POR
UN PUÑADO DE EUROS
Era un viernes soleado
en Alicante, ya era casi Junio y se iba notando. Nuestro protagonista andaba
por las calles de su ciudad como de manera habitual a las diez y media de la
mañana. Aquella noche no durmió, estaba nervioso, nervioso por un mensaje que
llevaba esperando días. Siente su teléfono vibrar, era el mensaje que esperaba.
“Hoy es el día, a las dos de la tarde en mi portal, no te retrases ni un mísero
minuto”
Nuestro protagonista se
llama Raúl, un valenciano de cuarenta y dos años, divorciado y en paro, Raúl
trabajaba de profesor de música de una escuela pública de la zona, pero tras
una reducción de plantilla, fue despedido. Ahora lleva casi un año sin trabajo,
su mujer le abandonó hace dos meses y con ella lo hicieron sus dos hijas,
Natalia y Sonia.
Sus aficiones eran pasear por su ciudad natal y tomarse unas
cervezas en el bar Las Jarrazas, el
cual se situaba en el piso bajo de su edificio. En ese bar conoció a su nuevo
amigo, Lucas.
Lucas era un madrileño
que fue a estudiar a Alicante cuando era pequeño, es unos años más joven que
Raúl, y al igual que él está en paro desde hace año y medio. Lucas en un principio trabajó con su padre en los
negocios, como era lo que le apasionaba estudió Administración y Dirección de
Empresas, consiguió un empleo nada más terminar la carrera en el que trabajó
durante quince años, pero debido a un
conflicto en su empresa, fue despedido.
14:00
-
Te has retrasado, son las dos y cinco
casi. Pensaba que esto ya lo teníamos hablado Raúl, puntualidad. – Lucas,
enfadado miraba a Raúl serio, pero en el fondo Raúl sabía que él también tenía
miedo ante la situación.
-
Perdona, solo quería tener las cosas
listas y no fallar en nada. – Se disculpó Raúl.
Después de esta incómoda conversación los dos se
dirigieron calle abajo en silencio, uno de los silencios más largos de su vida,
tanto Raúl como Lucas estaban agobiados y nerviosos por lo que estaban a punto
de hacer.
Tras varios minutos andando encontraron su destino, un
edificio azul, algo aislado, y lleno de gente por la paga de pensiones. Lucas
lo había planeado todo, justo ese día era el pago de pensiones, y eso causó que
esa sucursal estuviera más llena de lo normal, dato que otorgaba más presión
pero a la vez más beneficios si todo salía según su plan.
Lucas abrió la puerta metálica, y miró al techo, una
cámara de vigilancia. Dejó pasar a Raúl y cerraron la puerta.
En ese justo momento en la recepción se encontraban
dos cajeras, tres ancianos, una familia, una pareja joven, uno de seguridad y
el director de la sucursal.
Nuestros protagonistas actuaron de manera tranquila
al principio, se pusieron en la cola con intención de esperar su turno, pero el
plan no salió según lo previsto.
-¡Todo el mundo al suelo, esto es un atraco!- Gritó
Raúl mientras se colocaba una media en la cabeza.
La gente comenzó a gritar, un niño comenzó a llorar,
y los demás estaban en shock, incluido Lucas.
-¿Me puedes explicar que estás haciendo? – Le dijo
de manera violenta Lucas a Raúl. –Esto no es lo que habíamos planeado.
-Ya sé que no estaba
planeado, pero no aguantaba más. – Le contestó Raúl. -¡Eh, tú!, ¡Sí, tú, el de
seguridad! – Hizo una pausa.- Dame todas tus armas o te pego un tiro.
–Sentenció Raúl sacando una pistola de su mochila.
Raúl decidido se
dirigió hacia el cajero y le pidió no de muy buenas formas a la cajera que le
metiera en una bolsa todo el dinero que contenían las cajas. Al director del
banco, que estaba horrorizado, le pidió que abriera la caja fuerte. Pero este
se negó.
Lucas se acercó al
director y lo amenazó mientras Raúl le apuntaba con la pistola, tras unos
minutos de espera, introdujo la clave y cogieron el dinero.
Todo iba perfecto, los
rehenes estaban perfectamente controlados, el de seguridad también, las cajeras
ya habían guardado todo el dinero de las cajas, y ellos ya tenían el de la caja
fuerte. Pero un pequeño detalle les fastidió los planes. Una molesta sirena
comenzó a sonar por toda la habitación.
Los dos atracadores se
quedaron en shock. Lucas fue el primero en reaccionar, que de forma muy
violenta arrebató la pistola de las manos de su compañero y se dirigió hacia
las cajas. Los rehenes, que se encontraban a la izquierda de las cajas, ante la
conducta de Lucas, comenzaron a gritar.
Lucas agarró a la
cajera que había pulsado el botón de la alarma y la apuntó con la pistola la
frente.
-¡Lucas, para!, ¡No le
mates!, ¡Tenemos el plan B! ¿Recuerdas?
Lucas bajó la pistola y
momentos después empezaron a escucharse sirenas que venían de la calle.
-¡Estáis rodeados!, ¡No
tenéis escapatoria, de esta salís muertos o termináis en la cárcel!-Pronunció
un policía amplificando su voz con un megáfono.
-¿Qué hacemos ahora
Raúl? Nos van a coger. –Preguntó histérico Lucas.
-Tenemos que hacerles
chantaje, solo así podremos salir de aquí vivos- Hizo Raúl una pausa.- Y con el
dinero.
Raúl cogió un megáfono
que tenían preparado y gritó: “Queremos un autobús en la puerta en cinco
minutos o empezaremos a tirar cuerpos a la calle”
No hubo respuesta ante
esa afirmación, solo escucharon varios coches de policía alejarse.
-Parece que ha
funcionado. – Dijo suspirando Raúl, Lucas solo asintió.
Varios minutos después
los policías dieron señales de vida y les informaron que el autobús requerido
ya se encontraba en la puerta principal.
Raúl agarró a una mujer
y la apuntó en la cabeza, y con el otro brazo llevaba una bolsa de dinero,
salió de la sucursal. Cuando los policías vieron que llevaba un rehén, bajaron
las armas. Lucas agarró a otro rehén e hizo lo mismo.
Después de haber
cargado el autobús con todo el dinero, pusieron en marcha el autobús y salieron
de allí. Siete coches de policía perseguían al autobús, pero uno se acercó lo
suficiente al autobús para que el policía disparara a la rueda del autobús y
quedaran inmovilizados.
Nuestros dos
protagonistas cuando vieron todas esas luces rojas y azules reflejándose en el
interior del vehículo sabían que estaban perdidos.
Raúl y Lucas perdieron
todo en unas escasas tres horas, pero al menos se tenían el uno al otro, pero
no de la misma forma ya que antes compartían barra, no celda.
Irene
Gorrón Mateos 1ºA Nº8
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