Me casé con el diablo
Era Septiembre, lo
recuerdo perfectamente ya que poco tiempo antes estábamos de vacaciones, pero
ni él ni yo estábamos bien y fue entonces cuando después de planteármelo muchas veces se lo dije, nuestro
matrimonio tenía que acabarse y mis pequeños se quedarían conmigo en Huelva,
pero nunca me imaginé lo que eso conllevaría.
En mi opinión el
mayor fallo fue la custodia compartida,
pero entendedlo, él también tenía derecho a ver a sus hijos.
Aún recuerdo que cuando
Ruth y José nacieron o cuando nos casamos, nuestro matrimonio estaba bien, me
sentía bien con él, incluso llegué a pensar que sería un buen padre, pero me
equivocaba
Era el 7 de Octubre de
2011 cuando les vi por última vez, ya que ese fin de semana le tocaba a él
cuidarlos. Pero quién me iba a decir que ese sería su final, el final de sus
hijos... el final de mis hijos.
Él llevaba asistiendo a
terapia psicológica desde hacía años, tomaba pastillas tranquilizantes debido a
unos trastornos que llevaba sufriendo desde algún tiempo.
Mis suegros tienen una
finca, solíamos ir con los niños para que estos
pasaran un rato con sus abuelos, la finca era grande, donde mi Ruth y mi
pequeño José pasaban horas y horas jugando, les encantaba estar allí... Qué
cruel es el destino.
El Diablo comenzó
su plan el 8 de Octubre, justo el día
después, recogió a sus hijos del colegio
y los llevó a casa de mi cuñada, mientras tanto, compró 300 litros de gasolina
para que su repugnante plan tuviera el efecto que deseaba.
Tras dejar la gasolina
en la finca de sus padres, fue a por los niños, y usando las pastillas que he
nombrado antes los asesinó de la forma mas ruin posible, una manera que solo se
encuentra al nivel de los más viles asesinos.
Después de su
deleznable acto, el cobarde, fingió la desaparición de mis niños en un parque
cerca de la escuela, para así
intentar librarse del castigo
bien merecido que tenía su nombre y sus apellidos.
Aquel hombre con el que
me casé, silencioso y tímido, terminó
con la vida de sus propios hijos por venganza, por venganza hacia mi, y ese
acto, ese odio, le va a costar 40 años encerrado si la ley del Estado fuera
como debiera ser.
Hijos mios, hace ya más
de 4 años que no os tengo conmigo, que no puedo ni abrazaros ni besaros, ese
Diablo os arrebató de mi lado y jamás se lo perdonaré.
No hay una sola mañana,
que no me levante pensando que que estáis en vuestra habitación y que cuando
atraviese el quicio de la puerta, ahí os voy a ver, incorruptibles, y que
vuestros ojos se girarán, me mirareis y volveré a ver vuestra sonrisa.
Pero no, nunca es así,
cada mañana, cuando paso por vuestras habitaciones, sólo hay una cosa con la
que me encuentro, Silencio. Un silencio que me corroe por dentro que me ahoga y
no me deja respirar, un silencio que me mata y me hace repetir una y otra y vez
por qué, por qué vosotros, por qué me tuve que enamorar de
un Diablo. Por qué no acabo con mi vida
en vez de con la vuestra, pobres inocentes, Santos Inocentes, os quiero y cada
día que pase, mi amor aumentará, y quedará un día menos para poder reunirme con
vosotros otra vez, porque si aquí en la Tierra hay Diablos, allí arriba, donde
seguro estaréis, tiene que haber un Dios, un Dios que nos reunirá y así nunca
más podré separarme de vosotros.
“Uno termina
de morir si la gente te olvida, pero mientras estés en el recuerdo de
alguien, vives aún”
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