Paula Soler (Tatiana)



TATIANA

Tatiana, Tatiana, Tatiana...
Me encuentro tumbado en el húmedo césped, boca arriba, contemplando la estrellada noche que se cierne sobre mí poco a poco, y lo único que se me viene a la mente en este momento, es aquel maldito nombre, que tras dos meses sin oírlo, aún sigue persiguiéndome, intentado persuadirme para volver a ser pronunciado por mis labios, pero no, esta vez es diferente, esta vez no ocurrirá, aquel nombre saldrá por fin de mi vida y por ello estoy aquí tumbado en el parque en el que una vez su nombre y el mío estaban dibujados en el mismo corazón.
Entonces el sonido del timbre de una bicicleta nubla mi mente, y con esto se disipa el hilo de mis ya no tan coherentes pensamientos. No me levanto, no me incorporo, ni si quiera me giro para ver de dónde proviene aquel sonido, no lo hago porque ya lo sé. Luego una calma me inunda completamente y se que ya no estoy tan solo, aunque también se que el libro que sostengo entre mis brazos es lo último que me queda y que quizá no esté tan dispuesto a dejarlo ir como pensaba, por eso lo aprieto fuertemente contra mi pecho, y es como si aún pudiera oírla.
- Déjala ir, no hay nada que puedas hacer ya, John.
Entonces esa voz rompe toda ilusión que aún quedara, y descubro de nuevo el vacío que hay en mí, me siento confuso y entonces no sé qué hacer, ¿me enfado? En realidad no puedo hacerlo, porque no siento absolutamente nada más que eso, nada. Ahí es cuando echo a llorar, creo que por frustración, o quizá porque la echo de menos, no lo sé, ya no sé nada, pero tampoco importa.
- Vamos, tienes que volver a casa, estar aquí no ayuda , ¿no crees?
La miro, y veo esos grandes ojos aguamarina que brillan por la luz de la luna, son iguales que los de ella, así que sigo mirándola, su larga melena algo ondulada cae hasta su cintura, no es el mismo rubio, pero si parecido, es casi blanco y se agita con la suave corriente de aire que sopla ahora. No hace frío, pero lleva un vestido corto de flores con una camisa vaquera y unos calcetines altos hasta las rodillas, como solía llevar ella.
Pero hay un problema, y es que no es ella.
Lo intenté por un tiempo, intenté pensar que era ella de nuevo, que había vuelto por mí, pero me equivocaba como tantas otras veces lo había hecho, ella nunca volvería a mirarme con aquellos ojos, nunca volvería a cantar o a bailar para mí, ella simplemente... nunca volvería. Y era por eso que aquel libro era tan valioso, porque era el primer y a la vez último recuerdo que tenía, así que sonreí.
- ¿Sabes cómo nos conocimos, Lucy?
Me miró como solo su hermana solía hacerlo, y no supe cómo reaccionar,creo que lo notó y por eso apartó la mirada, así que solo seguí mirándola esperando por una respuesta, y tras unos minutos robando la vista que solo yo había tenido antes de que ella llegara, volvió de nuevo sus ojos ahora llorosos a mí y me dedicó una triste sonrisa.
- No, no lo sé, pero creo que vas a contármela, así que no intentaré adivinarlo, ella era muy...impredecible, ya lo sabes.
- Te contaré como llegué a enamorarme de ella, como fue lo mejor y lo peor a la vez que me ha pasado en la vida, te contaré cómo conocí a Tatiana.
Fue en este mismo parque, yo solía pasear por aquí y pensar en mis cosas, me inspiraba mucho a la hora de dibujar la paz de este lugar, y entonces escuché gritos, era algo tan inusual en aquel sitio que decidí comprobar de dónde venía. Aquello me llevó a un chico algo más mayor que yo, de unos veinte años, hablaba por teléfono a gritos insultando a quién sabe quién y tenía un gesto serio y enfadado, en la otra mano llevaba un libro rojo no muy gordo, y lo sostenía con fuerza.
Entonces el sonido del móvil golpeando el suelo levantó mi vista de aquel libro y se dirigió de nuevo al joven que ahora me miraba y venía en mi dirección, se veía dolido y aguantaba las lágrimas que luchaban por salir, aún así me miró y me tendió el libro.
- Por favor dáselo a Tatiana, ella lo reconocerá y vendrá a por él, espera aquí hasta que venga, yo no puedo soportar volver a verla, así que hazme el favor.
- Claro, lo haré, pero ¿podría saberse porqué no se lo das tú mismo?
- Es una mentirosa, no la conozcas o acabarás igual que todos.
-  Mmm, creo que...gracias.
Entonces miró una última vez detrás de mí y salió corriendo murmurando un último adiós, así que miré el libro por un momento y la carátula no era la propia de uno, sino la de una agenda, fui a abrirlo cuando unas manos se cernieron posesivamente sobre él y lo cerraron antes de que pudiera leer nada.
