Marta Casqueiro (Niños desechables)



NIÑOS DESECHABLES

Hoy es un día muy especial para mí. Hace ya ocho años que estoy viviendo en una casa con muchos niños, todos estamos es la casa porque no tenemos padres. Nuestras cuidadoras dicen que ellas están allí para darnos todo lo que nuestros padres no pueden. A mi casa lo llaman orfanato. Me gusta el nombre, aunque de pequeño no sabía decirlo. Me gusta mi casa más que ninguna, porque tengo muchos niños con los que jugar y nunca me aburro. Voy todos los días a una habitación donde las cuidadoras nos enseñan muchas cosas. Nunca entenderé porque a los niños mayores no les gusta vivir aquí. Estoy un poco triste porque hoy me han dicho que me iré de esta casa, me dicen que me voy a una casa mejor, no me lo imagino. Dicen que un papá y una mamá vendrán a buscarme, que tendré un cuarto para mí solo y que iré a un sitio que lo llaman cole, a donde van los niños para aprender cosas. Que tendré muchos juguetes, todos los que en el orfanato no pude tener. Me han despertado antes que otros días, he cogido una bolsa muy grande y he metido todas mis cosas. Mis amigos también se han despertado pronto para despedirse de mí, algunos han llorado pensando que no me volverían a ver, yo ya les he dicho que vendré todos los días a jugar con ellos. Estoy esperando en la puerta de casa cuando entran un chico muy alto y una chica muy guapa y me dicen que ellos son mis nuevos papas y que me van a llevar a casa. Nos montamos en un coche muy pequeño, tenía cinturón, olía a limpio. En todo el camino a casa me preguntaron muchas cosas, las respondí todas y también les pregunte yo a ellos. Ellos me respondieron a todo. De repente el coche se para y me dicen que ya hemos llegado que esta será mi nueva casa. Salgo del coche y lo primero que veo es un perro que viene corriendo hacia mí. Esta limpio y es muy suave, tiene un collar y mis nuevos papas me dejan tocarlo. Veo un jardín con un parque y la casita del perro. Miro hacia arriba y veo una casa muy grande, es blanca y tiene una puerta muy grande. Entramos en la casa y nada es como me lo había imaginado, todo brilla y parece que estoy en un palacio. Subimos unas escaleras de caracol, sigo sin poder mirar hacia todos lados sorprendiéndome por cada objeto y mueble que forman la casa, abren una puerta y me dicen que ese será mi cuarto. No podía creerlo, tenía todo lo que cualquier niño en el mundo querría tener. En el cuarto entraba mucha luz, que me hacían ver mejor cada juguete que estaba en las estanterías. Me enseñaron el resto de la casa, todo era alucinante, más tarde me quedé jugando en mi cuarto hasta que me visaron para comer. En la comida todo fue perfecto hablamos de todas las cosas nuevas de mi vida, de lo que me gustaba hacer y de lo que no. Terminamos de comer y me fui a mi cuarto corriendo para jugar, cuando estaba subiendo las escaleras oigo decir a mi nueva mamá que no puede hacer eso, que no es lo que ella quería , estaba llorando y parecía muy triste, mi nuevo papá la dijo que no se preocupase. En ese momento me pregunté si sería mi culpa, si yo había hecho algo. Aunque ese día no había hecho nada malo, sino todo lo contrario me había portado muy bien. Mientras estaba jugando en mi cuarto mi nuevo papá me dijo que nos íbamos a un sitio, cogió mi bolsa que no me había dado tiempo a deshacerla todavía y nos fuimos al coche. Cuando estamos en el coche reconozco el camino. ¡Estábamos yendo hacia el orfanato! Me parecía raro, porque hace solo unas horas que me fui de allí. Les pregunté se me llevaban ya a visitar a mis amigos. Ellos se miraron, era la primera pregunta a la que no me respondían.





                                                                     Marta Casqueiro 1º A Noviembre de 2016

Comentarios