Laura Ortiz (Tu último día voluntario)



TU ÚLTIMO DÍA VOLUNTARIO

Todo cambió con una simple llamada a la puerta. En esos momentos, te das cuenta de cómo la acción de una persona puede cambiar tanto las cosas en cuestión de horas. Y no sólo las cosas, sino cómo destrozar la vida de la gente que te rodea.

 Me parece muy egoísta el sólo pensar en ti; el rendirte y no luchar; el no pararse a pensar todo el daño que estás haciendo; el ir por el camino fácil mirando por ti y sólo por ti, cuando sabes que sí queda otra salida, aunque haga tiempo que has dejado de verla. Siempre queda el pedir ayuda.

Que muchas veces pensamos que podemos con todo y que tenemos las situaciones totalmente controladas. Hasta que se nos va de las manos. A Tom, se le fue de las manos por completo.

Una familia que te adoraba, unos amigos geniales, un trabajo que te encanta, tu niño de cuatro años. No sé;  a simple vista, parece que lo tenía todo pero, está claro que no era así.

Y cuando menos te lo esperas, pasa. Es como una puñalada totalmente injusta e inexplicable. “Si parecía feliz” – piensas. Y no; realmente nunca se sabe lo que lleva una persona por dentro. Una cara sonriente no significa que todo vaya bien. Pero, después del shock, yo me sentí engañada.  ¿Por qué te quitaste lo más bonito que tenías y dejaste tanto dolor detrás? ¿Qué puede llevar a un chico joven, con salud, familia, amigos y trabajo a quitarse la vida? No me lo explico. Ni yo, ni tu hijo, ni tu mujer, ni tus amigos,  ni nadie.

Yo estaba ahí por casualidad, una espectadora externa de todo el drama.                                             El estar desayunando  tú y yo, riéndonos, contando anécdotas. Recuerdo que la noche anterior estuvimos viendo una peli y compartiendo palomitas. Y, a las pocas horas, una llamada a la puerta. Una cara aterrada contando que te habías ido sin despedirte.

Me hiciste reflexionar. Todos los días cuando nos levantamos damos por hecho aquello a lo que llamamos rutina, el llegar a casa y encontrarte ahí a los tuyos. ¿Deberíamos empezar a valorar un poco más ciertas cosas que puede que un día nos falten? ¿Y si dejamos de ver todo como si fuese “lo normal” y empezamos a disfrutar un poco más de esa suerte a la que llamamos rutina que muchas veces infravaloramos?
Ya quisiera el hijo de Tom vivir una rutina con él. Le queda toda una vida por delante para intentar entender y superar la decisión inexplicable que tomó su padre. A día de hoy sólo sabe que su papá se ha roto.

Laura Ortiz Azáceta
1ºBachillerato B
Noviembre, 2016

Comentarios