Ángela Montejano (De ti, para ti,contigo)




DE TI, PARA TI, CONTIGO

Ojalá nos pudiéramos haber despedido una última vez.

Lo único que ahora nos sacia saber es que si verdaderamente ha sido todo tan rápido, es porque apenas has sufrido. No has sufrido o no nos lo has dejado ver claro está porque solo ya cuando no podías más le dijiste a tu hija Rocío que llamase a la ambulancia. Eran las 7 de la mañana. Llevabas 5 días en la cama. Y tú nunca estabas en la cama.

Las pastillas que tantos años has odiado, ayer, 17 de febrero de 2017 con 88 años te ganaron la lucha. Pero mejor me quedo con que hace 3 años y medio les ganaste tú una mucho mayor: un ictus cerebral.

Ya no sé si fue por ese Dios en el que tanto creemos o por la medicina pero, fuera quien fuese, nos dejó tenerte a nuestro lado unos años más.

Quizás solo fuiste tú y tus ganas de vencer.       

A partir de entonces, esas ganas de luchar por ponerte mejor superaban tus años vividos. Tú eras la propia energía que necesitabas. Abuela, eres un claro ejemplo de superación y ganas de vivir,  porque nunca te faltaron.

“La vida es muy bonita como para no luchar por ella”
Este ha sido siempre tu gran argumento.

Has sido muy valiente abuela, muy querida, pero aún más fuerte, muy AMADA. La palabra AMAR nos la has escrito tú en nuestros corazones.

Has sido muy afortunada; desde muy jovencita pudiste estudiar y finalmente convertirte en enfermera, que por aquellos tiempos era muy difícil. Trabajaste en la Cruz Roja, porque querías ayudar a los demás.

Has conocido medio mundo de la mano del amor de tu vida. Ahora, por fin, después de ya casi 9 años que el abuelo Ángel murió, puedes estar con él.

Has sido muy pero que muy feliz abuela. Muy inquieta, ya que esto nunca te ha servido para acomodarte, sino para buscar más.

Una mujer de los pies a la cabeza. Una creyente de los pies a la cabeza. Has seguido el camino de Jesús establecido para ti. Todos los días mientras te cambiabas escuchabas misa. Todos los días.

Ahora, estoy segura de que ese Dios por el que tanto has rezado, quién ha estado a tu lado en los momentos más difíciles y a quien hace mes y medio le confiaste a tu hermana Ana Mari, te ha abierto las puertas más grandes del cielo. Y no sólo, acompañado. Porque como bien me dijo alguien una vez, quien lo hace bien en la tierra, tiene una recompensa doble en el cielo.

Pero abuela no sólo has velado por tu vida, sino también por la de todos tus familiares.

Empezando por tu hijo mayor, mi padre. Estoy segura que ahora mismo te gustaría recordarle todo lo que él vale y lo muchísimo que le queda por batallar, porque ahora son sólo malas rachas y él lo único que necesita son ganas de tirar hacia adelante.

Esto siempre me lo recordaba a mí, entre otras cosas, cuando comíamos juntas todos los lunes y miércoles.

Luego vino Rocío. Como te gustaba irte con la tía a tomarte unas “pisas” como tu decías eh abuela. La mujer con la mayor imaginación del mundo que ya desde pequeñita te impresionó. Y a eso se dedicó, era capaz de plasmar todos sus sentimientos a través del arte, y eso a ti te volvía loca.

Hablemos ahora de María Gertrudis, nombre de la hermana del abuelo Ángel que murió a los 18 años, con toda una vida por delante. Bueno, mejor llamémosla ahora Ruris. Con ella también lo has pasado mal cuando estos últimos años se ha estado presentando a las oposiciones.

“Es que no hay derecho eh hija, la tía Ruris es muy trabajadora”
Me decías con tu acento sevillano que aún puedo recordar.

Y llegó el último y cómo no se tenía que llamar como tu padre: Eduardo. Y aunque fuese el pequeño siempre le dejaste claro que eso no significaba que fuera a ser el más mimado. Él ha seguido tu claro ejemplo abuela: 4 hijos, bueno mejor, 4 trastos.

A nosotros, tus nietos, nunca nos ha faltado de nada. No había día que no nos animases a luchar por nuestros sueños; desde estudiar una carrera de letras o incluso una ingeniería algunos hasta llegar a ser futbolista. Nuestros deseos tenían más intensidad en tu mente. Esa mente que se mantuvo impecable hasta el día de ayer. Todas tus recetas que menos mal que ahora tenemos a Amina porque si no vaya obra de arte perdida abuela.

Contigo se han ido todas las historias de tu padre en guerra: el teniente general Álvarez-Rementería, era hablar de él y ya se te caía la baba; siempre has estado muy orgullosa. Historias de tu infancia en Sevilla y veranos en Huelva. De recuerdos con el abuelo, de sus gustos y su genio que solo tú eras capaz de entender. De anécdotas con nosotros.  

Sé que aún te sigues acordando.

Y como dice toda tu familia de Huelva que nunca, nunca, nunca se olvidarán de tu rostro fumando un pitillo LM manchado de pintura de labios roja.

Papá tampoco.

Yo tampoco me olvidaré nunca de tus truquitos de echarle a la paella escarola para que sepa más. De tu pasión por las flores y por los animales: tus pajaritos y Debla, que sólo me recuerda a ti abuela. De cómo te reías. De cómo has admirado al abuelo estos años y lo mucho que me has enseñado de él que yo desconocía. De los largos domingos que se hacían más amenos si comíamos todos los primos en tu casa. De salir corriendo de clase porque quería que comieses lo antes posible conmigo ¿y qué voy a hacer ahora abuela? De cuando me contabas las historias de tu padre cuando sólo me quedaban 5 minutos para irme al British y yo te regañaba. De lo presumida que has sido siempre que hasta anteayer te seguías pintando la raya. De todas las Nochebuenas contigo, sobretodo esta última. De cómo me has querido y cómo me lo has transmitido. Del claro ejemplo que has sido para mí en el camino de la Fe. Ese camino que nos une tanto abuela. Y ahora sólo me queda confiar en Dios y en que estarás bien. Sólo me queda rezarte. Pero esto me está viniendo muy grande y te echo muchísimo de menos.

Espero que este sufrimiento por el que yo estoy pasando ahora tenga sentido dentro de unos años más. Cuando te recuerde con una sonrisa, y no con silencios que son los que abundan ahora mismo mis conversaciones.

Siempre serás mi recuerdo más bonito abuela.

Porque los cristianos celebramos y damos gracias a Dios por la vida y la muerte no es más que un camino hacia la verdad.

Y ahora que ya estás en el cielo descansando, que ya has conseguido la Gloria eterna, se que una estrella brilla con más intensidad desde el cielo, cogida de la mano de la que hace 9 años apareció por primera vez en el mismo lugar.

Te quiero abuela y,
Ojalá nos pudiéramos volver a encontrar una vez más.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        







ÁNGELA MONTEJANO IZQUIERDO, 1ºA, 21

Comentarios