Una
muerte inesperada
Hola a todos, mi nombre
es Javier Rojas, soy periodista y hoy,
en el avión de vuelta a Madrid os voy a contar mi historia.
9 de febrero de 2016,
un día cualquiera, me levanto y me voy a la redacción, llego y la rutina de
siempre, saludo a mis compañeros, me tomo un café con ellos, charlo un poco…
¿Qué podía tener de
raro este día? Yo no me imaginaba nada, pero a media mañana, me dicen que el
director quiere vernos a mí y a Juan, el fotógrafo, yo pensaba que nos iba a
mandar a una entrevista normal, por Madrid, a un banquero, a un político, en
fin, el rollo de siempre.
Llevaba casi un año
haciendo lo mismo, sin que pudiera contar nada interesante ni ir a lugares donde
esté el centro de la noticia.
Llego a su despacho con
Juan y nos dice el director que tenemos que ir a Siria, a cubrir noticias de lo
que está pasando en la guerra.
Cuando decía que quería
hacer algo diferente, algo que me motivara y que me recordara por qué estudié
esta carrera, no me refería a irme a la guerra ni nada parecido; el director
nos garantizaba que íbamos a un lugar seguro y que no nos pasaría nada; me
tocaba ir, no había otra.
A la mañana siguiente
estamos los dos en barajas, en principio íbamos a un lugar tranquilo, donde no
nos pasaría nada, yo estaba bastante nervioso. Me ve Juan nervioso y trata de
tranquilizarme: Tranquilo Javier, la semana que viene estamos aquí contándole a
los demás la experiencia que hemos vivido.
Llegamos a Siria, es de
noche, descansamos en un hotel que parece seguro, donde había periodistas de
todos los países, tocaba irse a dormir y descansar, el día siguiente prometía
ser un día duro.
A las 4 de la mañana me
despierto, no para de haber ruido, un ruido que a mi no me hacía gracia, veo a
Juan dormir como si nada.
Nos despertamos y
buscamos zonas donde poder sacar fotos, coger información. Simplemente poder
hacer nuestro trabajo sin que nos peguen un tiro. Por suerte no pasa nada, me
tranquiliza un poco esta situación, Juan me mira y me dice bromeando: ¿tienes
todo el cuerpo bien? Aunque me hubiera tranquilizado un poco al ver que
estábamos seguros donde trabajábamos, una guerra no es ninguna broma.
Llega el segundo día,
yo busco fuentes y gente que me explique lo que está pasando, son las 6 de la
tarde, yo ya he acabado. Juan no está contento con todas las fotos que ha
hecho. Avanza unos metros porque ve a gente que va a atacar.
Juan se olvida de una
cosa, y es que en la guerra atacan más de un bando, yo estoy recogiendo mis
cosas cuando de repente escucho el disparo de un francotirador; la situación
cada vez va a peor. Quiero irme al hotel, redactar toda la información que
tengo, irme a la cama y pensar que ya me queda un día menos aquí, miro un poco
a mí alrededor y veo a unos hombres muertos, entre ellos mi amigo Juan.
Resulta que el ruido de
un disparo del francotirador que había escuchado un minuto antes era, el
disparo que ha recibido mi amigo Juan y que ha acabado con su vida.
No me lo podía creer.
Una persona que no tenía nada que ver con la guerra, que no estaba ni atacando
ni defendiendo, no estaba utilizando ninguna clase de arma para matar a nadie,
solo estaba haciendo su trabajo, sacar fotos para enseñar a España lo que
sucede a miles de kilómetros ha muerto.
Esta guerra me imagino
que algún día acabará y que habrá gente vencedora y gente perdedora, gente
ganadora que defenderá que sólo mató a la gente que no defendía lo mismo que
ellos; pero, también murió gente injustamente, sólo haciendo su trabajo sin
tener nada que ver en esto.
Luis Sordo Colomer- 2
de Marzo de 2016
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