María Fernández (Imborrable)





IMBORRABLE



Levanto la mirada, todos tienen sus ojos fijados en mí, acelero el paso, la verdad es que no entiendo qué tiene de malo llorar, al fin y al cabo, todos lo hacemos alguna vez...no?
Al llegar a casa voy como una bala hacia el baño, cierro la puerta, pongo el pestillo, enciendo la música y me apoyo contra la pared, no puedo aguantar más y las lágrimas vuelven a resbalarse por mi mejillas sin control, no entiendo nada. Qué les he hecho yo a esas chicas para que me traten así? Si yo no supe de su existencia hasta que entré en el equipo! Estoy absorta en mis sentimientos cuando mi padre me grita desde el otro lado de la puerta que me de prisa, que la cena ya está lista.


Me apresuro a ducharme y salgo de la ducha, no sin antes fingir una sonrisa ante el espejo lo suficientemente convincente para que mi padres no me hagan más preguntas de las habituales...Qué tal el día? Te han dado alguna nota? Qué tal el entreno?, etc.


Supongo que ahora estaréis un poco perdidos, pues bien, os pondré al día.


Todo empezó más o menos en 1° de la ESO, por aquel entonces yo era una chica demasiado tímida y me costaba horrores hablar con la gente, jugaba en el equipo de baloncesto de colegio, y me encantaba, hasta que un día ocurrió, no sé cómo ni por qué, pero allí comenzó todo.


A pesar de que me encantaba el baloncesto y ser la que más corría del equipo y una de las que más se esforzaba, no era muy buena tirando y un día, sin previo aviso, las tres chicas que mejor jugaban del equipo empezaron a insultarme, esas chicas que yo creía mis compañeras de equipo y a las cuales admiraba enormemente empezaron a hundirme, a humillarme. Al principio no le di mucha importancia, simplemente lo dejaba estar. Pero a medida que pasaba el tiempo me iba doliendo cada vez más, hasta que llegó un punto en el que salía llorando de cada entrenamiento, me iba rompiendo, poco a poco, como un lápiz me iba desgastando.


Creo que lo peor de todo fue que mis amigas, si se les puede llamar así, claro, del equipo me decían que las ignorase, que si hacía eso acabarían cansándose. En el vestuario era una tortura, no paraban de hacer comentarios hirientes y nadie hacía nada!


Un día, no sé de dónde saqué el valor si os soy sincera, decidí contárselo a mi entrenador, el cual ya se había percatado de los insultos y las había reprendido varias veces por eso pero...Qué más podía hacer? Al fin y al cabo pasaban de él y no les importaba que las castigasen, seguían igual.


Pero bueno, que me voy por las ramas, el caso es que un viernes, después de entrenar, me descargué y se lo conté todo, le conté que estaba con una continua angustia en el pecho, que ya no tenía ganas de jugar al baloncesto porque cada insulto, cada palabra suya hacia mí, era una noche más llorando, unas décimas menos en las notas de los exámenes, un punto de autoestima menos hacia mí, un día con ganas de morir más. En definitiva, estaba viviendo en un infierno del que no podía salir. Fueron los peores tres años de mi vida.


Sin embargo, y contra todo pronóstico, las cosas parecieron tomar otro rumbo, conocí a un chico maravilloso que me ayudó a superarlo, un chico que me hacía olvidar todos mis problemas cuando estábamos juntos, que me amaba solo por ser quien y como era...hasta que un día...todo se acabó, no llevábamos ni un año saliendo cuando me dejó, se fue ,y con él toda la esperanza de volver a ser feliz de nuevo, de poder volver a levantar cabeza ,pero aquí estoy, puede que nunca vaya a superar lo que me hicieron aquellas chicas porque ,al fin y al cabo, es algo que nunca se supera, pero tampoco las odio porque gracias a eso ahora puedo explicaros lo que siente al sufrir bullyng, porque, a pesar de no haber sido físicamente me ha dejado una huella imborrable.


Contra el bullyng no te quedes callado, actúa. Porque es algo que está ahí, siempre, y te cambia, y te debilita, y no se olvida. Recuerdo que, a pesar de pertenecer a un considerable grupo de amigos me sentía sola, como si viviera en una burbuja, como si el resto no se pudiesen percatar de nada...


Y bueno, esta es mi historia, pero no todo es malo, al fin y al cabo tengo una familia que me quiere, un grupo de amigos estupendo y tengo la posibilidad de estudiar en el mejor colegio de Madrid, así que, sonríe, si tú sonríe, muestra al mundo esa hermosa sonrisa que tienes y que a todos nos encanta, porque solo se vive una vez y hay que disfrutarla.


 María Fernández Baena Nº6 1ºA

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