Vacaciones de navidad
El
despertador sonó a las seis de la mañana el tres de enero, normalmente me
hubiera costado levantarme ya que era muy pronto, pero no me importaba, llevaba
esperando ese día un año entero.
Me
levanté con mucha ilusión y desayuné muy rápido con mi familia para coger el
coche y llegar lo antes posible a los Alpes, donde estaríamos una semana
esquiando.
No
íbamos solos, siempre vamos con unos amigos a los que solamente veo durante esa
semana, por tanto eso hacia que estuviera aún mas emocionada, pararíamos a
mitad del camino a comer con ellos.
Eran
siete horas de viaje por lo que al subir al coche intenté dormirme para que se
me hiciera mas corto y lo conseguí.
Me
desperté de pronto y el coche estaba parado con el capó abierto y mi padre
husmeando dentro, confusa pregunté que pasaba, y me dijo mi madre que se había
gastado el refrigerante y lo estaba reponiendo pero el coche no arrancaba.
Yo me
empecé a preocupar cuando mi padre dijo que igual llegaríamos al día siguiente
dejando el coche en casa y alquilando uno, llevaba mucho tiempo esperando a que
llegara ese día y no quería que se atrasara.
Finalmente
conseguimos arrancar el coche y parecía que funcionaba bien por lo que seguimos
el trayecto, a día de hoy pienso que igual si hubiéramos llegado un día después
todo hubiera sido diferente.
No
comimos con ellos porque nos retrasamos mucho parando con el coche, pero
llegamos bien, alquilamos el material vi a mis amigos y fuimos todos juntos a
un apartamento a ver una película, como todos los años.
Luego
cada uno nos fuimos a nuestros respectivos apartamentos despidiéndonos hasta el
día siguiente para esquiar todos juntos.
Aquel
año fue diferente porque vinieron dos amigos mas con sus familias y conocí a
tres niñas recogiendo el material así que yo estaba encantada porque éramos
muchos niños de la misma edad, yo por aquel entonces tenía diez años
aproximadamente.
Me
desperté al día siguiente y me puse a toda prisa el equipo, desayuné y salí por
la puerta con aquellas grandes e incómodas botas y los esquíes en el hombro
como me había dicho mi padre que me los colocase.
En la
pista ya estaban todos preparados y nos disponíamos a hacer la primera subida
en el telesilla, pero yo aún tenía que esperar con mi hermana a que mi padre
viniera con nuestras tarjetas para poder subir así que todos subieron excepto
nosotras que nos quedamos con un amigo de mi padre esperándole y este no
llegaba.
Finalmente
llegó corriendo torpemente a causa de las aparatosas botas, y a toda prisa me
dirigí a los telesillas para subir de una vez, pero al llegar el remonte se
paró porque alguien se había caído, normalmente no suele estar parado mucho
tiempo, pero no se movió en lo que a mi me pareció una eternidad, parecía que
el destino no quería que esquiara, igual era por alguna razón.
Finalmente
subimos en el remonte y llegamos arriba donde resto del grupo nos estaba
esperando, hacía muchísimo frío y viento, así que mis manos no tardaron en
congelarse.
Bajamos
unas cuantas pistas todos juntos hasta que llegaron las doce de la mañana, esa
era la hora en que los niños nos separamos para ir a nuestras respectivas
clases.
Aquel
año recuerdo que me tocó con Laura y con Luis en la misma clase, los cuales
eran mis mejores amigos de la excursión así que estaba muy contenta.
Nos
juntaron con un grupo de cinco niños que habían ido a esquiar con el colegio y
fueron muy simpáticos con nosotros, el monitor se llamaba Francisco pero nos
decía que le llamáramos Fran, y el también era muy agradable.
Subimos
en el mismo remonte Laura, Luis una niña que se llamaba Carol, otra que no
recuerdo su nombre y yo, recuerdo que las dos niñas eran muy tímidas pero
nosotros tres nos pusimos a cantar en el telesilla y enseguida se unieron .
Llegamos
arriba y hacía aún mas viento que antes, yo me asusté un poco pero nos dijo el
monitor que era normal y que abajo estaría más calmado.
Hicimos
unas cuantas bajadas en fila india reproduciendo los movimientos de Fran, ya
casi era la hora de acabar la clase, pero todos quisimos hacer una última
bajada, así que nos montamos de nuevo en el remonte.