- ¿Sabes que es de mala eduación leer algo que no es tuyo?
- Yo... - fui a contestar cuando la vi y me quedé sin palabras. Aquella chica era tan impresionante que me había hecho perder la cabeza por un instante. Lo más alucinante eran sus ojos, eran tan bonitos y a la vez estaban tan tristes y vacíos, que su belleza era de una manera extraña en la que no veía nada más en todo el parque que a ella.
- Tú... vas a dejar de mirarme así ya, gracias.
No puedo evitarlo, fui a contestar, cuando decidí que con el carácter que tenía no ganaría nada con ello. Me di cuenta entonces de lo que me había dicho aquel chico y di media vuelta en sentido contrario al de Tatiana, quería evitar problemas, como me había recomendado, y entonces su voz angustiada me llamó.
-Chico, espera, ¿qué es lo que te ha dicho Luke de mí?
- Oh...nada, yo tengo que irme lo siento.
- Vale, esperaré tu llamada.
Entonces salió corriendo sin decir nada más, y pensé que ni si quiera me había dado su número. Horas después averigüé que lo había metido en mi chaqueta, y decidí llamar, hablamos durante horas y horas, y no lograba comprender porqué aquel chico salía tan mal parado por haberla conocido, no lo comprendía entonces claro. Tras esa llamada, quedamos al día siguiente, y al siguiente, y así otros muchos, siempre con aquella mirada que no lograba descifrar, era todo un misterio, y eso no era precisamente bueno, costaba trabajo descifrarla, y a medida que creía conocerla me costaba aún más entenderla, con su extraña actitud, protectora de su agenda y sonriente solo en ocasiones tristes, a veces incluso se marchaba de repente alarmada por quien sabe que sin decir nada. Fue en uno de esos días en los que corría sin avisar fuera de mi casa y dejaba su agenda sin darse cuenta, lo hizo el tiempo suficiente para que yo pudiera abrirla.
Había páginas y páginas cubiertas con nombres de hombres, todos tachados excepto uno al final de una de las últimas páginas: John. Ese era mi nombre, justo debajo del de Luke. Levanté la cabeza un momento intentando pensar qué era todo aquello, y luego volví a la agenda, había un pequeño papel dentro de un sobre al final de la agenda con un montón de direcciones, pero la mía no se encontraba entre ellas, solo se leía un nombre: Lucy y el que debía de ser su número de teléfono, lo apunté corriendo en mi móvil y volví a guardarlo justo cuando sonó el timbre y una muy histérica Tatiana me quitaba la agenda de las manos con el rimmel corrido por toda la cara, luego se fue.
Y creo que ya sabes el resto de la historia.
Se fue y no volvió nunca, ella era mi todo y después de que se fuera yo ya no era nada.
Ni si quiera podía intentar recuperarla como Luke, porque esta vez si que se había ido de verdad, y yo...estaba enamorado de ella.
Creo que ahí fue cuando las lágrimas caían sin parar, y mi cabeza descansaba ahora en el regazo de Lucy que me susurraba que todo estaría bien, como llevaba dos meses haciendo.
- Sabes que no fue tu culpa, a veces las personas nos hacen sentir especiales, nos hacen creer que solo nosotros existimos para ellos, y cuando se cansan simplemente se van, sin explicación alguna y buscan otra persona a la que contar la misma historia, Tatiana es solo una chica a la que rompieron el corazón hace tiempo, es una más en la lista de otra persona, por eso escribió la suya propia.
- No me culpo por ello, solo busco la forma de olvidarme de ella.
- ¿Sabes? Hay una cita que me gusta mucho, que dice : el infierno no existe porque todos los demonios están aquí, bien John, si todos están aquí, ¿porqué no lidiar con ellos? Tatiana tenía los suyos propios y lidiaba con ellos... a su manera. Pero, ahora ella se ha ido como muchas otras personas que amamos lo hacen, pero no por eso debe acabarse tu mundo, tienes que seguir adelante, por ella, por ti, porqué no por mí también, busca el lado bueno de las cosas, eres pintor, ¿no se te ocurre nada que sacar de esto?
Pensé en todo lo que había sentido con ella, y todo lo que no sentía ahora y decidí mezclarlo , decidí darme una oportunidad, empezar de cero , innovar, cambiar, mejorar, pero sobre todo continuar, porque todos nos merecemos segundas oportunidades y nuevos comienzos, y por qué no, ese podía ser el mío, así que aflojé el agarre del libro y lo dejé caer para seguidamente mirar a Lucy y a sus ojos llenos de algo que Tatiana nunca había tenido: esperanza e ilusión , entonces la besé.

Comentarios