Despertarse y escuchar otro día lo mismo, el mismo ruido, ese maldito
despertador. Tú no sabes cómo la noche se puede pasar tan rápido, cómo ese
sueño tan bonito, junto a la persona que quieres y que ya no está, se esfuma
como si nunca hubiese existido.
Apagas el despertador con pocas ganas de nada pero sabes que tienes que
levantarte, hoy es un gran día. Te vas directo a la ducha y le das al agua
fría, necesitas despertarte y eso normalmente ayuda, pero hoy es diferente. Aun
así, poco a poco vas despertando de ese cansancio mañanero. No sabes si es el
agua pero cada vez eres más consciente de que hoy no es no es un gran día, es
EL gran día, tu gran día. Vas a casarte, y con la persona que amas. Una boda
sencilla y sin luna de miel. Te casas con esa persona con la que has compartido
todo, buenos y malos momentos, pero que justo ahora no sabes si la conoces
realmente. Ya sé que todo el mundo dirá que son las dudas que todos tenemos
antes de casarnos pero no me gustaba aquella sensación.
Sales de la ducha, te miras en el espejo y te preguntas qué será de tu
futuro. Sabes que serás feliz porque estarás junto a esa persona, el alma
gemela junto a la que todo el mundo quiere estar en algún momento de su vida.
En ese momento llaman a la puerta del baño, es tu compañero de piso con el
mismo genio de cada mañana. Le haces esperar fuera un momento pensando si no
podría ser un poco más agradable ni el día de tu boda.
Abres la puerta y ahí está, delante de ti, un armario de 1,95 con ojos
azules, de origen polaco pero con un español perfecto, pelo rubio, pero no un
rubio cualquiera, un rubio que hasta que le conocí no sabía que existía. Le
miras a los ojos sonriendo y te dice:
-Qué, ¿te crees que porque sea tu boda puedes ocupar el baño todo el
día?
Sonríes y le dejas pasar. Le das un golpe en
el hombro. Ese armario polaco que ha pasado a tu lado ya no es solo tu compañero
de piso, es tu amigo, tu mejor amigo, ese que ha vivido momentos duros y
momentos buenos a tu lado. Sabes que tus hijos le llamarán tío Mikolaj y te encantará que así sea. Sabes
que será difícil que lo pronuncien y que suena muy americano llamarle tío pero…
por qué no.
Miras el reloj: las ocho. Es pronto. Querías
que fuese pronto para que te diese tiempo hasta las doce, a tener todo
preparado, para llegar antes que la novia, pero ahora que estás despierto crees
que es demasiado pronto.
Te sientas a desayunar tras prepararte lo primero
que has encontrado, comes sin ganas mirando la cocina; sabes que en pocos días
ya no vivirás allí, incluso ya no tienes casi nada en el apartamento, se lo
llevaron todo hace dos días a tu nueva casa, la casa de tus sueños, en Madrid,
cómo no, la ciudad de tus sueños, es más, en el centro de Madrid, esa parte de
Madrid que veías inaccesible cuando eras pequeño debido al poco dinero que
traían tus padres a casa a pesar de estar todo el día trabajando y volver sin
fuerzas ni para llegar hasta la cama; ahora, esa parte de Madrid era donde
estaba tu casa, ahora te lo podías permitir, con lo que habías ahorrado más lo
que te permitía tu trabajo de abogado y su trabajo de doctora.
Acabas de desayunar y llamas a tus padres, que
tienen los mismos o más nervios que tú. Tú, su único hijo, se casa, un momento
especial para ellos, ese momento en el que se dan cuenta de que ya no eres su
niñito. Momento triste para ellos pero a la vez feliz.
-Hola mamá.
-Hola hijo, ¿qué tal has dormido?
-No muy bien la verdad.
-Eso es normal, son los nervios.
-Lo sé, solo quiero deciros que os quiero
mucho y que gracias por todo.
Ella tarda en responder y gimoteando dice:
-Yo también hijo.
