Enrique Merás (Historias Inolvidables)





HISTORIAS INOLVIDABLES

Papá- “A dormir todos que ya son las 22:30”
Hijos- “¡Pero papá que no tenemos sueño! ¡Cuéntanos la historia de la medusa!”
Papá- “pero si ya os la conté el mes pasado”
Hijos- “¡Da igual es la mejor historia de todas!”
Papá- “Vale, pero solo si os vais a dormir después”

Bueno pues como ya os conté hace un mes. Hace 8 años me fui a Australia porque me habían dado trabajo allí durante un año. Las dos últimas semanas que estuve allí podrían haber sido fantásticas de no ser por la ultima. Había ido a una playa poco conocida pero muy bonita para relajarme con el sonido de las olas y tomar un poco el sol. Me tumbé en la orilla y me dormí una hora y media después me levanté y estaba un poco quemado así que me metí en el agua para darme un baño. El agua era de color azul-verdoso por lo que no podía ver mucho. Después de diez minutos en el agua me di cuenta de que me había alejado más de lo conveniente de la orilla y cuando iba a comenzar a volver noté un tremendo dolor en la pierna derecha, lo primero que me vino a la cabeza fue la idea de que me había mordido un tiburón. Estaba esperando ver mucha sangre a mi alrededor, pero no vi nada lo cual aumento mi pánico. No sabía la causa de mi dolor, pero mi corazón se estaba acelerando por momentos y mis músculos estaban súper tensos, empecé a perder la habilidad de hablar y pensar, creía que me iba a morir. Estaba demasiado cansado para nadar, pero de alguna manera alcancé la orilla.

Una vez allí vi unas líneas rojas en mi pierna como si estuvieran pintadas con boli rojo. Un submarinista Salió del agua y me avisó de que había muchas medusas de las más letales en la playa, acto seguido me vio la pierna y se puso de los nervios. Me dijo que una me había picado y que tenía que ir al hospital de inmediato. Yo que no era consciente de lo que estaba pasando me levanté y me fui mi único objetivo era llegar a casa. Lo siguiente que recuerdo era despertarme en el sofá con una bolsa de guisantes congelados en mi pierna.

Recuerdo esa sensación de impotencia al no poder mover las piernas es como si estuviera prisionero en mi cuerpo. Después de dos días el veneno comenzó a bajar, mi pie estaba muy hinchado mi dedo meñique parecía el dedo gordo. Llamé a Claudia mi compañera de trabajo y ella me acompaño al hospital. Al llegar al hospital lo primero que me dijo el médico fue que, porque no había ido antes, yo le explique todo lo que recordaba de la historia a lo que el respondió que ya no podían hacer nada porque el veneno se había metido en mi sistema así que se limitaron a limpiarme la herida. L apersona que me limpio la herida me dijo “tienes suerte de que la medusa te haya picado en la pierna y no en el pecho de lo contrario no estarías aquí”.

Esa historia es la razón de que tuviera que andar con bastón tres años y que hoy tenga esta gran cicatriz en la pierna.

Enrique Merás Triqueros
1ºA    12 /2/2017

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