Irene Jiménez Berazaluce (En buena compañía)





En buena compañía

Me acabo de despertar. Abro los ojos y no veo nada, esto está muy oscuro .No sé qué hago aquí, ni cómo he llegado a este sitio, la verdad que no recuerdo nada. Ni siquiera sé quién soy, ni cómo me llamo y ahora no sé por qué estoy pensando. Me siento confusa, pero sinceramente, ¡qué a gusto estoy!

Van pasando los días y sigo permaneciendo aquí. Me llena la curiosidad y me siento inquieta de saber por qué sigo en este sitio, que no sé dónde se encuentra ni cómo se llama. Tengo ganas de moverme e intentar salir  pero me lo impide una  especie de burbuja que me rodea. Intento observar a mi alrededor y a mi lado apenas consigo vislumbrar otra pequeña burbuja parecida a la mía. Lo único que quiero hacer es acercarme y averiguar qué es, pero no puedo, no tengo fuerzas, me siento débil, me veo incapaz.

Pasan los días y yo me noto un poco más grande. De repente alcanzo a rozar la otra burbuja y sorpresivamente obtengo una respuesta, algo en su interior se ha movido súbitamente. ¡No estoy sola! Me afano en establecer contacto. No conseguimos hablar pero siento que algo nos une.

Además, oigo siempre unas voces que me resultan muy agradables y no sé de dónde provienen. Estas voces me hacen sentir acogida y protegida, y también, aliviada. Pero por otra parte, sigue esa inquietud y esa incertidumbre de  saber qué hago aquí y donde acabaré.  

Pasan semanas y la verdad que estos últimos días me noto un poco más fuerte, siento más movilidad en mis extremidades. Sinceramente, yo creo que cada día me veo más grande. Cada vez el espacio en el que me hallo se me hace más pequeño hasta el punto de tener que encogerme en busca de comodidad, y ahí es donde me topo con mi burbuja compañera. En el momento que me estiro, noto un roce por mis piernas, como si alguien quisiese enrollarse en mí, como si quisiese jugar conmigo. En mis manos, noto acaricias como si alguien buscase afecto y cobijo en mí. Ya no me siento tan sola como antes, noto algo que me protege como si fuese alguien parecido a mí en busca de un sentido



sobre este sitio, sobre dónde estamos y por qué estamos aquí. Le he encontrado un gusto a este lugar, es una sensación que me es indescriptible, un ambiente tranquilo, donde me siento acogida entre acaricias y entre las constantes tiernas voces que van dirigidas hacia mí.

La verdad es que a duras penas conseguimos alcanzar una postura que nos satisfaga a los dos. Sin embargo, no es motivo de  reproche, sino de complicidad. Prácticamente ya no cabemos.

De repente, un día el ambiente cambia. Siento tensión y nerviosismo. Voces alteradas que giran a mi alrededor. Algo pasa. Inesperadamente, mi compañera burbuja desaparece. Me siento aterrada. Ahora entre las voces distingo un llanto. Siento que voy a salir disparada, por favor, que se pase esto cuanto antes, con lo bien que estaba yo aquí.

Repentinamente, un halo de luz me ciega. Hace frio. Quiero respirar y  rompo a llorar. Me siento manejada con firmeza y me depositan junto a otro cuerpo, que inmediatamente  reconozco, y escucho una voz que me resulta familiar.


Para mi hermano Jorge.

Irene Jiménez 1º B





Comentarios