A
mitad del trayecto se paró y yo me asusté porque yo tengo mucho vértigo y no me
gustaba cuando el telesilla se paraba estando muy alto, además hacía incluso
más viento que antes y eso me daba aún mas miedo, Laura y Luis lo sabían y para
hacerme rabiar botaban y lo hacían mover adelante y atrás mientras yo gritaba
que parasen.
Al
fin el remonte volvió a moverse aunque quizá hubiera sido mejor que se hubiera
quedado parado ahí o incluso que hubiera empezado a dar marcha atrás.
Llegamos
al final, y hacía un viento fortísimo, apenas se podía avanzar así que nos
quedamos en una cabaña que estaba al lado del remonte hasta que se calmó.
Salimos
y como ya hacía muy buen tiempo y Fran vio que nuestro nivel era bueno, nos
dijo que íbamos a ir por un sitio mucho mas divertido y acto seguido salió de
la pista y nos llevó por un lugar donde la nieve no estaba pisada, fue el
primer fuera de pista de mi vida.
Empezamos
a descender sin problemas y el monitor tenía razón, aquello era muy divertido.
Fran
nos dijo que quería ver como lo hacíamos así que bajó él primero y nos dio una
señal para que fuéramos bajando, la niña que no recuerdo su nombre fue la
primera en bajar, y lo hizo muy bien, el segundo fue un niño que se llamaba
Marcos, yo era la tercera, así que mientras Marcos bajaba, yo estaba mirando
fijamente a Fran esperando a la señal, y de pronto vi como se le disipaba la
sonrisa y aparecía en su rostro el terror más puro con la vista fija en lo alto
de la montaña. Y soltó un grito de horror.
Yo,
asustada miré detrás mío, había oído lo que era un alud y había visto fotos de
alguno, pero nunca lo había visto en persona...hasta aquel momento.
Un
monstruo enorme de nieve descendía por la montaña y se dirigía a donde
estábamos nosotros, el profesor gritó que fuéramos a donde estaba el, y una vez
a su lado temblando nos dijo que le siguiéramos lo mas rápido que pudiéramos,
yo estaba muy nerviosa así que le adelanté porque veía la masa de nieve cada
vez mas cerca.
Estaba
pisándonos los talones y pensé que igual si me quedaba quieta pasaría encima
mío y no me pasaría nada, miré a Laura y a Luis, se habían quitado los esquíes
y estaban tumbados en el suelo, decidí hacer lo mismo, me quité los esquíes y
me tumbé en el suelo, Fran había hecho lo mismo y nos estaba dando
instrucciones pero yo no oía nada.
La
nieve ya venía y yo sabía que no iba a poder respirar así que me cubrí la nariz
y la boca con las manos dejando un pequeño hueco pensando que así podría seguir
respirando.
Acto
seguido, sentí la nieve agitarme con una inmensa fuerza, deseé en ese momento
estar en la playa y que aquello fuera una inocente ola.
Empecé
a sentir muchísima presión encima mio pero podía respirar un poco gracias al
hueco de mis manos.
Finalmente
sentí que ya había parado así que me dispuse a incorporarme pero no podía, me
empecé a agobiar y a respirar con muchísima dificultad
Una
mano me agarró del pelo de pronto y me sacó a la superficie, era Luis.
Me
dolía muchísimo la cabeza y no veía bien, estaba muy asustada, empezamos a
buscar a Laura y nos la encontramos llorando tirada en la nieve con una brecha
en la ceja, se había colocado delante de una roca y se había golpeado con ella.
La
incorporamos y no muy lejos nos encontramos a Marcos sentado en la nieve con
una pierna completamente torcida. Al ver esa imagen, me mareé un poco, pero
tenía que ayudarles.
No
había ni rastro del resto del grupo, ni de Fran.
Un
helicóptero sobrevolaba la montaña al ser avisado por el alud, y al vernos bajó
a por nosotros.
Yo al
subir al helicóptero me desmayé de la impresión y solo recuerdo estar tumbada
en una camilla y que me contaran que
Luis, Laura y Marcos estaban bien, pero que al resto del grupo no habían
conseguido localizares.
Tras
una semana de búsqueda encontraron los cuerpos de cuatro niños sin vida, pero
jamás encontraron el cuerpo del monitor.
Seis
años después Luis, Laura y yo seguimos recordando este fatal día que cambió
nuestras vidas.
Alba Olalla Cabo 1ºA Nº16
01/03/2016
Comentarios
Publicar un comentario