Natalia Marcos (Mi peor pesadilla)





              

 MI PEOR PESADILLA


Al escuchar su nombre por la televisión se me puso la piel de gallina, sentía que me faltaba el aire y así sin darme cuenta, todo el miedo que sentí en mi infancia se apoderó de mí. ¿Cuál creéis que es la peor pesadilla de un niño pequeño? ¿Monstruos? ¿Fantasmas? No, os puedo asegurar que la peor pesadilla de cualquier niño es llegar a casa y no encontrar a sus padres, no saber ni dónde están, ni si están bien o mal.

Durante toda mi infancia temí que mis padres tuvieran que irse, o que simplemente se los llevaran. Hace ya mucho tiempo que no tengo ese miedo, pero aún estando en mi propio salón con mi propia familia se que mis miedos de la infancia se hicieron realidad en pocas horas.

Mi historia fue real y fue tan real que aún siento angustia cuando todo se queda en silencio. Todo lo que yo viví es muy común y le sigue pasando día a día a algunos niños.

Mi padre tenía un protocolo, yo sabía perfectamente lo que tenía que hacer si llegábamos a esa situación simplemente nunca creí que fuéramos a llegar a ella.

Ningún niño debería experimentar ese tipo de miedo. A mis 14 años un día normal y corriente volvía del colegio, todo estaba como siempre, doblé la calle y llegué a mi casa. Los coches estaban aparcados y la bicicleta de mi hermano, como siempre, tirada en el porche. Yo estaba especialmente contenta, no recuerdo muy bien por qué.  Subí corriendo a mi cuarto y me cambié de ropa. Al bajar las escaleras me fijé en que la televisión estaba encendida, la mesa estaba puesta, olía de maravilla y los zapatos estaban apiñados en la puerta...pero no estaban ni mis padres ni mi hermano.


Me invadió la soledad de la casa, se me hizo un nudo en la garganta y la angustia que sentí fue tan real que hoy en día la sigo sintiendo de vez en cuando. Empecé a llamarles sin obtener ningún tipo de respuesta, estaba sola, literalmente. Subí a mi cuarto y me escondí debajo de la cama, no sé cuánto tiempo estuve ahí, pero mi cuerpo se quedó helado al pensar que ellos podrían venir a por mí, aunque ahora no sé muy bien a que ellos me refería.

Unas horas después alguien llamó a la puerta repetidas veces, bajé temblando y al ver una cara familiar sentí un gran alivio, aun que solo fuera la vecina de enfrente.

Yo ya sabía la situación de mis padres, sabía que esto podría pasar simplemente nunca  imaginé que me fuera a pasar a mí. Gracias al protocolo de mis padres y a unos buenos amigos pude acabar el colegio, y con los ahorros que me dejaron pude ir a una buena universidad. Tuve mucha suerte pero mi existencia en si era muy difícil. Estaba rodeada de personas que se preocupaban por mí, pero cada logro era muy doloroso ya que no podía compartir mi alegría con mi familia.

No me avergüenza decir que soy hija de inmigrantes, lo que me avergüenza es saber que nadie se preocupó por mí. Nadie del gobierno se aseguró de mi bienestar, si no hubiera sido por mis amigos y conocidos no sé lo que hubiera sido de mí.

He crecido rodeada de gente ajena a este problema. Mi familia y yo hemos estado tanto tiempo separados que para mí son como unos completos extraños. Nadie tendría que ser separado de su familia de esta manera y menos un niño pequeño.

Mi nombre es Diane Guerrero, soy actriz y ciudadana estadounidense de padres venezolanos inmigrantes, y voy a poner mi granito de arena para que ningún niño, ni ninguna familia tenga que pasar por lo que pasamos nosotros.


Natalia Marcos, 1ºbachillerato B


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