Cristina Fernández Delgado (La cruda realidad)




LA CRUDA REALIDAD

El tiempo pasa, y nada. No hay nada. Estoy tumbado en el sofá de mi casa, rodeado de una pila de cajas de pizza y con latas de cerveza a mi alrededor, la verdad es que da asco, pero como nadie me viene a ver, me da igual. El único sonido que se percibe es el segundero del reloj de la cocina, retumba por toda la casa. Me doy cuenta de que no tengo aspiraciones, motivaciones ni ganas de vivir. No se ni en que día vivo, me incorporo del sofá para poder coger el móvil, un móvil que no me puedo permitir dada mi situación económica, pero que mas da. Miro el móvil, son las doce menos cuarto de un miércoles, un miércoles más.

Decido levantarme del sofá, y aunque sea andar un poco en este cuartucho, que la gente llama casa. Voy a la cocina, a por mi lata diaria de cerveza, y veo que hay una nota escrita en la nevera, sujetada por un imán de Londres, ¿Cuando he ido yo a Londres?, es lo único que me viene a la cabeza, y ignoro completamente lo que ponga en la nota.

Decido volver al sofá, cojo el móvil de la mesa y me pongo a ojearlo como si me fuera la vida en ello, me meto en contactos y nada, está vacío, es normal, no tengo familia, no tengo hijos, esposa, nada, en este mundo estoy yo, y solo yo, nadie más.

Me dispongo a salir de casa, cuando me doy la vuelta para poder cerrar la puerta, aparece mi vecina, la del 4B. Me saluda con una tierna sonrisa, y yo levanto la cabeza ligeramente para saludarla. Mi vecina está loca, se cree que es un médico porque siempre va vestida con una bata blanca hasta debajo de las rodillas y un estetoscopio rodeándole el cuello.

Bajo por las escaleras de emergencia, para evitar encontrarme con más vecinos locos, pero la suerte no me acompaña, y por desgracia me encuentro con el portero, un señor mayor, que, probablemente podría tener la edad de mi padre, pero ¿tengo padre?

Se dispone a saludarme cuando paso a su lado, con aire de superioridad sigo mi camino sin percatarme de lo que me haya podido decir.

El pueblo es bastante pequeño, mas bien, es enano, no hay nada, esta igual de vacío que yo, solo hay árboles y mas arboles, zonas verdes, pero nada más.  Creo que no hay ni niños, pero me doy cuenta de mi error cuando veo a un niño pequeño con unos ojos verdes saltones y de pelo rizado, muy parecido al mío, jugando en los columpios. Le observo mas detenidamente y veo que aquel niño, tiene parte de la cara y el brazo quemado, ¿que le habrá pasado para estar así?

Después de haber dado lo que parece una eternidad de vueltas en este asqueroso pueblo de mala muerte, vuelvo a mi cuarto, me tumbo en cama, lo único que consigue aliviarme son las sabanas blancas, pero esta cama de metal es super incomoda, estoy deseando cambiarla, pero ¿cuando he comprado esta cama que tanto odio? Después de hacerme esta pregunta, empiezo a observar el cuarto en el que me encuentro, no hay gran cosa, una cama, un armario, un lavabo y poco más, pero no recuerdo haberme comprado ese armario, es más no recuerdo haber comprado nada de lo que tengo aquí.

Abro el armario para ver que tengo dentro, pero no hay gran cosa, un montón de ropa blanca, empiezo a sacarla, solo son pantalones y camisetas blancas, pero ¿blanco?, si yo odio el blanco, solo me visto de negro, me siento más cómodo con ropa negra.
Empiezo a observarme, y me doy cuenta de que llevo la misma ropa que está en el armario, pero ¿cuando me he cambiado de ropa? , si esta mañana llevaba mi camiseta y mis vaqueros rotos negros. No entiendo nada, salgo del cuarto airado, gritando de esquina en esquina para ver quien ha sido el gracioso que ha entrado en mi cuarto para cambiarme la ropa, y no me puedo encontrar con otra que no se mi queridísima vecina loca, la de la bata. La observo que lleva una placa en la bata, con un nombre escrito en el. Se llama Tessa.

