Ramón Prada (El gran día)



EL GRAN DÍA

Despertarse y escuchar otro día lo mismo, el mismo ruido, ese maldito despertador. Tú no sabes cómo la noche se puede pasar tan rápido, cómo ese sueño tan bonito, junto a la persona que quieres y que ya no está, se esfuma como si nunca hubiese existido.
Apagas el despertador con pocas ganas de nada pero sabes que tienes que levantarte, hoy es un gran día. Te vas directo a la ducha y le das al agua fría, necesitas despertarte y eso normalmente ayuda, pero hoy es diferente. Aun así, poco a poco vas despertando de ese cansancio mañanero. No sabes si es el agua pero cada vez eres más consciente de que hoy no es no es un gran día, es EL gran día, tu gran día. Vas a casarte, y con la persona que amas. Una boda sencilla y sin luna de miel. Te casas con esa persona con la que has compartido todo, buenos y malos momentos, pero que justo ahora no sabes si la conoces realmente. Ya sé que todo el mundo dirá que son las dudas que todos tenemos antes de casarnos pero no me gustaba aquella sensación.
Sales de la ducha, te miras en el espejo y te preguntas qué será de tu futuro. Sabes que serás feliz porque estarás junto a esa persona, el alma gemela junto a la que todo el mundo quiere estar en algún momento de su vida.
En ese momento llaman a la puerta del baño, es tu compañero de piso con el mismo genio de cada mañana. Le haces esperar fuera un momento pensando si no podría ser un poco más agradable ni el día de tu boda.
Abres la puerta y ahí está, delante de ti, un armario de 1,95 con ojos azules, de origen polaco pero con un español perfecto, pelo rubio, pero no un rubio cualquiera, un rubio que hasta que le conocí no sabía que existía. Le miras a los ojos sonriendo y te dice:
-Qué, ¿te crees que porque sea tu boda puedes ocupar el baño todo el día?

Sonríes y le dejas pasar. Le das un golpe en el hombro. Ese armario polaco que ha pasado a tu lado ya no es solo tu compañero de piso, es tu amigo, tu mejor amigo, ese que ha vivido momentos duros y momentos buenos a tu lado. Sabes que tus hijos le llamarán tío Mikolaj y te encantará que así sea. Sabes que será difícil que lo pronuncien y que suena muy americano llamarle tío pero… por qué no.

Miras el reloj: las ocho. Es pronto. Querías que fuese pronto para que te diese tiempo hasta las doce, a tener todo preparado, para llegar antes que la novia, pero ahora que estás despierto crees que es demasiado pronto.

Te sientas a desayunar tras prepararte lo primero que has encontrado, comes sin ganas mirando la cocina; sabes que en pocos días ya no vivirás allí, incluso ya no tienes casi nada en el apartamento, se lo llevaron todo hace dos días a tu nueva casa, la casa de tus sueños, en Madrid, cómo no, la ciudad de tus sueños, es más, en el centro de Madrid, esa parte de Madrid que veías inaccesible cuando eras pequeño debido al poco dinero que traían tus padres a casa a pesar de estar todo el día trabajando y volver sin fuerzas ni para llegar hasta la cama; ahora, esa parte de Madrid era donde estaba tu casa, ahora te lo podías permitir, con lo que habías ahorrado más lo que te permitía tu trabajo de abogado y su trabajo de doctora.

Acabas de desayunar y llamas a tus padres, que tienen los mismos o más nervios que tú. Tú, su único hijo, se casa, un momento especial para ellos, ese momento en el que se dan cuenta de que ya no eres su niñito. Momento triste para ellos pero a la vez feliz.

-Hola mamá.

-Hola hijo, ¿qué tal has dormido?

-No muy bien la verdad.

-Eso es normal, son los nervios.

-Lo sé, solo quiero deciros que os quiero mucho y que gracias por todo.

Ella tarda en responder y gimoteando dice:

-Yo también hijo.

