José Ángel Aparicio (Todo puede tener otra vida)



Todo puede tener otra vida

Si estáis escuchando esta historia es que mi vida ya ha llegado a su fin. Ahora mismo puedo estar en el suelo, en una papelera o incluso lo que es peor en el mar, navegando solo, sin rumbo a la espera de descomponerme o de que algún animal me devore.

Para entender el final hay que empezar por el principio. Todo empieza con un montón de pequeñas perdigones de polietileno, luego se junta, se pliega y se dobla. Más tarde viene el moldeado, el paso clave en todo este proceso, a unos los hacen más grandes y con más capacidad, a otros más pequeños, a otros más finos, a otros más gruesos, a unos largos, a otros cortos, cada uno de nosotros es y tiene una función diferente, aunque la mayoría como yo sirve para llevar cosas.

Al hacernos, nos empaquetaron y nos enviaron en un camión a un lugar desconocido. Nos situaron en una especie de caja, a la espera de ser usados. Al lado nuestro había una señora que iba pasando diferentes productos, por una especie de lector que no dejaba de pitar cada vez que pasaba algún objeto.

Los objetos eran de diferentes tamaños, colores, texturas, olores…Pero cuando la señora dejaba de pasar cosas siempre decía la misma frase:

“Quiere una, solo cuesta 0,9€”

Había gente que decía que no, que ya tenía las suyas propias, pero había otra que decía que sí, entonces nos sacaba al azar de la caja y empezaba a meter cosas en nuestro interior, y luego se iba, nadie volvía a saber nada de aquel hermano desaparecido.

Una mañana llego mi turno, el extraño hombre me compro por 0,9€ y empezó a introducir cosas en mi interior, luego me levanto y salió a la calle, note el frio en mi cuerpo desnudo. Aquel hombre no me gustaba, tenía las manos feas y le sudaban continuamente, además me iba dando con todo lo que se ponía a su alrededor: una farola, un buzón, una pared….


Al llegar me dejo en el suelo, quito las cosas de mi interior, me hizo una bola y me lanzo a una especie de cubo con las paredes amarillas.

Allí había todo tipo de gente como yo, unos más jóvenes  y otros más viejos, además podíamos escuchar hablar a gente alta de cristal que nos contó que nos iban a llevar a un lugar donde nos darían una nueva vida y volveríamos a nacer. Yo estaba ilusionado con cambiar de vida ya que esta no me gustaba.

Pero tuve que esperar varias semanas en la que no paraban de entrar gente nueva hasta que ya no cabía mas y entonces el señor nos cogió a todos y nos llevó a un cubo gigante, pero por el camino, un viento me arranco de la bolsa y volé hasta parar en la acera de enfrente, entonces un niño me llevo a su casa y me metió en una especie de caja con agua, tiro de una anilla y un remolino de agua me arrastro, me maree y perdí el conocimiento.

Ignoro cuantos días llevaba vagando por el agua pero de repente una noche me desperté. Estaba solo, ante un inmenso mar. Me agarre a un pez que me llevo hasta una especie de isla donde había gente como yo que no servía ya para nada y tenía que esperar allí mi muerte.

Y estoy aquí, junto con mis hermanos esperando mi descomposición ya que no hemos tenido la suerte de sufrir el proceso que llaman reciclaje.

José Ángel Aparicio Estrada 1º Bachillerato B. Marzo 2016

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