Pablo Hidalgo (Pesadilla real)




PESADILLA REAL

Suena el despertador son las 06:00 de la mañana, me froto los ojos para evitar que se me vuelvan a cerrar, todavía no ha amanecido, he encontrado a duras penas el interruptor del baño, enciendo la luz, me meto en la ducha, todo es rutina. Desayuno, me visto y salgo a las 07:35 dirección Atocha, corriendo como siempre. Me está esperando mi amigo Alberto en el portal para coger juntos el metro como todas las mañanas. Esta mañana discutimos por la tardanza, cosa que sucedía a menudo, pero esta vez la discusión fue más allá. Estuvimos todo el trayecto sin hablarnos, llegamos a la oficina, esta vez nos tomamos el café cada uno por su cuenta. 18:00 de la tarde parece que ha pasado un día más, apagué el ordenador y me fui a casa esta vez solo. 

Llegué a casa me senté en el sofá y puse la televisión, llevan varios días hablando sobre ataques terroristas, AlQaeda, ETA y otros muchos grupos movidos por las masacres y la violencia, también hablaron entre otros temas de las elecciones.

 Estoy cansado, apago la televisión y me voy a la cama, al día siguiente tenía mucho trabajo y quería ir bien descansado. Suena el despertador, 11 de marzo, un día soleado, hago la misma rutina de siempre sin poder ni imaginarme lo que voy a vivir en solo unos instantes. Son las 07:50 de la mañana, me apresuro para no perder el tren que me lleve a la oficina, estoy dentro del tren con el mismo panorama de todas las mañanas, de repente un hombre enciende una radio y se escucha que hay algunos grupos terroristas que están tramando realizar un atentado en Madrid, de repente se escucha una fuerte explosión fuera del tren, el tren se para y la gente presa del miedo empiezan a gritar, pasan varios minutos, la gente sigue nerviosa sin saber que ha podido ocurrir, de nuevo se escucha otra explosión más fuerte y violenta que la anterior, comunican que se ha habido un atentado en Atocha, lo primero que hago al oír esas voces es llamar a mi amigo Alberto para saber si le ha pasado algo, no responde, son momentos de incertidumbre para mí y para todo el mundo, fuera se escuchan gritos y lágrimas de gente que se ha visto afectado por la explosión, miro por el cristal del tren y aprecio como hay gente muerta por el suelo de la estación. El mismo que anteriormente encendió la radio, lo vuelve a hacer y efectivamente ha sido un atentado pero se desconoce qué grupo terrorista ha sido. De nuevo llamo a Alberto, y sigue sin cogérmelo, el miedo se hace evidente en mi rostro, al instante suena mi teléfono pero no era Alberto, era mi madre, que se había enterado hace un rato del atentado y asustada me llamó, le dije que estaba bien que la bomba no me alcanzó pero si a cientos y miles de personas. Pasaron las horas y seguíamos ahí sin poder sin salir, y lo que es peor sin saber nada de mi amigo Alberto. A las 11:00 de la mañana los bomberos nos sacaron, atemorizado me fui a casa y cuando estaba a punto de abrir la puerta del portal me llamó Alberto me dijo que gracias  a Dios solo tenía heridas leves.

Hora después le fui a ver al hospital y estando allí pusimos la televisión y vimos las imágenes de las cámaras de seguridad del metro, en el momento justo del accidente, Alberto se puso a llorar, y me dijo que nunca más quería que nos enfadásemos.

Me levanté rápidamente del sofá de mi casa, me había quedado dormido, llegaba tarde a trabajar, era 11 de marzo y cuando salí a la calle escuché lo que había sucedido en la estación de Atocha, llamé a Alberto para saber si había cogido el tren pero sorprendentemente ese día no iba a trabajar, tenía fiebre, lo que me hizo pensar que si no me hubiera quedado dormido a lo mejor hubiera fallecido en ese atentado. Hoy 31-05-2015, aún recuerdo lo sucedido aquel día, miles de personas murieron por una atentado terrorista en la estación de Atocha, y pensé que no hay que discutir con las personas a las que quieres, porque cualquier día sin previo aviso como aquel 11 de marzo de 2004, puedes morir y perder a quienes quieres y lo que quieres.

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