LA
FUERZA DE LA MANADA
¿Fui yo quién encontré
al rugby o él me encontró a mí? Probablemente fue mutuo, como las buenas
relaciones en la vida. De pronto coincides en un momento y en un lugar con
alguien o algo y no entiendes como has podido vivir antes sin conocerlo.
Con sólo 16 años había
probado ya varios deportes y algunos de ellos incluso con éxito en competición
nacional. Varios años practicando hípica, jugando al pádel o jugando al golf y
alguna que otra medalla pero no sentía que ninguno me llamara como para
dedicarme a él.
He leído que no importa
lo que elijas en la vida pero una vez escoges debes intentar ser el mejor.
Ninguno de los deportes que yo había practicado hasta los 14 años me motivaba
para ser el mejor.
Conocí el rugby por
referencias familiares. Mis primos juegan al rugby con mejor o peor suerte y
entrega. Me fijé en uno de ellos, capitán de su equipo y jugando en la liga de
Honor. Muchas horas de entrenamiento, muchos partidos jugados y varias lesiones
y contusiones pero siempre que le veía irradiaba orgullo por ser rugbista y por
pertenecer a su equipo. Me encantaría sentirme así y que los demás percibieran
lo que yo percibía cuando hablaba con él.
Llevo ya dos años
jugando al rugby; no creo que sea el mejor pero sí tengo la motivación
necesaria para al menos intentarlo. Me cuesta imaginar una vida sin mis
entrenamientos, partidos, viajes para disputar partidos fuera de casa y sobre
todo sin mi equipo.
El nombre de mi equipo
es lo de menos. Siento orgullo de los colores que vestimos. Nuestra equipación
en rojo, blanco y azul significa mucho más que tres colores:
·
El rojo es pasión, esfuerzo, compromiso
e implicación. Significa dejarse la vida y jugar cada partido como si fuera el
último y nos jugáramos en él el primer puesto de la liga. Cuando juego siento
que el rojo me obliga a dar lo mejor de mí y aportar a mi equipo el 100%: todo
lo que soy, lo que tengo y lo que puedo. No voy a defraudar a mi equipo y él no
me falla nunca.
·
El blanco es trasparencia, honestidad,
respeto a uno mismo, a mis compañeros, a mis entrenadores y por supuesto al
contrario. En el rugby soy blanco porque soy HOMBRE, hombre con mayúsculas. Me
siento HOMBRE jugando porque juego limpio, porque respeto las normas y animo a
los demás a hacerlo. Puedo hacer el más feroz placaje, un tres tiempos o
empujar con toda mi fuerza en la melé pero siempre jugando de cara y observando
las normas.
·
El azul me obliga a ser generoso como
los cascos azules de la ONU , grande como los océanos, y de mente abierta como
el universo azul. Generoso, grande y abierto de mente. ¿Cómo puedo trasladar
esto al mundo del rugby? No pienso en mí ni en mi lucimiento personal, cada uno
de mis pasos es para sumar a los demás y contribuir a la victoria del equipo y
no a mi propio éxito. Abierto de mente para integrar y valorar cada una de las
instrucciones de mis entrenadores y para acoger y potenciar a mis compañeros de
equipo sin importar su nombre, apellidos, su personalidad ni cómo se relacionan
conmigo. Me debo a cada uno de ellos y debo intentar que con cada jugada los
demás triunfen.
De nuevo, el nombre de
mi equipo es lo de menos. Somos 23 jugadores que vivimos este deporte con
pasión entregándonos en cuerpo y alma en cada partido. Confiamos los unos en
los otros, nos apoyamos dentro y fuera del campo de juego y disfrutamos de cada
oportunidad que tenemos para trabajar como un gran equipo. Trabajando así hemos
conseguido ser mucho más que la suma de cada uno de nosotros. Si hay alguna
ecuación que represente a mi equipo esta sería Equipo = (∑ 23)n
Pensando en mi equipo me
vienen a la mente algunos versos del poema de Rudyard Kipling La ley de la jungla:
“…..Cuando pelees con
un Lobo de la manada, debes enfrentarte a solas, alejado,
pues otros tomarían parte en la disputa……
pues otros tomarían parte en la disputa……
….. es el Lobo la
fuerza de la Manada y la fuerza del Lobo está en la Manada….:”
Cuando escribo estas
líneas acaba de ocurrir en París una masacre injusta e inesperada. El más vil
de los atentados, contra gente inocente que disfrutaba de la vida un fin de
semana de Noviembre, como cualquiera de nosotros. El mundo entero se estremece
y se multiplican los mensajes de condolencia. Miles de tweets, whatsapps, sms y
mensajes en internet inundan el mundo con un “Yo soy París”.
El nombre de mi equipo
cobra ahora sentido. Soy del Liceo Francés y
JE
SUIS PARÍS.
Noviembre 2015
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