Jacobo Zaglul (El día J)





EL DIA J

Faltaba 1 minuto, un minuto para vivir la mejor experiencia posible en toda tu vida, a un minuto de que tu sueño que llevas deseando cumplir desde pequeño se haga realidad. El entrenador ya había hecho lo suyo, los días anteriores había estudiado al otro equipo, horas antes nos lo había demostrado y minutos anteriores nos había motivado. La leña ya estaba echada al fuego, el minuto ya va por la mitad y sientes como la adrenalina te va subiendo cada vez mas, piensas en todo lo que te ha costado, pero también piensa en todo lo que podrá salir mal, pero ¡no!, hoy no, piensas inmediatamente, hoy es tu día y el de millones de madridistas que ansiadamente desean esta histórica copa.
Suena la música, es el momento de salir 100.000 personas en el estadio viéndote en directo y otros millones más viéndote desde sus casas. Llegas al centro del campo, a un lado los árbitros, al otro tus compañeros, en tu brazo una banda que indica que eres el capita, pero no un capitán cualquiera, el capitán del mejor equipo del mundo, y una brazalete que no lo lleva cualquiera, este brazalete que a veces puede ser incomodo significa que eres el guía de tu equipo, el faro de tus compañeros.
Mientras piensas todo esto, la música sigue sonando. No es una música cualquiera, para mi es el mejor himno del mundo por detrás del de tu país y el de tu equipo, el Real Madrid. Sonaba el himno de la Champions League, este himno por mucho que lo escuches siempre te causará la misma sensación, esa misma sensación que tenias en tu casa cuando eras pequeño y lo escuchabas mientras soñabas con estar algún día ahí, una de las mejores sensaciones del mundo, te ponía la piel de gallina.
Se acaba la música y llega el momento de saludar a los árbitros y rivales a la vez que les deseas suerte. El rival, pues que decir de ese rival que tanto odio tienes desde que eres pequeño hasta ahora, ese rival en el que siempre has pensado en humillarles, que les ves siempre con esa camiseta blaugrana tan fea, con ese escudo que no puedes ni ver, pues si, ahí estaban, ahí delante de ti, para poder hacer realidad tus sueños de vencerles, pero no en una ocasión cualquiera, sino la mejor ocasión posible, en la final de la Champions, esa en la que tu equipo es superior a cualquiera y mucho mas al Futbol Club Barcelona.
Tras el saludo, el arbitro toca el silbato indicando el inicio del partido, ese silbido que te puede llevar tanto a la gloria eterna como a lo mas profundo de infierno.
Pasaban los minutos y las ocasiones pero el gol no llegaba para ninguno de los dos equipos. La fe seguía intacta, estaba siendo un partidazo, las dos aficiones enloquecidas animaban esperando ansiosamente ese gol que los elevase a lo mas alto, ese gol que nada en este mundo es capaz de darte tanta satisfacción.
 Pero de repente PUM, te quedas sin voz, se te parte el alma, los aficionados que antes animaban enloquecidos ahora callan, el eterno rival te acababa de hacer un gol… Yo como capitán, no se me ocurre nada mejor que coger la pelota de la red y empezar animar a mis compañero, “todavía esto no esta acabado, somos capaces de lo mejor, este partido se va a remontar por que somos el Real Madrid y por todos esos aficionados que nunca nos han fallado, hoy no es el día, ¡vamos!”
La grada, esa grada de la que yo nunca había dudado, tardo casi menos que yo en volver a animar, pero esta vez el doble de fuerte. Todos nos vinimos arriba y el partido para nosotros no había hecho nada mas que empezar. Las ocasiones seguían llegando pero no éramos capaces de materializarlas.
De nuevo sonó el silbato, era el descanso. Llegamos todos sabiendo que podíamos hacerlo, el mister no dijo nada, era consciente de que podíamos hacerlo, simplemente antes de volver al terreno de juego, nos cayo a todos y dijo: “salir ahí y demostrar todo lo que sabéis, por que esta copa es nuestra y nadie nos la va a arrebatar.”
Piiiiii, el colegiado había dado comienzo a los segundos 45 minutos del partido. Como ya habíamos hecho en la primera parte nuestra presión era asfixiante y el balón y la ocasiones estaban de nuestro lado, hasta que…
¡GOOOOL GOOOOOL GOOOOL! Mi amigo y compañero Cristiano Ronaldo acaba de hacer uno de los mejores goles de toda la historia del futbol, jugada típica suya que arranca con el balón en el medio del campo se va de 4, se mete un poco para dentro y ¡boom! Zapatazo a la escuadra derecha que toca por dentro y gol.
Al volver a nuestro campo miré el marcador, era el minuto 71 y todavía nos quedaban 19 minutos mas el añadido para intentar meter otro gol o evitar que nos marquen otro, que seria como un disparo directo al corazón sin ningún tipo de protección para evitarlo. El partido se volvió loco, había empezado a ser un partido de ida y vuelta en el que podía pasar de todo. Su portero saco 2 grandísimas manos, pero el nuestro, que decir del nuestro, Súper Keylor, como yo le llamo, había hecho una de las suyas. Era el minuto 80 cuando Keylor había hecho la mejor parada vista en toda la historia, acababa de sacar una mano allí arriba, en la escuadra izquierda, algo impresionante y que muy pocas o ninguna vez mas se volverá a ver.
Ya solo quedaban 10 minutos, el cansancio iba a mayor, las piernas empezaban a pesar cada vez más, pero las oportunidades no paraban pero el marcador continuaba 1 a 1 y el tiempo seguía corriendo.
Minuto 91, el colegiado había dado 3 minutos de añadido. El partido parecía ya muerto y listo para sentencia, tenia pinta de que tendría que haber prorroga y sino penaltis, pero de repente Cristiano tenia ganas de liarla otra vez, coge un balón sin dueño en el medio del campo y arranca como si de su vida fuese en ello. Se va de uno, se va de dos, se mete para dentro y… ¡Booooom! Saco otro zapatazo como el del primero gol pero con la mala suerte de que esta vez no entro sino que los 3 palos habían hecho otra de las suyas, aquel tremendo zapatazo se había estrellado en el larguero. Tras estrellarse en el larguero el balón salio disparado hacia arriba, yo que estaba en la frontal vi como el balón caía del cielo, casi con nieve debido a la altura que este había cogido y que justo iba a caer en el mismo lugar donde yo me encontraba. Decidí colocarme para pegarle a puerta sin que el balón tocase el suelo, aquel gol me haría histórico, así que cuando cayo, lo remate a la perfección, con la velocidad y dirección adecuada y…
¡RIIING RIINNGGG RIIINGG! Otra vez aquel maldito despertador me había levantado en el mejor momento de todo el sueño.

FIN

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