Me empieza a preguntar qué me pasa, le explico gritando, obviamente, que alguien ha entrado en mi cuarto y me ha cambiado la ropa. Cuando estoy más tranquilo, decide entrar conmigo en el cuarto, para asegurarme de que estoy bien, vuelve a preguntar que me ha pasado, porque motivo estaba así, por algo que no tenía importancia, importancia dice, como si la gente pasara por mi cuarto como Pedro por su casa.

Me dice que a sido un día muy largo, que debería descansar después de la caminata de hoy, pero ¿y esta tía como sabe que he ido a andar?, veis, a eso me refiero cuando digo que esta loca, sabe todo lo que hago, como si me controlara. Después de la charla, en la que no la hago ni caso, como de costumbre, me dice que me tome una pastilla para que descanse mejor, que me aliviaría y me quitaría este malestar que tengo en el cuerpo, seguramente de la caminata de esta mañana, no estoy acostumbrado a andar tanto.

Cuando pienso que se va a ir ya, empieza a inspeccionar el cuarto, revolviendo entre el armario, como si buscara algo, la espeto, pero parece no inmutarse. Cierra el armario con delicadeza, y se vuelve a sentar conmigo en la cama, empieza acostarme unas cosas super raras de una familia, y ¿porque me cuenta a mi esto si no tengo familia? ¿para que me haga sentirme peor de lo que estoy?. entonces decido que no seria mala idea escucharla, pobre mujer, siempre intenta captar mi atención y yo siempre paso de ella.

-Hardin, lo estas haciendo muy bien, ya no estas tan agresivo como antes, ya por lo menos comes mejor, antes no probabas bocado a la comida-me dice con una sonrisa, mirando a la comida, una bandeja de metal con lo que parece ser comida, ¿pero cuando he comido eso?-pareces otro, hasta los compañeros lo han notado.

-¿Compañeros?, que compañeros, si estoy aquí solo- me levanto de la cama, y empiezo a observar a mi alrededor la gente que va pasando, mujeres y hombres pasando con la misma ropa que la mía. Noto como Tessa se coloca detrás de mi.

-Hardin, se que es difícil de asumir, la gran mayoría de la gente no lo asume hasta pasado un tiempo, pero ya llevas aquí casi un año y medio.

-¿Como que llevo aquí un año y medio? ¿Donde estoy? ¿Quien es toda esta gente? ¿Que hago aquí?-a medida que digo cada pregunta, empiezo a notar como mi pecho sube y baja debido a mi respiración acelerada.

-Hardin…- dice Tessa mirándome a los ojos.

-¡Cuéntamelo todo ya!- no me doy cuenta de lo alto que lo he dicho hasta que todo el mundo se para en seco y empiezan a mirarnos a los dos.

-¿Va todo bien?- pregunta uno que esta en la otra punta del pasillo, empujando una silla de ruedas en la que se encuentra una señora a la que le falta un montón de pelo en la cabeza y que esta tiritando mirando a todas partes, y como no lleva una bata blanca, ¿porque aquí todo el mundo lleva bata blanca?.

-Si gracias Christian, esta todo bien- dice Tessa cogiéndome del brazo y llevándome de vuelta a la habitación

-Cuentámelo todo, ¿porque estoy aquí?- digo mas calmado que antes.

-Hardin, hace dos años, quemaste tu casa,vivíais todos en un piso, en el 4B.

-¡No me mientas! ¡Yo no tengo familia!

-Hardin, déjame que te lo explique por favor- hago una mueca, pero ella sigue- Hardin, hace dos años, tenias problemas en el colegio, y tus padres discutieron contigo, y quemaste la casa,pero no era provocado, estabas jugando con el mechero y se incendio una de las cortinas-hace una pequeña pausa- Tu hermano pequeño,  seguía en casa, ya que tus padres habían salido a cenar, pero se quemo la gran mayoría del cuerpo, aunque ahora esta mucho mejor, es un niño encantador, siempre esta con una sonrisa en la cara, y todos los días me pregunta cuando puede venir a verte… Se parece mucho a ti aunque no lo creas.

-Es imposible, yo no tengo familia, ni hermano, ¡No tengo a nadie!

-No Hardin, eso no es verdad, tus padres vienen siempre que pueden y tu hermano viene todos los días para verte.

-Pero, ¿porque no estoy con ellos?

-Querían lo mejor para ti, y creyeron que esto era la solución, Hardin, estas en centro psiquiátrico Pennhurst…



Cristina Fernández Delgado nº7 1ºA BACH

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