Lucía Gil Vizcaíno (Un Domingo Más)



UN DOMINGO MÁS


Cada domingo parece igual, me levanto al escuchar la voz de mi madre, desayuno y me dispongo a estudiar un rato.
Al final de la mañana escucho de nuevo a mi madre que me pregunta: ”¿Lucía hija, te queda mucho? “Los tíos han llegado ya”.


Mi abuela Pilar le gusta que nos reunamos toda la familia, y por eso cada domingo organiza una comida y espera con ilusión que lleguen sus hijos y nietos.


Mis primos pequeños son los primeros en llegar, y cuando lo hacen como dice mi abuelo, “se acaba la paz”.
Mi abuelo siempre está enfrascado en alguna lectura y no le gusta mucho que perturben su paz.
Por el contrario mi abuela siempre “está inventando algo” es muy dinámica y es capaz de hacer mil cosas a la vez.


Cuando llegamos todos ayudamos, pero por lo general mi abuela ya lo tiene todo organizado y se ha encargado de que no falte ni un detalle.


Durante la comida solemos ponernos al día de todo lo que nos ha sucedido durante la semana.
Mi abuela disfruta mucho y dice que le encanta “hacer familia” y vernos a todos reunidos.
La verdad es que cuando Carmen, la pequeña de cuatro años dice: “un aplauso para la cocinera”, la cara de satisfacción de mi abuela lo dice todo.


Admiro a mi abuela por un sinfín de virtudes, porque siempre ve el lado positivo de las cosas, porque siempre da sin esperar nada a cambio, porque todo lo que hace, lo hace con cariño, porque siempre tiene una palabra cariñosa y una sonrisa en los labios.


De ella he aprendido que “la felicidad son pequeños gestos o detalles de amor bien saboreados”.
Gracias abuela por todos los buenos momentos que nos has regalado y por los mejores que están aún por llegar.


Lucía Gil Vizcaíno, 1ºA
(20 de Noviembre de 2016)



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