PREGUNTAS
BUSCAN RESPUESTA URGENTEMENTE:
¿Por qué? De verdad, ¿Por
qué? No entiendo esa absurda necesidad
de sentirme tan querido. No entiendo la necesidad de que esa idea que duerme
todas las noches en mi mundo inteligible, quiera coger pico y pala y plantarse
en el mundo en el que vivo. No entiendo la necesidad de tener testigos, no en
mis crímenes, pero sí en mis actos heroicos.
Hay tanas cosas que me
pregunto y a las cuales no puedo, o ni si quiera quiero contestar. Olean en mi
cabeza sin pensar, y como en todo mar, un día hay tormenta y otro esperan
pacientemente para atormentarme. Pasan por mi cabeza de modo aleatorio, capaces
de cambiar mi estado de ánimo. Me llega a dar más miedo pararme pensar una
respuesta para mis preguntas, que el miedo que la da a una pregunta no tener
respuesta.
Admito que es un gran
fallo; posiblemente mi mayor fallo, el no pararme a pensar una solución a mis
problemas y una respuesta para ese mar de
preguntas que rompen una y otra vez en mi cabeza. Soy todo un conformista.
Es tan absurdo el miedo
que me da responder a aquellas dudas que son tan primordiales para mi. Siendo
un poco hipócrita y buscando una respuesta, diría que lo que más miedo me da es
la verdad, esa verdad que te hace afrontar la realidad cara a cara, a pelo, sin
la protección y la comodidad de vivir en la ignorancia.
Mi mayor protección,
como os vengo diciendo, son las dudas, la ignorancia. Vivir en mi cueva
sabiendo a la perfección que fuera hay un mundo entero contra el que luchar y
también tomarte una copa. Pero no me veo capaz de afrontarlo, ya que tengo mi
copa de whisky en la mano, pero una espada me pesaría demasiado.
En el fondo siempre me
pasa lo mismo, hablo y pienso de puntillas, cuando mi fin, en realidad, es
poder andar con paso firme.
Mi visión sobre las
dudas, pararme a pensarlas y responderlas para quedarme tranquilo, se parece bastante a un libro de ficción, en el
que yo soy el protagonista que se
levanta por la mañana y tiene que
superar grandes pruebas de una
dificultad inimaginable para rescatar a la princesa y así realizar mi propósito,
pero se me olvidó poner el despertador y aquí sigo recién levantado y sin
lavarme los dientes.
No tengo intención de
extenderme mucho más, no vaya a ser que encuentre alguna respuesta lo suficientemente
importante como para convertir aquel mar de dudas oleando fuertemente en un
simple charco que ya no me atormenta.
Ignacio Miguel Valero
1º B
Comentarios
Publicar un comentario