EL DIA J
Faltaba 1 minuto, un minuto
para vivir la mejor experiencia posible en toda tu vida, a un minuto de que tu
sueño que llevas deseando cumplir desde pequeño se haga realidad. El entrenador
ya había hecho lo suyo, los días anteriores había estudiado al otro equipo,
horas antes nos lo había demostrado y minutos anteriores nos había motivado. La
leña ya estaba echada al fuego, el minuto ya va por la mitad y sientes como la
adrenalina te va subiendo cada vez mas, piensas en todo lo que te ha costado,
pero también piensa en todo lo que podrá salir mal, pero ¡no!, hoy no, piensas inmediatamente,
hoy es tu día y el de millones de madridistas que ansiadamente desean esta histórica
copa.
Suena la música, es el
momento de salir 100.000 personas en el estadio viéndote en directo y otros
millones más viéndote desde sus casas. Llegas al centro del campo, a un lado
los árbitros, al otro tus compañeros, en tu brazo una banda que indica que eres
el capita, pero no un capitán cualquiera, el capitán del mejor equipo del
mundo, y una brazalete que no lo lleva cualquiera, este brazalete que a veces
puede ser incomodo significa que eres el guía de tu equipo, el faro de tus
compañeros.
Mientras piensas todo esto,
la música sigue sonando. No es una música cualquiera, para mi es el mejor himno
del mundo por detrás del de tu país y el de tu equipo, el Real Madrid. Sonaba
el himno de la Champions League, este himno por mucho que lo escuches siempre
te causará la misma sensación, esa misma sensación que tenias en tu casa cuando
eras pequeño y lo escuchabas mientras soñabas con estar algún día ahí, una de
las mejores sensaciones del mundo, te ponía la piel de gallina.
Se acaba la música y llega el
momento de saludar a los árbitros y rivales a la vez que les deseas suerte. El
rival, pues que decir de ese rival que tanto odio tienes desde que eres pequeño
hasta ahora, ese rival en el que siempre has pensado en humillarles, que les
ves siempre con esa camiseta blaugrana tan fea, con ese escudo que no puedes ni
ver, pues si, ahí estaban, ahí delante de ti, para poder hacer realidad tus
sueños de vencerles, pero no en una ocasión cualquiera, sino la mejor ocasión
posible, en la final de la Champions, esa en la que tu equipo es superior a
cualquiera y mucho mas al Futbol Club Barcelona.
Tras el saludo, el arbitro
toca el silbato indicando el inicio del partido, ese silbido que te puede
llevar tanto a la gloria eterna como a lo mas profundo de infierno.
Pasaban los minutos y las
ocasiones pero el gol no llegaba para ninguno de los dos equipos. La fe seguía intacta,
estaba siendo un partidazo, las dos aficiones enloquecidas animaban esperando
ansiosamente ese gol que los elevase a lo mas alto, ese gol que nada en este
mundo es capaz de darte tanta satisfacción.
Pero de repente PUM, te quedas sin voz, se te
parte el alma, los aficionados que antes animaban enloquecidos ahora callan, el
eterno rival te acababa de hacer un gol… Yo como capitán, no se me ocurre nada
mejor que coger la pelota de la red y empezar animar a mis compañero, “todavía
esto no esta acabado, somos capaces de lo mejor, este partido se va a remontar
por que somos el Real Madrid y por todos esos aficionados que nunca nos han
fallado, hoy no es el día, ¡vamos!”
La grada, esa grada de la que
yo nunca había dudado, tardo casi menos que yo en volver a animar, pero esta
vez el doble de fuerte. Todos nos vinimos arriba y el partido para nosotros no había
hecho nada mas que empezar. Las ocasiones seguían llegando pero no éramos
capaces de materializarlas.
De nuevo sonó el silbato, era
el descanso. Llegamos todos sabiendo que podíamos hacerlo, el mister no dijo
nada, era consciente de que podíamos hacerlo, simplemente antes de volver al
terreno de juego, nos cayo a todos y dijo: “salir ahí y demostrar todo lo que sabéis,
por que esta copa es nuestra y nadie nos la va a arrebatar.”
Piiiiii, el colegiado había
dado comienzo a los segundos 45 minutos del partido. Como ya habíamos hecho en
la primera parte nuestra presión era asfixiante y el balón y la ocasiones
estaban de nuestro lado, hasta que…
¡GOOOOL GOOOOOL GOOOOL! Mi
amigo y compañero Cristiano Ronaldo acaba de hacer uno de los mejores goles de
toda la historia del futbol, jugada típica suya que arranca con el balón en el
medio del campo se va de 4, se mete un poco para dentro y ¡boom! Zapatazo a la
escuadra derecha que toca por dentro y gol.
Al volver a nuestro campo miré
el marcador, era el minuto 71 y todavía nos quedaban 19 minutos mas el añadido
para intentar meter otro gol o evitar que nos marquen otro, que seria como un
disparo directo al corazón sin ningún tipo de protección para evitarlo. El
partido se volvió loco, había empezado a ser un partido de ida y vuelta en el
que podía pasar de todo. Su portero saco 2 grandísimas manos, pero el nuestro,
que decir del nuestro, Súper Keylor, como yo le llamo, había hecho una de las
suyas. Era el minuto 80 cuando Keylor había hecho la mejor parada vista en toda
la historia, acababa de sacar una mano allí arriba, en la escuadra izquierda,
algo impresionante y que muy pocas o ninguna vez mas se volverá a ver.
Ya solo quedaban 10 minutos,
el cansancio iba a mayor, las piernas empezaban a pesar cada vez más, pero las
oportunidades no paraban pero el marcador continuaba 1 a 1 y el tiempo seguía
corriendo.
Minuto 91, el colegiado había
dado 3 minutos de añadido. El partido parecía ya muerto y listo para sentencia,
tenia pinta de que tendría que haber prorroga y sino penaltis, pero de repente
Cristiano tenia ganas de liarla otra vez, coge un balón sin dueño en el medio
del campo y arranca como si de su vida fuese en ello. Se va de uno, se va de
dos, se mete para dentro y… ¡Booooom! Saco otro zapatazo como el del primero
gol pero con la mala suerte de que esta vez no entro sino que los 3 palos habían
hecho otra de las suyas, aquel tremendo zapatazo se había estrellado en el
larguero. Tras estrellarse en el larguero el balón salio disparado hacia
arriba, yo que estaba en la frontal vi como el balón caía del cielo, casi con
nieve debido a la altura que este había cogido y que justo iba a caer en el
mismo lugar donde yo me encontraba. Decidí colocarme para pegarle a puerta sin
que el balón tocase el suelo, aquel gol me haría histórico, así que cuando
cayo, lo remate a la perfección, con la velocidad y dirección adecuada y…
¡RIIING RIINNGGG RIIINGG!
Otra vez aquel maldito despertador me había levantado en el mejor momento de
todo el sueño.
FIN
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