El
destino de un agente
Había pasado tiempo
desde la última llamada. Ser quien era realmente daba muchos problemas. Ah,
cierto, no me he presentado. Me llamo Francisco Nicolás Gómez Iglesias.
Probablemente me conozcáis como “Pequeño Nicolás”. Seguro que sabéis quien soy,
no necesito de presentación. Aunque, eso si, apúntenme bien las cámaras, vais a
saber porque he sido capaz de hacer todo lo que he hecho de manera impune.
Todo empezó una noche
de febrero de 2014. Mi vida era normal, un simple estudiante en una simple
universidad. Hasta que recibí una llamada que lo cambió todo. Me decía que
acudiese a una dirección, que una vez allí se me notificaría lo que debía
hacer. Ni corto ni perezoso, allí me dirigí. Resultó ser un miembro del CNI,
cuyo nombre no voy a revelar, el que me había llamado. Me dijo que me había
investigado, que veía habilidad en mí y que me adaptaba al perfil que
necesitaba.
Hasta aquí todo muy
bien, pero ¿qué quería de mí? Pronto lo supe. Acabar con él, según él, tiránico
sistema. Derrotar el férreo control al que los españoles somos impuestos por el
gobierno y la monarquía. La única opción era romper ese control, aislando a sus
componentes. ¿Cómo? Mostrando a alguien invulnerable. Y ese alguien era yo.
La duda era obvia.
¿Cómo podía ser yo invulnerable? La respuesta, sin embargo, también lo era:
Chantaje. Saber los trapos sucios de los demás, y amenazar con usarlos en su
contra. Me ordenaron llamar a un político y ordenarle dejarme entrar en una
fiesta privada, amenazándole con arruinar su carrera si no lo hacía. Funcionó.
Quieras que no, poco a
poco uno va corrompiéndose, cada vez resulta más sencillo engañar a la gente, y
cada vez te gusta más. Con eso llegamos a mi historia conocida, a mi detención.
¿Por qué ocurrió tal cosa? Muy sencillo. Atraparon a mi contacto. Le sacaron
mediante tortura la información. Luego lo ejecutaron.
Pero no era tan
sencillo conmigo. A través de mis múltiples entradas y salidas había acumulado
suficiente información como para estremecer al Presidente del Gobierno. Ya nadie podía hacerme nada, era
inmune, pero ¿a qué precio? Dijeron que se llevarían a mi familia si hablaba,
que ahora me debía comportar como un inútil y salir en programas de televisión,
pareciendo estúpido.
Hasta que ocurrió. Se
llevaron a mi familia. Llevo sin saber de ella más de dos meses. El Presidente
se presentó en mi casa y me habló de lo poco que sabía y lo inútil que era para
la sociedad. Intentó asesinarme, pero conseguí escapar. Y he conseguido llegar
aquí, aun sabiendo que vienen a por mí.
Os han engañado. Todo
lo que veis y creéis es una mentira. Os han hecho creer que estudiar la mitad
de la vida para trabajar a cambio de unos montones de papeles llamados dinero
es lógico y normal. Los medios os usan para controlaros. Hay gente que descubre
el engaño, para luego desaparecer en misteriosas circunstancias.
Lo mismo me pasará a mí
cuando lleguen. Si no sigues el guión preestablecido, te cazan. El ser humano
está hecho para ser libre, y este control nos quita la libertad. Puedes ser
como yo, un lobo solitario que va buscando la manera de salvaros, o podéis
liberaros. No es el pueblo quien debiera temer a los gobernantes sino al
contrario. Confío en vosotros, confío en España-dije mientras irrumpían en la
puerta, pistola cargada en mano.
Rodrigo Peñuelas Sanz-Llano.
1º B. 28 de febrero de 2016
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