Gonzalo García (El cambio había empezado)



EL CAMBIO HABÍA EMPEZADO

Se aproximaban las seis de la mañana en Madrid aquél día de Diciembre cuando todos los contenedores ya habían sido vaciados en la planta de reciclaje más cercana. Todo funcionaba de manera mecánica, y tras varias pruebas de calidad, me enviaron a la última fase… yo sabía que iba a ser seleccionado pero no que pasaría tantas pruebas, por fin iba a ser convertido en algo nuevo, yo no quería volver a ser otro paquete de folios sin utilizar, ni que otro niñato hiciera conmigo aviones de papel para su diversión. Esta vez, soñaba con ser utilizado por un gran autor, poder guardar sobre mi los increíbles versos de un autor inspirado por su musa, o quizá ser la base sobre la que un músico escribiera una de esas grandes y perfectas sonatas, soñaba tantas cosas que en realidad no me importaba ser un simple papel, un papel que tan solo hiciera las veces de continuación de la mente cuando ese niño pequeño escribiera sus diminutos garabatos en forma de letras. Lo bueno de ser un papel, es que tengo todo el tiempo del mundo para pensar, pensamientos que jamás iban a ser revelados a pesar de ser un papel, qué ironía. En fin, ya estábamos empaquetados y listos para salir hacia empresas por todo el mundo que nos ignoran sin saber que sin nosotros, ellas no serían nada. Tras un largo trayecto, llego a un lugar donde pone bien grande: IMPRENTA GARRIDO, esto no pintaba bien, todos los papeles pensábamos que seríamos utilizados para libros toscos, gordos y aburridos… pero no, esta vez no, esta vez iba a pasar lo que nunca jamás hubiera imaginado, yo, un mísero papel iba a ser clave en la evolución de un país, ¡Quién lo diría!

Fui trasladado hacia la impresora y la tinta se impregnaba en mi como si se estuviera forjando algo grande, esa máquina empezó a retumbar y entonces fue cuando pude empezar a leer las primeras siglas: “24 de Mayo de 2015” pude leer en la esquina superior, era extraño porque a mi juicio todavía quedaba mucho para esa fecha. Poco a poco, me fui llenando de tinta, no entendía muy bien lo que pasaba, leí algunas siglas y pude ver unas cuantas casillas a su izquierda. No entendía nada, yo me entristecí y me quedé sin ilusión. Una vez impresa me llevaron a un edificio muy grande durante unos meses, me suponía que hasta que llegará la fecha indicada no me sacarían de allí.

Tras un largo tiempo de espera, llegó el día, me desperté sin ánimo, unas personas me empezaron a colocar sobre una mesa muy cuidadosamente mientras hablaban entre ellos cosas que yo no entendía, decían que iba a ser un día duro pero muy importante para España, yo estaba flipando, ¿Íbamos a jugar la final del mundial? Ante mi ignorancia me empecé a ilusionar, no sabía que pasaba pero quizá iba a ser importante. Me pusieron muchos más papeles sobre mí, cuando estaba a punto de asfixiarme, pararon de colocarme más peso. Pasado un tiempo, empezó a entrar en la sala mucha gente, yo impaciente esperaba mi turno para ver que es lo que pasaba conmigo. A las siete de la tarde, un tipo alto, con traje, me cogió con aires chulescos y me llevó hacia una especie de cabina; pude verle esa gran pulsera de España que llevaba puesta en la mano derecha, en la otra mano, soportaba un carísimo reloj, sobre ese reloj me reflejaba yo, pude leerme mejor a mí mismo, pero de repente me caigo al suelo, ¡Jodida papeleta! Dice el señor volviéndome a apoyar sobre la mesa, y ahora si, pude leer con detalle lo que llevaba escrito sobre mí, ponía unas siglas muy raras, PP, PSOE… El hombre cogió un boli y marcó una x en una de las casillas de más abajo, en ese momento me di cuenta de que se trataba de una votación, por el titiriteo de su mano deduje que era una elección muy importante, quizá una de las más difíciles de su vida porque había cambiado de siglas, siglas a las que había sido fiel durante tantos años. En ese mismo instante, sentí un cosquilleo estremecedor, no habían escrito ningún verso sobre mi, ni ninguna partitura, se había escrito un sentimiento, una idea, una duda, una historia, se estaba escribiendo el sentir de una nación y a pesar de no tener sentimientos, me emocioné, porque sabía que desde ese momento, el cambio, había comenzado.


Gonzalo García Muñoz, 1ºBachillerato B.

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