Pablo León (El Desayuno)



EL DESAYUNO

Desde ese día la convivencia se volvió extraña, fría. No volvieron a mirarse a los ojos.

El señor Andy, como cada mañana, salió temprano a correr para volver justo antes de que su hija Caroline y su mujer Laura se hubiesen despertado para prepararlas el desayuno. Le gustaba correr solo, sentirse libre de atender a su familia por unos momentos. Siempre volvía jadeando, pero desde ese día también volvía con un dolor que le pinchaba la pierna. Se la agarró y recordó que Laura no había desayunado todavía.

Andy subía el desayuno a la habitación de Laura. Le había preparado unos huevos fritos con arroz caldoso y bacon tostado. Antes de entrar en su cuarto, se colocó un trapo que le cubría la nariz.

- ¡Buenos días! -dijo Andy -¡Cómo tienes la habitación! Cuando te levantes ventila el cuarto y recoge todas las bandejas.

A lo que Laura, arropada totalmente, respondió con una voz fatigada que no se preocupase, pero que primero iba a desayunar tranquilamente. Andy dejó la habitación, y se dirigió al trastero, donde Caroline, la hija, se pasaba el día jugando con peluches y muñecas. Le bajó exactamente el mismo desayuno.

A Andy no le gustaba la idea de que su hija se pasase el día en el trastero, ya que solo había una pequeña ventana desde donde la luz pudiese entrar. Pese a la oscuridad, su melena rubia brillaba. Caroline le comentó a su padre que en la escuela le habían dado ya las vacaciones, con una voz algo cansada como la de su madre. A lo que su padre respondió con una sonrisa: todavía es marzo Carol, quedan meses para las vacaciones. Caroline respondió nerviosa que su madre le había prometido salir hoy un rato.
-Sabes que mamá está indispuesta y no deberías molestarla con tus caprichos de niña tonta. -respondió Andy enfadado.
-Soy suficientemente mayor como para ir a hablar con mamá yo sola. -le dijo alterada Caroline.
-¡Como quieras!. -gritó Andy agarrando fuertemente del brazo a Caroline. Con la otra mano seguía llevando el desayuno.

Cuando entraron en la habitación Laura intuía lo que había pasado y le echó en cara a su marido que Caroline ya era mayor de edad y que podía salir cuando quisiera. Andy apretó con más fuerza el brazo de la niña y la tiró a la cama con un movimiento que le hizo tropezar. El desayuno cayó sobre las sábanas. ¡Mirad que estropicio habéis hecho! Voy a limpiar esto y ahora hablamos. Al llevarse las sábanas quedó al descubierto un montón de almohadas junto a una muñeca de melena rubia.

Pablo León Noviembre de 2016







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