi familia volvió a
saber de mi tras dos años secuestrado y sin ninguna noticia de mi existencia.
Gracias a aquel vídeo han descubierto a un miembro de este grupo terrorista, el
asesino que me mató, el británico Abdel
Majed. Desafortunadamente, tras mi muerte decapitaron a otras dos personas,
Alan Henning y Peter Kassig.
El sentido que le quise
dar a mi vida era ayudar a los demás. Cuando era joven hice voluntariado con mi
universidad y así aprendí
que era un niño sobreprotegido y que el mundo tenía problemas reales. Conocí a gente que quería ofrecer sus corazones a otros y yo
decidí unirme a ello. Descubrí como son las cosas lejos de mi casa, lo mal que
lo pasan otras personas por todo el mundo y como se viven las guerras. Por
ello, mi consejo es que encuentres lo que le dé sentido a tu vida y vivas por y
para ello.
Marta
Martinez Rodriguez 1A
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