Nunca mejor dicho la vida es un camino, esa es la
realidad por mucho que nos cueste creerlo. Dejando aparte cualquier tema
religioso sobre si hay o no algo después de la vida. Lo importante es que solo
hay una y no siempre sabemos valorarla.
Nos quejamos de que el tiempo pasa volando y no podemos
disfrutarlo, pero a la vez queremos estar siempre tirados en el sofá, queremos
salir; pero cuando llega el momento nos da pereza, no queremos perder el tiempo
estudiando pero si que queremos en el futuro tener un buen trabajo y una
familia, queremos ser felices pero sin dar nada a los demás… y podría nombraros
muchísimas más situaciones en las que la vida no nos da tiempo a poder
disfrutarla.
Aunque, seamos sinceros, ¿de verdad es así?
Obviamente, todos hemos pasado por ese momento en el que
decimos pero qué estoy haciendo y nos lo vamos a seguir preguntando durante
muchos años más; pero lo qué os quiero decir yo es :”¿de verdad damos todo lo
que podemos para que nuestra vida sea tan impresionante como queremos?”.
Si lo pensamos bien, la vida es un cambio constante y uno
de ellos son los padres:
Cuando somos pequeños el centro de nuestro mundo son
ellos, son las personas a las que más queremos y sin las cuales un juego no tendría
sentido. Cuando nos levantamos lo que buscamos es un beso o un abrazo suyo y
que nos mimen y nunca nos dejen; no podemos vivir sin ellos; siempre pensamos
¿qué haría yo sin mi mamá o papá?
Un viaje o un sábado sin ellos es impensable para ti, son
los mejores amigos que puedes tener y te encanta tenerlos cerca.
La cuestión es que van pasando los años y no te das
cuenta pero entras en la adolescencia donde “aiba” ya no quieres saber nada de
ellos. Ahora son pesados y no te entienden. Nunca tienen razón y como no, tú
sabes más de la vida que nadie, por eso no quieres ningún consejo suyo;
simplemente quieres que te dejen en paz y sobre todo libertad.
Entras en un momento en el que los necesitas pero no
quieres reconocerlo. Todo lo que te dicen aunque sepas que es verdad, lo niegas
y simplemente porque no quieres que te vean más como un niño o una niña
pequeña.
Quieres perderlos de vista, pero a la vez necesitas a tu
madre para estudiar, ir de compras, para que te enseñe que conjunto ponerte y
un sinfín de cosas más. Pero, ahora para ti, lo más importante son tus amigos.
Ellos si que tienen razón y te entienden.
Ahora, te propongo un reto, ponte por un momento en su
piel; ellos saben lo que te está pasando porque también lo han pasado, pero no
es lo mismo vivirlo a que tu hijo lo viva. Ellos quieren lo mejor para ti
aunque a la vez les da miedo soltarte, dejarte vivir esa vida llena de peligros
de la que tanto te han estado protegiendo todos estos años. En definitiva, tienen
miedo, miedo a que la vida te trate mal, a que seas unos de esos a los que
raptan, violan o atropella un borracho. Tienen miedo a que entres en el mundo
del alcohol y el tabaco porque ellos más que nadie saben lo que es engancharse.
Tienen miedo de que venga un chico o una chica y le haga sufrir a su
pequeñito/a.
Saben que algún día van a tener que dejaros ver la vida
con vuestros propios ojos, ya que por mucho que te adviertan ,nunca se aprende
algo hasta que se ve de cerca. Pero, no se rinden, ellos antes de que su hijo
salga le advierten de todo lo que le puede pasar y mientras, él o ella piensan:
“dios que pesados”. Aunque en el fondo , a la hora de la verdad si que tienen
en cuenta todas esas cosas de las que les han advertido y evitan que les pase.
A medida que vamos saliendo de esta etapa, de repente
todo cambia y ahora los padres vuelven a ser un pilar fundamental en tu vida.
Esa persona en la que vuelves a confiar y con la que vuelves a estar. Te das
cuenta de que la vida es disfrutar de los pequeños momentos y los mejores son
con los amigos y los padres.
Te arrepientes de haber perdido tantos domingos viendo
una película en familia y de haberles tratado tan mal e incluso haberles hecho
sufrir por tus tonterías. Entras en el mundo universitario, donde ya
tienes más libertad y es cuando ves que no tienes tiempo casi para ellos, has
perdido mucho durante todos estos últimos años. Pero piensas: “me queda mucho
todavía para recuperarlo”.
Y a eso es a lo que quería llegar. Ojalá tu pudieras
predecir el futuro y saber si tus padres van a estar a tu lado cinco o veinte
años más. Porque la verdad es que los humanos somos así , no nos damos cuenta
de lo que tenemos hasta que lo perdemos y es entonces cuando nos arrepentimos
de haber rechazado tantos planes con ellos y tantas risas.
Esa es la verdad, hay un momento en la vida antes o
después en la que tus padres se van y ahora les echas de menos y piensas en
cómo puedes enfocar tu vida para ser tan bueno como ellos. De repente, echas de
menos sus abrazos y sus consejos y te sientes desprotegido.
Y aunque tu vida sigue y conseguirás esa familia y ese
trabajo que querías, ya nunca va a ser lo mismo en ese sentido. Claro que vas a
ser muy feliz con todo lo que la vida te va a ir deparando día a día, pero
siempre vas a recordarles y echarles de menos y ese lugar no lo ocupará nadie.
Por eso empezarás el mismo ciclo que acabo de contarte
con tus hijos porque sabes que la vida pasa y es corta y no hay tiempo para arrepentirse de lo que uno
no ha hecho, sino mejor arrepentirse de lo que ya se ha hecho.
Ana Martínez Iglesias. 1º
Bachillerato A. 11/02/2017
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