NUESTRA
PEQUEÑA HISTORIA
Distancia. Tan solo
nueve letras que significan demasiado.
El tiempo pasa, pero
los kilómetros permanecen, y es que, ¿cuántas cosas podríamos hacer estando más
cerca? Es posible que esto solo me afecte a mí, que la distancia, por suerte,
no signifique nada en vuestras vidas, pero ya os llegará, llegará ese día en el
que esa persona tan importante esté lejos de vosotros, que no podáis hablar con
ella, mirarla, tocarla, incluso sonreírla. Y es algo tan frustrante que lo
único que os queda es sentaros, asimilarlo y luchar porque los kilómetros
desaparezcan.
Todo empezó un verano,
el verano de mi decimoctavo cumpleaños, posiblemente el mejor verano que he
tenido nunca.
Como cada año desde que
tengo tres, mi familia y yo veraneamos en la manga del Mar Menor, un sitio
precioso, os recomiendo ir, sé que os gustará. Allí no tengo muchos amigos,
tres o cuatro diría yo, pero…¿quién necesita más teniendo a los mejores? Al
menos es lo que siempre he creído yo…
Todos mis veranos eran
prácticamente iguales: playa, familia, amigos, otra vez
playa, salir por la noche y vuelta a empezar. Sinceramente, no necesitaba nada
más. Pero ese verano no iba a ser igual, lo supe en el momento en que conocí a
Pablo, un chico alto, delgado, moreno, con ojos verdes y una sonrisa que era
difícil no enamorarse de ella.
Fue un encuentro casual, prácticamente me caí
encima de él. Me sentí la chica más tonta del mundo, pero aquella caída me lleva
hoy a estar contándoos esta historia. Nuestra pequeña historia.
Nos conocimos,
empezamos a salir, podría decirse que incluso nos enamoramos. Éramos dos críos,
pero tanto él como yo sabíamos que, aunque el verano hubiese acabado, aquello
no terminaría así.
Él era de Barcelona, yo
de Madrid. Siendo una locura, decidimos intentarlo, ¿por qué no?- nos
dijimos-¡saldrá bien!
Toda relación a
distancia es difícil de llevar: los viajes interminables, las discusiones, los
posibles celos, la frustración de no poder verse… Pff… ¡Y todo eso había que
compaginarlo con los estudios! Eso fue lo que yo llevé peor, era mi primer año
de universidad y lo único que me rondaba por la cabeza eran esas pequeñas dudas
que surgen siempre, ¿funcionará? ¿Merecerá la pena? ¡Claro que sí! me decía yo.
Y así fue.
Iban pasando los años y
nosotros seguíamos igual de unidos, a pesar de la distancia. Como dicen, el
amor puede con todo.
Al acabar nuestras
respectivas carreras, decidimos que era momento de irnos a vivir juntos, así
que se mudó a Madrid.
Seguíamos siendo
jóvenes para todo aquello, de hecho, nuestros padres no hacían más que
repetírnoslo. Pero a nosotros no nos asustaba, como habréis podido observar,
nos gustan mucho las aventuras.
Tras cuatro o cinco
años viviendo juntos, decidimos casarnos. De las mejores elecciones que he
hecho en mi vida. Todo iba genial hasta que a sus treinta años de edad, Pablo
fue diagnosticado con un cáncer de colon. En pocos segundos, todo nuestro mundo
se derrumbó: sabía que iba a ser duro, pero nunca imaginé que tanto.
Estos últimos meses han
sido los más duros, pero a la vez los que más nos han unido. Fuiste grande,
valiente, luchaste, lo diste todo y siempre con una sonrisa, esa sonrisa que
nos hacía seguir adelante a todos los que estamos hoy aquí despidiéndote.
En su día la distancia
nos separó, hoy nos une para siempre.
Fuiste, eres y serás mi
más bonita casualidad.
Nuria Elso de Blas,
1ºA, 3 de marzo de 2016
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