99%
Como cualquier otra
mañana de viernes yo iba con mi tía al colegio, por aquella época mi madre no
me dejaba ir al colegio solo, así que ella me acompañaba. La verdad es que yo
no tenía ganas de ir al colegio ya que últimamente las cosas en casa estaban
algo enrarecidas con la entrada de mi padre al hospital, pero bueno por lo
menos era viernes y el domingo iba a ver a mi padre, eso era lo que me animaba
a ir. Yo sabía que estaba malo pero no muy bien de que, con 10 años lo normal
es que no entendiese bien algunas cosas. Hacía unas semanas desde que entró,
nada más empezar el año más o menos, pero no nos habíamos acostumbrado. Mi
hermana y yo solíamos dormir bastantes días a la semana con mis tíos porque mi
madre se pasaba las noches en el hospital y la verdad es que era todo muy raro
siempre intentábamos estar bien pero nunca lo conseguíamos del todo. Pasaron
unas semanas y la quimio respondía bien todo iba mejor y mi padre ya venía de
vez en cuando, es más llego a estar una semana en casa. Recuerdo un día que
volvía del colegio y mi madre me dijo que me quedaba solo en casa por la tarde
y subí corriendo las escaleras, iba a ser la primera vez que estuviese solo en
casa, me sentía un adulto pero cuando fui a abrir la puerta alguien abrió por
dentro, el susto que me llevé os lo podéis imaginar pero me alegró al ver que
mi padre fue quién la abrió, no podía ser más feliz. Esa semana fue perfecta
todo estaba bien y ese ambiente enrarecido desapareció, aunque no tardaría mucho
en aparecer, ya que todo se volvió a complicar y tuvo que ingresar otra vez. Un
domingo como otro de visita nos contó que todo había ido muy bien y que un
simple trasplante de medula ósea solucionaría todo, yo no sabía a qué se
refería pero entendía que era algo bueno, solo había que encontrar a un buen
donante. Un tío y una tía mía daban un 99% de compatibilidad así que estábamos más
que tranquilos, me despedí de mí padre “hasta el domingo que viene”, el
trasplante sería el martes.
Me desperté algo raro,
tenía la sensación de que me había quedado dormido y que iba a llegar tarde al
colegio, pero más raro fue ver a mi madre al lado acariciándome el pelo. No
sabía lo que pasaba estaba vestida de negro completamente y me sonreía, lo
primero que la dije fue que era tarde y que no iba a llegar a clase y que
porque estaba allí sí tendría que estar trabajando. Se quedó callada durante un
momento y me explicó que algo en la operación no había ido bien y que ya no
estaba.
No me lo creí, bueno
mejor, no me lo quería creer, rompí a llorar, el mundo se me vino abajo no
podía imaginar que no lo volvería a ver, a oír su voz. Lo único que yo pensaba
era por qué, por qué yo tenía que pasar por esto. Salí de la habitación y
estaba toda mi familia en el salón al igual que yo, llorando, no había palabras
solo el sonido del llanto y la lamentación. Quería irme de allí, así que me recogieron
unos amigos de mis padres que me acogieron durante los siguientes días. Después
de esto pasé unos años muy malos, en casa siempre reñía con mi madre, estaba
enfadado con el mundo. Pero poco a poco se fue solucionando, en gran parte
porque me di cuenta que yo no era el único que había sufrido la pérdida y mi
hermana y mi madre también estaban pasándolo muy mal. Hoy en casa todo está
bien y tranquilo no importa hablar del tema, está más que superado. Pero yo sigo
pensando una cosa, y no es ese “hasta el domingo que viene” porque lo que había
hablado con mi padre, por muy poco que fuese, estaba más que hablado, ya le
dije muchas veces te quiero. Lo que verdad sigo pensando es como como ese 1%
que falló en el trasplante, pudo destrozar un 99% de mí.
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