Ya estoy en Nueva York
Ya estoy en
Nueva York. Miro hacia arriba y me siento como una hormiga, insignificante.
Miro hacia abajo y me creo importante por tener el mundo a mis pies. Así me parece Nueva York. Una ciudad que te hace
experimentar continuos contrastes, un lugar en el que se viaja de arriba a
abajo, deprisa y despacio, deslumbrante y oscuro, amable y frío, pero siempre
atractivo.
Después de
dar la bienvenida a la Estatua de la Libertad, rozo el cielo, en un momento mágico,
desde la azotea del primer edificio que subo, el Empire, admirando cualquiera
de las azoteas del bosque de cemento y cristal que forman sus inmensos
rascacielos.
Luego bajar a
los “infiernos” en un viaje por el
tenebroso suburbano. Es toda una aventura. Tiene más de mil kilómetros
de túneles y 419 estaciones y te conduce de un extremo a otro de la ciudad.
Aparte de
los incontables museos con los que cuenta Nueva York, lo mejor de cualquier ciudad es pasear, deslumbrarte con sus tiendas con los mejores escaparates de deportes,
ropa... en la famosa Quinta Avenida y
seguir camino entre teatros y cines en Times Square y Broadway que por la
noche se iluminan con grandes anuncios
que te hacen sentir que allí nunca anochece.
Recorro barrios como el de Wall Street, centro de
finanzas estadounidense y en pocas calles pasas a la rica y cálida diversidad
humana de los barrios de emigrantes italianos, judíos...y sobre todo chinos, asentados
en el famoso laberinto de callejuelas estrechas de Chinatown, verdadera
reproducción en reducidas dimensiones, de la vida de una comunidad china. Pequeñas
ciudades dentro de la propia Nueva York.
Tras el ruido
de la ciudad, es recomendable dejarte llevar también por la tranquilidad de su inmenso
parque, Central Park, 340 hectáreas de naturaleza, llena de lagos, praderas y
actividades callejeras.
Lo más
impactante es la zona Cero donde estaban las Torres Gemelas. La zona sobrecoge.
En el solar donde estaban levantadas, se
han construido un complejo formado por varios edificios entre los que destaca un
gran rascacielos, el más alto del hemisferio norte, y dos piscinas gigantes en cuyos bordes están
inscritos los nombres de cada una de las víctimas y en el que el agua es engullida hacia un pozo sin fondo. Un
cierto escalofrío te recorre la espalda.
Todos
tenemos una imagen preconcebida de esta ciudad pero su visita no te defraudara.
Encontraras una ciudad que se te hace familiar desde un primer momento por las
típicas escenas de películas y series. Ensordecedora en el trasiego diario que
se crea en cada una de sus avenidas. Un escenario teatral donde gente anónima
sueña con triunfar.
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