IMBORRABLE
Levanto la mirada, todos tienen sus ojos
fijados en mí, acelero el paso, la verdad es que no entiendo qué tiene de malo
llorar, al fin y al cabo, todos lo hacemos alguna vez...no?
Al llegar a casa voy como una bala hacia
el baño, cierro la puerta, pongo el pestillo, enciendo la música y me apoyo
contra la pared, no puedo aguantar más y las lágrimas vuelven a resbalarse por
mi mejillas sin control, no entiendo nada. Qué les he hecho yo a esas chicas
para que me traten así? Si yo no supe de su existencia hasta que entré en el
equipo! Estoy absorta en mis sentimientos cuando mi padre me grita desde el
otro lado de la puerta que me de prisa, que la cena ya está lista.
Me apresuro a ducharme y salgo de la
ducha, no sin antes fingir una sonrisa ante el espejo lo suficientemente
convincente para que mi padres no me hagan más preguntas de las
habituales...Qué tal el día? Te han dado alguna nota? Qué tal el entreno?, etc.
Supongo que ahora estaréis un poco
perdidos, pues bien, os pondré al día.
Todo empezó más o menos en 1° de la ESO,
por aquel entonces yo era una chica demasiado tímida y me costaba horrores
hablar con la gente, jugaba en el equipo de baloncesto de colegio, y me
encantaba, hasta que un día ocurrió, no sé cómo ni por qué, pero allí comenzó
todo.
A pesar de que me encantaba el
baloncesto y ser la que más corría del equipo y una de las que más se
esforzaba, no era muy buena tirando y un día, sin previo aviso, las tres chicas
que mejor jugaban del equipo empezaron a insultarme, esas chicas que yo creía
mis compañeras de equipo y a las cuales admiraba enormemente empezaron a
hundirme, a humillarme. Al principio no le di mucha importancia, simplemente lo
dejaba estar. Pero a medida que pasaba el tiempo me iba doliendo cada vez más, hasta
que llegó un punto en el que salía llorando de cada entrenamiento, me iba
rompiendo, poco a poco, como un lápiz me iba desgastando.
Creo que lo peor de todo fue que mis
amigas, si se les puede llamar así, claro, del equipo me decían que las
ignorase, que si hacía eso acabarían cansándose. En el vestuario era una
tortura, no paraban de hacer comentarios hirientes y nadie hacía nada!
Un día, no sé de dónde saqué el valor si
os soy sincera, decidí contárselo a mi entrenador, el cual ya se había
percatado de los insultos y las había reprendido varias veces por eso
pero...Qué más podía hacer? Al fin y al cabo pasaban de él y no les importaba
que las castigasen, seguían igual.
Pero bueno, que me voy por las ramas, el
caso es que un viernes, después de entrenar, me descargué y se lo conté todo, le
conté que estaba con una continua angustia en el pecho, que ya no tenía ganas
de jugar al baloncesto porque cada insulto, cada palabra suya hacia mí, era una
noche más llorando, unas décimas menos en las notas de los exámenes, un punto
de autoestima menos hacia mí, un día con ganas de morir más. En definitiva,
estaba viviendo en un infierno del que no podía salir. Fueron los peores tres
años de mi vida.
Sin embargo, y contra todo pronóstico, las
cosas parecieron tomar otro rumbo, conocí a un chico maravilloso que me ayudó a
superarlo, un chico que me hacía olvidar todos mis problemas cuando estábamos
juntos, que me amaba solo por ser quien y como era...hasta que un día...todo se
acabó, no llevábamos ni un año saliendo cuando me dejó, se fue ,y con él toda
la esperanza de volver a ser feliz de nuevo, de poder volver a levantar cabeza ,pero
aquí estoy, puede que nunca vaya a superar lo que me hicieron aquellas chicas
porque ,al fin y al cabo, es algo que nunca se supera, pero tampoco las odio
porque gracias a eso ahora puedo explicaros lo que siente al sufrir bullyng, porque,
a pesar de no haber sido físicamente me ha dejado una huella imborrable.
Contra el bullyng no te quedes callado, actúa.
Porque es algo que está ahí, siempre, y te cambia, y te debilita, y no se
olvida. Recuerdo que, a pesar de pertenecer a un considerable grupo de amigos
me sentía sola, como si viviera en una burbuja, como si el resto no se pudiesen
percatar de nada...
Y bueno, esta es mi historia, pero no
todo es malo, al fin y al cabo tengo una familia que me quiere, un grupo de
amigos estupendo y tengo la posibilidad de estudiar en el mejor colegio de
Madrid, así que, sonríe, si tú sonríe, muestra al mundo esa hermosa sonrisa que
tienes y que a todos nos encanta, porque solo se vive una vez y hay que
disfrutarla.
María
Fernández Baena Nº6 1ºA
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