La
guía
Soy
una guía para ciertas personas. Soy lo que les lleva a cualquier parte y lo que
nos une a ellos es un trozo de cuerda atada a mi pecho. Soy su apoyo, su
soporte, su manera de poder moverse. Nací para esto, para poder ayudar a
personas con problemas en su día a día, nosotros les podemos ayudar a ellos de
muchas maneras, pero mi primera prioridad desde que nací fue proteger.
Todos
los días nos despertamos a las siete menos cuarto de la mañana, siempre duermo
con ella porque así se siente más segura conmigo. Yo me tengo que despertar
antes para poder llevarla hasta la cocina. Mientras desayuno, ella se da una
ducha, se cambia y por ultimo se toma ese café con leche que tanto la gusta.
Sobre
la siete y cuarto solemos salir de casa, y más o menos hasta la parada del bus
hay unos diez minutos andando.
Ella
siempre prefiere esperar al bus antes de tener que salir corriendo de casa y
perderlo. Cuando llegamos a la parada hay una chica morena que siempre habla
con mi dueña y la pregunta que tal su dia y que va a hacer hoy. Yo siempre la
miro con ojos de cachorrillo para ver si me puede dar una de esas galletas que
siempre lleva en el bolso.
Cuando
cogemos el bus, siempre nos ponemos en algún sitio para dos, ya que así mi
dueña se puede sentar en un sitio y yo me puedo quedar a los pies de ella para
no molestar a nadie.
Dependiendo
del día de la semana, bajamos en una parada o en otro. Hoy es jueves, lo que
significa que tenemos que bajar por República Dominicana, me toca revisión.
Llegamos
a casi a la parada y mi dueña intenta acercarse a la pared para poder palpar el
botón que avisa al conductor de que se pare para poder bajar en la siguiente
parada, pero antes de que mi dueña llegue a darle, la chica de ojos azules, la
de las galletas, se adelanta a darle para que mi dueña no tenga que moverse
tanto.
Antes
de bajarnos siempre me acerco a aquella chica para que me dé una caricia en la
cabeza, y ella siempre dice que nos verá mañana. Mi dueña siempre la reconoce
por su colonia.
Nos
bajamos cerca de la clínica para la revisión semanal que tengo.
Al
irnos, mi medico, por portarme bien, me da una especie de chuche, para los
dientes, que además me ayuda a tenerlos más limpios y sanos, al principio no
sabe muy bien, pero se puede soportar.
Al
llegar a casa me quita esa cuerda gruesa que me rodea todo el cuerpo y ella
decide sentarse en el sofá, mientras yo me quedo en sus pies para darle calor.
El
sueño se apodera de mí, y mis ojos poco a poco se cierran, aunque siempre me
mantengo alerta por si mi dueña me necesita.
Al
cerrar los ojos pienso en todo lo que he hecho hoy, en lo que soy, en lo que
hago. Nací para esto, para poder ayudar a las personas que no ven, y no poder
guiarlas a todas partes.
Soy
su guía, su perro guía.
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