BIENVENIDO
Oscuridad y más
oscuridad, es lo único que soy capaz de recordar en estos últimos nueve meses.
Tampoco soy capaz de entender cómo fui capaz de sobrevivir, ¿de dónde venía
todo?, ¿qué me pasaba? Solo recuerdo que flotaba en un mar de delicias, yo, el
agua, sin tener que hacer nada, sin preocupaciones, eso sí que era una buena
vida.
De vez en cuando me
apetecía moverme, pero estaba cerrado, estaba sujeto a una cuerda, un hilo del
que dependía mi vida. Me movía de izquierda a derecha, pero nada, era
imposible, estaba atrapado.
De vez en cuando oía un
sonido que provenía del exterior, pero era incapaz de descifrarlo.
Seguía sin saber dónde
estaba y qué me estaba ocurriendo, hasta que un 20 de enero de 1998, noté una
brisilla que me subió desde los pies a la cabeza. Vi la luz, debía ir a
buscarla, no sabía ni cómo ni cuándo, pero decidí ser valiente. Decidí salir en
su búsqueda, siempre con la cabeza por delante, pero una vez allí… ¡menudo
alboroto! Por un momento pensé que me quedaba sordo.
Solo recuerdo que
avanzaba poco a poco, no podía ir más deprisa, mi cuerpo me lo impedía. ¿Quién
me habría mandado a mí llevar una vida tan buena, pero que en el momento más
difícil e importante me pasaba factura?
Ya iba por la cintura,
los gritos no cesaban, y yo cada vez me asustaba más. Empecé a llorar, pero…
¿por qué lloro? ¿No se supone que es el momento más importante de mi vida?
Abro los ojos, la luz
me ciega, así que decido cerrarlos de nuevo y descansar. Había costado mucho,
pero ya estaba fuera. Se hizo el silencio, yo seguía sin entender qué ocurría, pero de repente…
Volvió la tormenta,
como si un día de abril se tratase. Ahora que estaba fuera, era peor,
podía escuchar todo con más claridad.
Veo asomar a otra persona y pienso, ¿quién eres? ¿Dónde has estado durante los
últimos nueve meses ahí dentro? ¿Por qué
no te he visto? Comienza a llorar, como yo hice momentos atrás, el me lo
contagia de nuevo y comienzo a llorar junto a él. Estuvimos unos minutos juntos
y nos agarraron, ¿a dónde nos llevan? Me presenté. Tras un largo camino
acabamos acostados. Solo recuerdo que le
apreté la mano y le dije…. ¡BIENVENIDO AL MUNDO HERMANO!
Pablo
Doval Bernaldo de Quirós
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