-Adiós mamá, hasta luego.
-Adiós hijo.
Cuelgo el teléfono, Mikolaj ya ha salido del
baño, me visto y le digo que me voy a dar una vuelta. Me dice que me lleve a
Bogdan.
Es verdad, aún no os he hablado de Bogdan.
Bogdan es el perro de Mikolaj un pastor alemán de 40 kilos (proporciones
similares a las de su amo), que a primera vista asusta pero más manso que un
delfín, un mejor amigo al que acudir y que sabes que siempre estará ahí, triste
cuando tú estás triste pero siempre intentará dibujarte una sonrisa.
Cojo la correa y a Bogdan, salimos por la
puerta y veo que no llevo el móvil; no importa un paseo sin móvil no puede
hacer daño a nadie, al contrario.
Paseamos hasta un parque cercano, donde le
dejo suelto para que juegue con otros perros.
Miró el reloj tras un rato de descanso. Quedan
dos horas. Llamo a Bogdan y nos volvemos a casa.
Al llegar los nervios aumentan. Mikolaj está
tumbado en el sofá y ya tiene que empezar a prepararse. Llego a la habitación,
busco el traje y me lo pongo. Me miro en el espejo pensando que me quedaba
mejor en la tienda. Para quitarle importancia, me digo que son los nervios y
voy a preguntarle a Mikolaj.
-¿Cómo estoy?
Y con una sonrisa en la cara me dice:
-¡Pues cómo vas a estar! Tan feo como siempre.
Eso, quieras que no, quita peso al momento y
me vuelvo con una sonrisa.
Tras echarme tres litros de colonia y esperar
a Mikolaj, tanto que me pareció que él era el novio en vez de yo, salimos de
casa, no sin antes coger los anillos y la sorpresa que tenía preparada y que ya
os contaré.
Salimos y nos montamos en su coche, un
Volkswagen Polo rojo.
Llegamos a la iglesia. Allí ya está la
familia de María y mi familia. Por supuesto, puntuales como siempre. Me ven y
vienen todos a felicitarme y a abrazarme. Llegan los padres de María y me
dicen:
-Estamos muy felices de veros juntos, estáis
muy unidos y hacéis muy buena pareja.
-Muchas gracias, yo estoy muy feliz con ella
y creo que ella también lo está.
Nos avisan de que la novia está llegando y
entramos todos a la iglesia.
Poco después aparece ella, tan guapa como
siempre, al verla me convenzo: con ella quiero pasar el resto de mi vida.
Se acerca hasta el altar, en lo que me parece
la espera más larga de mi vida; le digo lo guapa que está y empieza a hablar el
cura a la vez que ella deja escapar una sonrisa.
Llega el momento:
-…para amarla y respetarla, en la riqueza y
en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe.
-Sí, acepto.
-Puede besar a la novia.
Me giro un segundo para pensar, pero estoy en
blanco, solamente le levanto el velo y la beso.
A nuestra espalda se oyen aplausos y gritos
de “¡viva los novios!”.
Nos separamos tras el beso y me saco del
bolsillo de la chaqueta la sorpresa: unos papeles. Diréis que qué son esos papeles;
pues esos papeles eran unos billetes de avión para pasar la luna de miel en
Bora Bora, se los doy y su sonrisa se hace aún más grande.
[…]
A partir de ese momento vivimos grandes
momentos, los más grandes fueron teneros a ti y a tu hermana.
-¿Papá, qué fue de Mikolaj tras la boda, cómo
llegó a ser tan rico?
-Pues Mikolaj, mientras estábamos en Bora
Bora recibió un gran ascenso y se convirtió en el director de su empresa
actual, se mudó a donde vive ahora, en la calle Serrano, ganando mucho dinero;
además juntó a Bogdan con una pastora alemana y tuvo a Tan y otros cachorros
que donó para que se convirtieran en perros policías y perros guías. Se quedó
con Tan que es al que conocéis y al que tanto queréis.
Así que esta historia tiene un final feliz
para todos.
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