EL ENIGMA DEL
PUZZLE
Esa
mujer me ha vuelto a despertar. Me quito el antifaz y observo como
efectivamente, la azafata está sirviendo comida otra vez, así que supongo que
no podré llegar a dormirme más de tres horas seguidas. Además, la situación en
la que me encuentro no es la más cómoda del mundo que se diga, estoy rodeada y
presionada por dos personas que no son precisamente muy delgadas y de poco
tamaño… La mujer de mi izquierda se ha apoyado en mi hombro al no encontrar
otro sitio para dormir, y el hombre de mi derecha, en fin… no ha parado de
roncar desde que despegó el avión a un volumen estruendoso. Aún así, dejo de
lado estas pequeñas pegas e incomodidades del avión y esbozo una gran sonrisa
al imaginarme el maravilloso viaje que voy a tener y la intriga de cómo será el
destino al que voy a visitar: cómo será la ciudad, la cultura del país, las
personas a las que tendré la oportunidad de conocer, las costumbres de sus ciudadanos,
su forma de interactuar, el tiempo que hará, y el sonido del idioma al que
escucharé detenidamente, para no perderme esa melodía verbal que salen de su
voz al escuchar cada sonido, pronunciación y entonación del hablante. También
aprenderé palabras nuevas ya que me encanta poder imitarles y pasarme como uno
de ellos, alguien que pertenece a ese país, da igual cual ¿es de locos verdad? Supongo
que estos pensamientos que corren por mi cabeza se suman a las causas por las
que ya no voy a poder dormir en el avión hasta que llegue a mi destino. Pero en
realidad me da igual, esa sensación de poder imaginarme y preguntarme cómo será
el día de mañana, aunque sea por un mínimo instante y
también por el viaje que me espera, sea cual y como sea, siempre sabré que merecerá la pena. Viajar cambia a las
personas. La persona que vuelve de un viaje no es la misma persona que se fue. El
lugar al que uno viaja, aporta siempre algo positivo en su vida. El otro día estuve escribiendo en mi diario:
Querido diario, me encanta la persona que soy cuando viajo. Cuando voy a un
sitio que me agrada, me siento realmente feliz, casi completa. Hace que pueda
ser yo misma, me da seguridad, hace que no pueda parar de sonreír. Y ahora que tengo todo el tiempo del mundo en
este avión hasta llegar a mi destino, sabiendo que no voy a poder dormir y al
mismo tiempo tapándome con una manta por el frío que corre por los pasillos,
pienso sobre este pequeño comentario de mi diario. La verdad es que sí, lo
habéis escuchado bien, no puedo parar de sonreír. Esto parece algo tan fácil,
pero es un gesto que si es real, no es tan sencillo sacarlo de tu interior.
Parece egoísta pensar cómo esa sonrisa no se dibuja en la cara de una persona
que lo tiene prácticamente todo, y luego ves a otras personas del Tercer mundo
por ejemplo, que tienen dibujadas las sonrisas más amplias y bonitas que he visto
en mi vida, cuando ellos por el contrario no tienen prácticamente nada y
nosotros todo. Sin embargo, parece que algunas situaciones en nuestras vidas
que se salen un poco del camino ya nos hunden y nos engullen hasta esconder esa
sonrisa que podríamos sacar, si no dejásemos que esa presión y dificultades que
nos presenta la vida, nos ganasen. Pero, dejando esta pequeña reflexión a un
lado, el hecho de viajar hace aliviar estas situaciones de presión, no deja que
tenga ni un momento de aburrimiento, ya que siempre estaré aprendiendo cosas
nuevas e interesantes , un nuevo trocito del mundo que podré llegar a
descubrir. Espera un momento, la mujer de mi izquierda y el hombre de mi
derecha se han despertado. Resulta que están manteniendo una conversación, al parecer
desde hace rato. Lo único que he podido entender es una frase. Bueno más bien,
una pregunta que le ha hecho el hombre a la mujer de mi izquierda. Una pregunta
que está inquietando a esa señora, y que hace que tenga que mirar fijamente al
conducto de ventilación de la parte superior del techo. La pregunta es: ¿Cuál
es uno de los objetivos más importantes en su vida para poder ser feliz? Parece
que esa pregunta no solo hace reflexionar a la señora, si no que de un modo u
otro, recae en mi pensamiento, en lo más profundo de mi mente. Inmediatamente
miro a la ventana, ya ha amanecido y el cielo tiene un color rosa con tonos
naranjas, es realmente maravilloso. Me fijo detenidamente en la luz que
atraviesa la ventana y que llega al respaldo delantero de mi asiento. Y
entonces me digo: uno de los objetivos en mi vida para ser feliz? Viajar. Pero
viajar no solo al lugar más cercano que puedes tener al alcance, si no viajar a
aquel más lejano, para poder conocerse a uno mismo, y completar todas las
piezas de puzle para tener una visión de toda esa maqueta completada, la
satisfacción de haber cumplido el objetivo de haber completado cada uno de esas
piezas, porque es una nueva experiencia y porque no solo está completado el
puzle, si no también uno mismo.
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