Pum pum… pum pum…
pum pum… Siento cada uno de los latidos de mi corazón en mis sienes con más
fuerza que el anterior conforme el momento se acerca. Llevo mucho tiempo
preparándome para esto y no quiero cagarla. No puedo cagarla. Repaso
mentalmente cada una de las frases que voy a repetir ante ese público. No se
porque me apunté al concurso de Oratoria del colegio. Las manos me sudan y mi
boca está seca. Oigo al presentador hablando, pero soy incapaz de entender lo
que dice. De repente tan solo escucho mi nombre, con una claridad increíble,
aplausos y siento unas manos que me empujan al escenario.
Estoy erguido en el
escenario. Solo. Como un edificio en una ciudad fantasma. Y comienza el angosto
silencio. Un silencio palpable, un silencio que me envuelve como un manto
pesado y no me deja moverme. Siento como los brazos me pesan y se me caen las
tarjetas que había preparado. Mis piernas empiezan a vencer. Y cuando creo que
voy a colapsar en medio del escenario cruzo la mirada con él.
El profesor que me
había ayudado a preparar esto durante 3 meses. Siento en sus ojos la mirada
reconfortante de una madre que vela por su hijo enfermo de noche. Unos ojos que
animan, y que consiguen quitarme el miedo. Me agacho a recoger las tarjetas y
empiezo el discurso que tan bien sabía.
¿Prepara
adecuadamente a sus alumnos el sistema educativo español?...
Creo
que es una pregunta que todos hemos escuchado responder, quizá incluso la
hayamos respondido alguna vez pero…, tenía algún fundamento la respuesta que
escuchamos, o dimos. Hoy vengo a demostrarles, con argumentos basados en
estudios muy sólidos, y una opinión formada a base de una dura investigación
que el sistema educativo español no prepara adecuadamente a sus alumnos.
Distinguido público, ilustre jurado…
muy buenas tardes; mi nombre es Guillermo Tapia, y hoy me dirijo a ustedes,
para demostrarles porque el sistema educativo español NO prepara adecuadamente
a sus alumnos. Para hacerlo voy a basarme en 3 argumentos.
El primero. Un argumento de
rendimiento. Tengo en mis manos un documento del ministerio de educación, en el
que se puede apreciar como España se encuentra muy por debajo de la media de la
UE, y de la OCDE en los resultados obtenidos en los informes PISA, aunque
invierte prácticamente lo mismo que la
UE, y solamente algo menos que la OCDE. El dinero invertido simplemente no
rinde.
El segundo. Un argumento de
inestabilidad. El sistema educativo español es eterno objeto de un tira y
afloja político, que manipula as bases de la educación con cada cambio de
legislatura, al no existir un pacto, un acuerdo tácito con la población, para
protegerla.
El tercero. El mal rendimiento de
los alumnos. Según los últimos informes, a la edad de 15, casi la mitad de los
alumnos ha repetido, ocasionando un coste al estado de 7000 euros por
repetidor. A esto se le puede añadir la elevada tasa de abandono escolar; el
23,5% de los estudiantes no acaba su formación. Es decir, este año pasado, de
todos los alumnos que empezaron el curso escolar, casi un cuarto no lo
acabaron.
Para acabar permítanme nombrar una
cita, de Albert Einstein. “No se ha de
ver la educación como una obligación, si no como una oportunidad para
adentrarse en el fascinante y maravilloso mundo del saber”.
En esta ocasión formularé yo la
pregunta desde este lado de la mesa…
¿Creen de verdad que en el sistema educativo español estamos
consiguiendo esto? Muchas gracias.
Y
el silencio vuelve, más fuerte y angosto que antes. Siento como el mundo se me
viene encima y el escenario comienza a tragarme. Y de repente… Aplausos. Les
has gustado! Esto es increíble. Me recompongo, doy las gracias por el micrófono
y vuelvo al backstage. Al final no ha sido tan difícil.
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