EL DESAYUNO
Desde ese día la
convivencia se volvió extraña, fría. No volvieron a mirarse a los ojos.
El señor Andy, como
cada mañana, salió temprano a correr para volver justo antes de que su hija
Caroline y su mujer Laura se hubiesen despertado para prepararlas el desayuno.
Le gustaba correr solo, sentirse libre de atender a su familia por unos
momentos. Siempre volvía jadeando, pero desde ese día también volvía con un
dolor que le pinchaba la pierna. Se la agarró y recordó que Laura no había
desayunado todavía.
Andy subía el
desayuno a la habitación de Laura. Le había preparado unos huevos fritos con
arroz caldoso y bacon tostado. Antes de entrar en su cuarto, se colocó un trapo
que le cubría la nariz.
- ¡Buenos días!
-dijo Andy -¡Cómo tienes la habitación! Cuando te levantes ventila el cuarto y
recoge todas las bandejas.
A lo que Laura,
arropada totalmente, respondió con una voz fatigada que no se preocupase, pero
que primero iba a desayunar tranquilamente. Andy dejó la habitación, y se
dirigió al trastero, donde Caroline, la hija, se pasaba el día jugando con
peluches y muñecas. Le bajó exactamente el mismo desayuno.
A Andy no le
gustaba la idea de que su hija se pasase el día en el trastero, ya que solo
había una pequeña ventana desde donde la luz pudiese entrar. Pese a la
oscuridad, su melena rubia brillaba. Caroline le comentó a su padre que en la
escuela le habían dado ya las vacaciones, con una voz algo cansada como la de
su madre. A lo que su padre respondió con una sonrisa: todavía es marzo Carol,
quedan meses para las vacaciones. Caroline respondió nerviosa que su madre le
había prometido salir hoy un rato.
-Sabes que mamá
está indispuesta y no deberías molestarla con tus caprichos de niña tonta.
-respondió Andy enfadado.
-Soy suficientemente
mayor como para ir a hablar con mamá yo sola. -le dijo alterada Caroline.
-¡Como quieras!.
-gritó Andy agarrando fuertemente del brazo a Caroline. Con la otra mano seguía
llevando el desayuno.
Cuando entraron en
la habitación Laura intuía lo que había pasado y le echó en cara a su marido
que Caroline ya era mayor de edad y que podía salir cuando quisiera. Andy
apretó con más fuerza el brazo de la niña y la tiró a la cama con un movimiento
que le hizo tropezar. El desayuno cayó sobre las sábanas. ¡Mirad que estropicio
habéis hecho! Voy a limpiar esto y ahora hablamos. Al llevarse las sábanas
quedó al descubierto un montón de almohadas junto a una muñeca de melena rubia.
Pablo León
Noviembre de 2016
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