-Adiós mamá, hasta luego.

-Adiós hijo.

Cuelgo el teléfono, Mikolaj ya ha salido del baño, me visto y le digo que me voy a dar una vuelta. Me dice que me lleve a Bogdan.

Es verdad, aún no os he hablado de Bogdan. Bogdan es el perro de Mikolaj un pastor alemán de 40 kilos (proporciones similares a las de su amo), que a primera vista asusta pero más manso que un delfín, un mejor amigo al que acudir y que sabes que siempre estará ahí, triste cuando tú estás triste pero siempre intentará dibujarte una sonrisa.

Cojo la correa y a Bogdan, salimos por la puerta y veo que no llevo el móvil; no importa un paseo sin móvil no puede hacer daño a nadie, al contrario.

Paseamos hasta un parque cercano, donde le dejo suelto para que juegue con otros perros.

Miró el reloj tras un rato de descanso. Quedan dos horas. Llamo a Bogdan y nos volvemos a casa.

Al llegar los nervios aumentan. Mikolaj está tumbado en el sofá y ya tiene que empezar a prepararse. Llego a la habitación, busco el traje y me lo pongo. Me miro en el espejo pensando que me quedaba mejor en la tienda. Para quitarle importancia, me digo que son los nervios y voy a preguntarle a Mikolaj.

-¿Cómo estoy?

Y con una sonrisa en la cara me dice:

-¡Pues cómo vas a estar! Tan feo como siempre.

Eso, quieras que no, quita peso al momento y me vuelvo con una sonrisa.

Tras echarme tres litros de colonia y esperar a Mikolaj, tanto que me pareció que él era el novio en vez de yo, salimos de casa, no sin antes coger los anillos y la sorpresa que tenía preparada y que ya os contaré.

Salimos y nos montamos en su coche, un Volkswagen Polo rojo.

Llegamos a la iglesia. Allí ya está la familia de María y mi familia. Por supuesto, puntuales como siempre. Me ven y vienen todos a felicitarme y a abrazarme. Llegan los padres de María y me dicen:

-Estamos muy felices de veros juntos, estáis muy unidos y hacéis muy buena pareja.

-Muchas gracias, yo estoy muy feliz con ella y creo que ella también lo está.

Nos avisan de que la novia está llegando y entramos todos a la iglesia.

Poco después aparece ella, tan guapa como siempre, al verla me convenzo: con ella quiero pasar el resto de mi vida.

Se acerca hasta el altar, en lo que me parece la espera más larga de mi vida; le digo lo guapa que está y empieza a hablar el cura a la vez que ella deja escapar una sonrisa.

Llega el momento:

-…para amarla y respetarla, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte os separe.

-Sí, acepto.

-Puede besar a la novia.

Me giro un segundo para pensar, pero estoy en blanco, solamente le levanto el velo y la beso.

A nuestra espalda se oyen aplausos y gritos de “¡viva los novios!”.

Nos separamos tras el beso y me saco del bolsillo de la chaqueta la sorpresa: unos papeles. Diréis que qué son esos papeles; pues esos papeles eran unos billetes de avión para pasar la luna de miel en Bora Bora, se los doy y su sonrisa se hace aún más grande.

[…]

A partir de ese momento vivimos grandes momentos, los más grandes fueron teneros a ti y a tu hermana.

-¿Papá, qué fue de Mikolaj tras la boda, cómo llegó a ser tan rico?

-Pues Mikolaj, mientras estábamos en Bora Bora recibió un gran ascenso y se convirtió en el director de su empresa actual, se mudó a donde vive ahora, en la calle Serrano, ganando mucho dinero; además juntó a Bogdan con una pastora alemana y tuvo a Tan y otros cachorros que donó para que se convirtieran en perros policías y perros guías. Se quedó con Tan que es al que conocéis y al que tanto queréis.

Así que esta historia tiene un final feliz para todos.

 

Ramón Prada Ramos

1ºB

 

 

 


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