Jacobo Castresana (La fuerza de la manada)



LA FUERZA DE LA MANADA

¿Fui yo quién encontré al rugby o él me encontró a mí? Probablemente fue mutuo, como las buenas relaciones en la vida. De pronto coincides en un momento y en un lugar con alguien o algo y no entiendes como has podido vivir antes sin conocerlo.

Con sólo 16 años había probado ya varios deportes y algunos de ellos incluso con éxito en competición nacional. Varios años practicando hípica, jugando al pádel o jugando al golf y alguna que otra medalla pero no sentía que ninguno me llamara como para dedicarme a él.

He leído que no importa lo que elijas en la vida pero una vez escoges debes intentar ser el mejor. Ninguno de los deportes que yo había practicado hasta los 14 años me motivaba para ser el mejor.

Conocí el rugby por referencias familiares. Mis primos juegan al rugby con mejor o peor suerte y entrega. Me fijé en uno de ellos, capitán de su equipo y jugando en la liga de Honor. Muchas horas de entrenamiento, muchos partidos jugados y varias lesiones y contusiones pero siempre que le veía irradiaba orgullo por ser rugbista y por pertenecer a su equipo. Me encantaría sentirme así y que los demás percibieran lo que yo percibía cuando hablaba con él.

Llevo ya dos años jugando al rugby; no creo que sea el mejor pero sí tengo la motivación necesaria para al menos intentarlo. Me cuesta imaginar una vida sin mis entrenamientos, partidos, viajes para disputar partidos fuera de casa y sobre todo sin mi equipo.

El nombre de mi equipo es lo de menos. Siento orgullo de los colores que vestimos. Nuestra equipación en rojo, blanco y azul significa mucho más que tres colores:

·         El rojo es pasión, esfuerzo, compromiso e implicación. Significa dejarse la vida y jugar cada partido como si fuera el último y nos jugáramos en él el primer puesto de la liga. Cuando juego siento que el rojo me obliga a dar lo mejor de mí y aportar a mi equipo el 100%: todo lo que soy, lo que tengo y lo que puedo. No voy a defraudar a mi equipo y él no me falla nunca.

·         El blanco es trasparencia, honestidad, respeto a uno mismo, a mis compañeros, a mis entrenadores y por supuesto al contrario. En el rugby soy blanco porque soy HOMBRE, hombre con mayúsculas. Me siento HOMBRE jugando porque juego limpio, porque respeto las normas y animo a los demás a hacerlo. Puedo hacer el más feroz placaje, un tres tiempos o empujar con toda mi fuerza en la melé pero siempre jugando de cara y observando las normas.  

·         El azul me obliga a ser generoso como los cascos azules de la ONU , grande como los océanos, y de mente abierta como el universo azul. Generoso, grande y abierto de mente. ¿Cómo puedo trasladar esto al mundo del rugby? No pienso en mí ni en mi lucimiento personal, cada uno de mis pasos es para sumar a los demás y contribuir a la victoria del equipo y no a mi propio éxito. Abierto de mente para integrar y valorar cada una de las instrucciones de mis entrenadores y para acoger y potenciar a mis compañeros de equipo sin importar su nombre, apellidos, su personalidad ni cómo se relacionan conmigo. Me debo a cada uno de ellos y debo intentar que con cada jugada los demás triunfen.

De nuevo, el nombre de mi equipo es lo de menos. Somos 23 jugadores que vivimos este deporte con pasión entregándonos en cuerpo y alma en cada partido. Confiamos los unos en los otros, nos apoyamos dentro y fuera del campo de juego y disfrutamos de cada oportunidad que tenemos para trabajar como un gran equipo. Trabajando así hemos conseguido ser mucho más que la suma de cada uno de nosotros. Si hay alguna ecuación que represente a mi equipo esta sería Equipo = (∑ 23)n

Pensando en mi equipo me vienen a la mente algunos versos del poema de Rudyard Kipling La ley de la jungla:
“…..Cuando pelees con un Lobo de la manada, debes enfrentarte a solas, alejado,
pues otros tomarían parte en la disputa……
….. es el Lobo la fuerza de la Manada y la fuerza del Lobo está en la Manada….:”

Cuando escribo estas líneas acaba de ocurrir en París una masacre injusta e inesperada. El más vil de los atentados, contra gente inocente que disfrutaba de la vida un fin de semana de Noviembre, como cualquiera de nosotros. El mundo entero se estremece y se multiplican los mensajes de condolencia. Miles de tweets, whatsapps, sms y mensajes en internet inundan el mundo con un “Yo soy París”.

El nombre de mi equipo cobra ahora sentido. Soy del Liceo Francés y
JE SUIS PARÍS.

Jacobo Castresana Pérez, 1º A de Bachillerato
Noviembre 2015

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